Por María Herminia Grande.- En estos largos veinte años de kirchnerismo en Argentina, todo parece terminar como comenzó.
Alberto Fernández volvió a ser el gran crítico de Cristina de Kirchner. Cristina de Kirchner, radicalizada. Sergio Massa fue hacia el abrazo del oso y no tiene gran poder de movimiento independiente de Cristina Kirchner.
Mauricio Macri, fundador del PRO, y contraparte de Cristina Kirchner, también vuelve a su origen extrañamente: a Boca Juniors. Raro para quien pretende manejar la política en Juntos por el Cambio.
El problema no está en la Argentina, sino en los dirigentes políticos que no la interpretan. Un argentino recibió el “nobel” de matemáticas. Un argentino logró que los obispos del mundo lo hagan Papa. Un equipo de fútbol argentino se adueñó del mundo.
En definitiva, con luces y sombras que analizarán para Infobae distintos protagonistas, veinte años después no estamos mejor. Y eso es un juicio de valor inevitable y definitivo.
Un protagonista de la economía en esta etapa define diferentes momentos. Hasta el 2006 con la salida del Dr. Roberto Lavagna y su equipo del gobierno, con consolidación de superávits gemelos, reducción de la deuda externa en U$S 66 mil millones, crecimiento al 9% e inflación anual del 9%. A partir del 2006, Néstor Kirchner y luego Cristina Kirchner fueron dilapidando esos logros para llegar al 2010 aproximadamente con déficit fiscal. En el 2011 el déficit energético hace perder el superávit en cuenta corriente. Una política económica direccionada al consumo. Hay que aumentar el consumo, pero también las inversiones y las exportaciones.
Un protagonista opositor político destacado analiza distintas etapas:
2003-2007: modelo de acumulación político y económico. En lo político: unitarismo fiscal que concentró cajas y disciplinó gobernadores, intendentes, etc. Y acumulación económica mediante latrocinio (Báez, López).
2007- 2011: resquebrajamiento interno. La 125. Muere Néstor Kirchner. Aparición de La Cámpora. Muy malos números económicos pero gran triunfo electoral en el 2011.
2011-2015: desastre electoral y económico. Rumbo a Venezuela. Subsidios energéticos que generaron un gran agujero fiscal. Inflación. Devaluación. Derrota electoral.
2019-2023: el final. La Cámpora desnudando su incapacidad de gestión. Plan Alberto Fernández fallido. CFK acorralada por la Justicia. El PJ en su peor momento.
Un protagonista académico destacado considera que fue una gran oportunidad perdida. En lo político agudizaron las divisiones, con gran colaboración de la oposición, desdeñando el camino de la democracia recuperada con diálogo y en paz. En lo económico plantearon una reindustrialización positiva en el país y una disminución del endeudamiento, pero la insistencia de mantener artificialmente bajas las tarifas y precios de la energía, provocó falta de inversión, desprestigio internacional, déficit fiscal y de la balanza comercial, atentando contra el crecimiento futuro de la nación.
En política internacional, la ambigüedad en la condena de regímenes abiertamente antidemocráticos afectó la tradicional posición de respeto primordial de los DDHH en América y provocó desconfianza adicional en algunos de nuestros aliados tradicionales e imprescindibles como las democracias de Europa continental y Estados Unidos.
Un protagonista politólogo destacado distingue tres etapas. La primera de construcción de la infraestructura política. Del 2003 al 2007 se inicia un proceso de conexión de los cables de control con todos los dispositivos del poder. Si bien el kirchnerismo obvia el 2002 cuando asume en el 2003, ya había dos trimestres de recuperación económica generados en la gestión Duhalde-Remes Lenicov-Lavagna. Luego viene la etapa de la construcción de la hegemonía política: 2007-2011, donde Cristina de Kirchner logra un 54.11% en el 2011 y construye mayoría política a través de subsidios, beneficios, plata. Aparece la 3ra etapa: la de los desequilibrios, donde el esfuerzo de la hegemonía política le comenzó a pasar facturas políticas a CFK. Intenta la reelección indefinida (2013). Al no lograrla, trata de trasladar los problemas hacia adelante y llegar al final del mandato sin sobresaltos. Considera que el kirchnerismo fue una máquina de transformar desequilibrios macroeconómicos en capital político. El kirchnerismo se paró sobre el conurbano bonaerense y sobre las provincias del norte (45% del electorado nacional). Receló de las provincias del centro por temor al desafío político de sus gobernadores.
La Iglesia argentina, a través del Arzobispo Mario Poli, en el Tedeum del 25 de mayo, pidió no alimentar la confrontación buscando culpables. Hizo alusión a la más cruda realidad argentina: 8.200.000 menores pobres y 4.200.000 con carencia alimenticia. Datos lo suficientemente duros ante lo cual la política debe llamarse a una profunda introspección. Remarcó que “el supremo valor de la unidad no excluye a nadie” . Tuvo un gesto invitando al presidente Alberto Fernández a dirigir unas palabras, quien ante la atenta mirada de Rodríguez Larreta dijo: “tenemos que ser capaces de construir la convivencia democrática que nos falta y que no hemos logrado en todo este tiempo”.
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