Por María Inés Adorni.- Jesús Rey manso y pacífico, despliega tu amplia bandera, que hoy al son de los cánticos te aclamamos con ardor.
Haz que los hombres, canten tu gloria dondequiera. Y se alegren sus corazones, al encenderse de su amor.
Ante las dificultades que te salgan al paso, no te preocupes. Salta por sobre ellas y si no puedes, oríllalas… Las tendrás siempre. Es fácil pensar en caminos de rosas sin espinas.
Te saldrán al paso dificultades de toda índole. Hasta tu amor propio se levantará en contra de tus aspiraciones, para romperte el corazón.
Servirá todo ello para poner a prueba el temple de tu carácter. No temas. El ideal de tu vida descansa sobre principios sólidos, firmes y luminosos…
Sírvete de las dificultades para edificar sobre ellas el pedestal de tu nobleza moral. Nada es inútil en la vida. Lo favorable y lo desfavorable puede y debe servirnos para hacernos mejores.
En las adversidades se prueban las almas como el valor del oro, se prueba en el crisol…
Cultiva la alegría a manos llenas.
La alegría no es el ruido, es un estado del corazón de quien vive plenamente realizado.
La alegría brota desde el corazón de nosotros mismos desde la paz de la conciencia, del cumplimiento cabal de nuestros deberes y vibra en nosotros a pesar de sufrimientos, calumnias e injusticias.
Se siempre alegre y, cuando la tristeza cubra el sol de tu vida, entona al Padre un canto de alabanza, y de nuevo llegará la luz.
Mantén encendido tu ideal de felicidad, trabaja con los ojos puestos en el bien propio y el de los demás.
Pero no tengas ni el rastro de preocupación por amontonar riquezas, que se las comen los gusanos y las consume el óxido.
Amasa riquezas que perduren, como resultados de las obras de bien hechas a los hermanos, porque mañana te alegrarás con todos, por los triunfos obtenidos con tu ayuda.
La alegría del bien, que se hace es el mayor tesoro que podemos tener.
Sembrando semillas de fe y restaurando nuestra alma…