Un sistema al límite y una generación en el limbo

¿Qué hacer para que el sistema previsional recupere sostenibilidad y los trabajadores mayores puedan seguir siendo parte activa del mercado laboral?

Por Guillermo Briggiler.- Estamos viviendo tiempos nuevos, en realidad cada generación los vive, pero ahora la velocidad de los cambios es muchísimo más vertiginosa. En el pasado, cualquier joven que conseguía trabajo crecía con la empresa hasta la edad de retiro, o como máximo pasaba por dos trabajos en busca de mejores prestaciones.

Hoy quienes promedian entre los 40 y 50 años suelen tener dificultades para mantenerse activos en el mercado laboral. Muchas empresas priorizan la contratación de jóvenes con sueldos más bajos, que probablemente tengan menor desempeño pero, por ejemplo son contratados por el 30% o 40% del salario de la persona a quien reemplaza aunque el trabajo sea el 70% u 80% de la calidad del sustituido. Así, los mayores 50 quedan en una situación compleja.

El resultado es una brecha cada vez mayor entre el momento en que dejan de trabajar y el acceso a la jubilación. Este período puede ser de 10 o 15 años si el retiro es a los 50, hasta alcanzar los 60 o 65 que permite acogerse al retiro, una eternidad de tiempo para estar sin ingresos regulares ni una red de contención sólida, por lo que muchos deben reinventarse, emprender o buscar alternativas para llegar a la edad de retiro sin caer en la precarización.

Sin embargo, mientras miles de trabajadores mayores de 50 años quedan atrapados en una tierra de nadie, demasiado jóvenes para retirarse, pero considerados «demasiado caros» o «desactualizados» para muchas empresas, aparece un nuevo nubarrón, un sistema de jubilaciones quebrado.

El sistema previsional de la Argentina enfrenta un desafío cada vez más complejo, con una población que vive más tiempo, menos jóvenes ingresando al mercado laboral y una economía inestable, la sostenibilidad de las jubilaciones está en jaque.

El modelo previsional actual se basa en un esquema de reparto, donde los trabajadores en actividad financian las jubilaciones de quienes ya se retiraron. Sin embargo, esta ecuación dejó de ser sostenible. Cuando se implementaron las primeras leyes jubilatorias, la esperanza de vida apenas superaba la edad de retiro, es decir era de 65 años, por lo que el retiro se realizaba muy cerca de la finalización natural de los trabajadores. Hoy, con un promedio de vida de 77,5 años en Argentina, los jubilados perciben beneficios por más tiempo, mientras la cantidad de aportantes se reduce por las crisis económicas y el fomento de los trabajos freelancer o de la economía informal.

De esta manera se ataca al sistema previsional por dos vías, por el aumento de la esperanza de vida y por la falta de nuevos empleos que aporten al sistema.

Y como si la situación no fuera sumamente compleja, se le suma un problema demográfico: la tasa de natalidad en el país ha descendido en las últimas décadas, lo que significa que cada vez hay menos jóvenes ingresando al mercado laboral y contribuyendo al sistema. Como si fuera poco, la informalidad y el desempleo afectan la cantidad de aportantes efectivos, profundizando el desbalance y la incertidumbre.

Tenemos que agregar también que la tendencia es manifiestamente mayor a que se amplíe la edad de supervivencia y no a que se reduzca, ya que la medicina aumenta y hay más conciencia en el cuidado del cuerpo y la alimentación en las personas.

¿Qué se puede hacer frente a esta realidad? Para que el sistema previsional recupere sostenibilidad y los trabajadores mayores puedan seguir siendo parte activa del mercado laboral, podemos discutir muchas estrategias. Veamos.

Reformas en las leyes de jubilación. Algunos países ya han ajustado la edad jubilatoria en función de la esperanza de vida. También podrían implementarse esquemas de retiro progresivo, permitiendo que los trabajadores combinen jubilación parcial con actividad laboral.

Capacitación y actualización laboral. La reconversión profesional y la formación continua pueden ayudar a los trabajadores mayores a mantenerse competitivos en un mercado en constante cambio. Aunque el principal problema no sea de capacitación, sino de remuneraciones.

Sistemas mixtos de ahorro previsional. Incorporar mecanismos de capitalización individual complementarios al esquema de reparto aliviaría la presión sobre las cuentas públicas. Este sistema se aplicó en Argentina en el pasado, y se salió del mismo por cuestiones políticas. Podría mejorarse ya que tenemos dicha experiencia.

Promoción del empleo formal. Reducir cargas impositivas y combatir la informalidad permitiría aumentar el número de aportantes activos y fortalecer la base del sistema.

Hay mucho por discutir en lo que apenas enunciamos más arriba. El futuro de la jubilación en el país depende de decisiones que se tomen hoy. De lo contrario, cada vez más argentinos enfrentarán un retiro que, lejos de ser un descanso merecido, se parecerá más a un maratón de lucha por la supervivencia.

#BuenaSaludFinanciera @ElcontadorB @GuilleBriggiler

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/

Archivos
Páginas
Scroll al inicio