Por Alicia Riberi.- Sentada en el patio con la mirada perdida hacia la inmensidad del cielo, se me presentó el entorno de las personas como un teléfono descompuesto. Vivimos en un mundo en donde el que tiene poder decide y los demás obedecemos porque si no, siempre perdemos. Pero quiero ayudarlos a reflexionar porque no es tan así.
Los poderosos deciden que podemos hacer y que no, cuánto debemos ganar, cuando nos van a pagar y si nos van a pagar. Si suben los impuestos, los alquileres, los servicios, si podemos acceder a la salud y culpan a la policía de cosas que son decisión de la justicia, encierran inocentes por un relato sin pruebas. Estamos muy mal.
La salud debería ser un derecho para todos por igual y muchos sabemos que no es así, el que tiene poder económico lucha con otras herramientas, aunque muera, el que no tiene debe resignarse a lo que tiene a su alcance.
¿Justicia? Esta palabra nos llena de preguntas sin respuestas que alarman a la sociedad, que quiere vivir de manera segura y justa. Una justicia genuina solucionaría muchas cosas. Una justicia que a mi entender se ha ideologizado y no investiga, ni le interesa leer las causas, ni buscar la verdad. Condenan sin contemplaciones, ni tienen en cuenta si una persona no tuvo antecedentes, si hay pruebas contundentes en su contra o un relato. La Constitución quedó en desuso y hablan de pena en expectativa que pone un fiscal ideologizado en causas de género a mi humilde entender -pena anticipada- y jueces que obviamente se suman a estas conductas. La sociedad pide justicia y contestan con un relato, con la coraza de ideología de género como estandarte. No hay más ladrones, ni asesinos, ni traficantes, solo abusos. Sabemos que hay personas libres que deberían estar presas y personas presas que deberían estar libres. No importa si quedan madres, hijos, hermanas en el camino, solo es importante cumplir con estadísticas, números que engrosan cifras muy redituables y de lo que estoy plenamente convencida. Somos mujeres de segunda algunas, ¿es que solo un relato convierte a una mujer en víctima?
Pedimos un equilibrio económico y nos regalan más brecha, más desigualdad, pedimos justicia y nos devuelven una ideología que creen que la gente apoya y pronto van a descubrir que la gente detesta una justicia ideologizada. Ojo esto no es contra el feminismo ya que conozco feministas a las que respeto y con las que puedo entablar diálogo, porque no son extremistas, no quieren hombres presos por solo ser hombres, quieren igualdad de derechos, es otra cosa. Realmente vivimos utilizando un teléfono descompuesto, el poder avanza sin mirar a los costados y el pueblo atónito, quiere saber de qué se trata, como se va a salvar.
Pedimos a la justicia que nos defienda, cuando nos trata un juez a un grupo de mujeres de burdas, fascistas y contradictorias y resulta que desestima la fiscal, Dra. Bertero, la causa que no es penal, sino que está en el marco de la ley de género y solo pedimos que cesen los hostigamientos y que nuestros familiares no sean juzgados por una persona que nos destrata de tal manera y como corolario, advertimos, que la ley de género no es para todos, es para algunas privilegiadas. ¿Esto no es teléfono descompuesto?
Tomo tristemente conciencia que cierta parte de la justicia es una élite que pareciera creerse con derecho a todo y parece haber olvidado que hay personas que también se ganaron un prestigio, que fueron autoridad, que deben ser respetadas y que al menos deberían escucharlas y no ignorarlas o tratar de aplastarlas. Aclaro que seguramente hay muchos jueces honorables e imparciales a los que felicito y respeto, pero no nos tocaron hasta ahora y es mi humilde opinión y la de personas que no pueden expresarse pero comparten esta opinión.
Teléfono descompuesto…todos deberíamos tener los mismos derechos, ¿adónde queda la igualdad, la equidad…o es solo para un grupo selecto?
Decir lo que pensamos trae un terrible costo…dicen que estamos en democracia…pero a los que enfrentamos causas que consideramos justas, nos cae encima la venganza de quiénes se creen impunes y es lo que siento.
Una sociedad en la que la justicia funciona, avanza porque hay límites, se pone cada cosa en su lugar, se cumple con nuestra Constitución y no se guían por una ideología cualquiera sea esta.
Una sociedad que se desarrolla posee una educación que educa para la libertad, no el libertinaje, para la unidad y no para la división, para el amor y no para el odio. Como docente sé que hay maestros capaces de hacer esto con increíble capacidad y sabiduría. Hago un alto para reivindicar a tantos docentes también juzgados y condenados por falsas denuncias de género, lo que se convirtió, parecería, en una epidemia. En todas las profesiones hay mediocres e incansables sabios luchadores.
No permitamos un teléfono descompuesto, luchemos por la sociedad que nos merecemos, todos los que sabemos que la educación, el trabajo y la justicia funcionando como corresponde son el único camino. El miedo paraliza, la lucha pacífica pero contundente abre puertas.
No permitamos que nuestra vida y la de nuestros semejantes se convierta en un teléfono descompuesto… a recomponer y reestablecer las líneas de comunicación. Estamos a tiempo. Vamos a luchar sin parar y llegaremos hasta donde tengamos que llegar.