(Por Emilio J. Grande). – Son diferentes criterios, disímiles valoraciones y decisiones apresuradas o fundamentadas las que determinan que una vaca sea despreciada en la provincia de Santa Fe y un potrillo exaltado en la de Buenos Aires.
En 2006 la Sociedad Rural de Rafaela en reunión de comisión directiva presidida por el doctor Juan Imvinkelried resolvió rendir homenaje a la vaca de la raza Holando Argentino, en el lugar geográfico distinguido como el corazón de la cuenca lechera más importante de Sudamérica, el que consistiría en la erección de un monumento con la escultura de ese noble, dócil y manso animal que con su carne y en particular con su leche tanto aporta a la economía del país.
A tal efecto las autoridades ruralistas iniciaron las gestiones ante la Municipalidad de Rafaela para decidir, como correspondía, el lugar público en que sería emplazado ese monumento.
Poco tiempo después, increíblemente, esa más que muy fundada iniciativa no prosperó, porque evidentemente la conjunción de vanidades y mezquindades desnudaron otra vez intereses encontrados que en el pasado plantearon la antinomia entre el campo y la industria, cuando la realidad incontrastable demuestra en la práctica que uno y otra mutuamente se complementan. Tanto es así que en los últimos tiempos la Sociedad Rural de Rafaela y el Centro Comercial e Industrial de Rafaela y la Región mancomunadamente vienen trabajando en reclamos de políticas comunes.
Hasta se dijo que si la escultura de la vaca ocupaba un lugar público, con el mismo derecho podría hacerlo la industria con -por ejemplo- una válvula automotor gigante. Y por qué no. Sería cuestión de que el sector industrial imitara la buena idea de los ruralistas.
Ante tal negativa, en su oportunidad en estas mismas páginas habíamos citado como referencias que en varias localidades otros animales tenían su monumento, como el correspondiente a la Fiesta Anual del Ternero en la bonaerense Chacabuco, el perro en Resistencia, el toro cebú en la correntina Virasoro, el lobo marino en Mar del Plata, el gato en la localidad de Gato Colorado (en el departamento 9 de Julio), el burrito en Alta Gracia, entre otros.
Y a esa nómina sumamos el monumento al potrillo junto a la yegua madre, ubicado a la vera de la autopista en Coronel Vidal (partido de Mar Chiquita), 60 km al norte de Mar del Plata, que testimonia la importancia que adquirió la Fiesta Nacional del Potrillo ya que a fines de febrero pasado se efectuó en su 32ª. edición ininterrumpidamente y cuyo programa anual se extiende durante una semana con espectáculos folklóricos, desfiles ecuestres, jineteadas y exposiciones varias.
En diálogo con un funcionario municipal de Coronel Vidal acerca del origen de esa fiesta y su expresión plasmada en una escultura, nos manifestó que «en 1978 aquí se tuvo la feliz idea de organizar una celebración que revalorizara a ese simpático animalito que es nuestro querido potrillo, dada la relevancia que adquirió en esta zona ganadera la cría de distintas razas equinas».
Si en Coronel Vidal hace más de tres décadas que se exalta al potrillo, resulta inadmisible que aquí se desprecie a la tan valorada vaca holandesa negándole la ubicación de su monumento en un lugar público de nuestra ciudad.
Una vaca despreciada y un potrillo exaltado
En Coronel Vidal hace más de tres décadas que se realza al potrillo con su madre, pero resulta inadmisible que en Rafaela se desprecie a la tan valorada vaca holandesa negándole la ubicación de su monumento en un lugar público.Por Emilio J. Grande (Rafaela)