Por Adán Costa.- Entre el 21 y 24 de junio, en el llamado solsticio de invierno austral, donde los hombres se reúnen alrededor del fuego y las mujeres alrededor del agua, los mapuches evocamos un nuevo año. Preexistimos al menos en cuatro milenios a los estados-nación chileno y argentino.
En general el 23 de junio, la noche más larga del año, las comunidades mapuches se preparan para celebrar el nuevo año. Cuando en este día sale el sol (we tripantu) llega el nuevo año y cuando se pone el sol (wiñol tripantu), inicia un nuevo ciclo de vida para la cosmovisión Mapuche.
Occidente insiste con poner en el centro al hombre, su dinero y sus necesidades, siempre sin satisfacer. El mundo que ya preexistía antes de la llegada de Occidente, los días del venado, escribió Liliana Bodoc, estableció una armonía entre todos los seres de la Naturaleza. Mujer, hombre, piedra, hierba, serpiente, montaña, maíz, lago, nos complementamos.
Y esto es un legado indeleble de memoria viva, no un fósil. La visión de aleteo efímero siempre desea cambiar los nombres que no le gusta o no puede comprender. En dónde existía el Fisque Menuco hoy crece una ciudad con el nombre de General Roca en la provincia de Río Negro.
Aunque quieran clausurar las políticas públicas indígenas, y se cambie símbolos mapuches en la toponimia de los lagos, al nombrar Roca al lago Acigami en la Tierra de los Fuegos, la sabiduría que nos subyace nos seguirá enseñando. No hay que culpar a los demás porque no la ven. Siempre será mejor aprender a ver.
