Por Susana Merke.- La última novela de la autora rafaelina Liana Friedrich “El Enviado” 2da. parte, nos vuelve a sorprender con su narratología disruptiva incursionando en un policial fantástico, donde el protagonista Marvin Johnson regresa para resolver un extraño caso, que le permitirá revelar un secreto ancestral y sumergirlo en un mundo desconocido, aterrador por momentos, para encontrar el camino de la luz y la identidad ausente.
Las palabras “sueño” y “pesadilla” nos abren las puertas del texto e instalan la “incertidumbre” como eje temático, que con el correr de las páginas nos permitirá dilucidar si lo vivenciado formaba parte de sueños oníricos o en verdad eran hechos reales encarnados por el personaje principal.
La novedosa propuesta requiere de un lector avezado disfrutando la lectura de las últimas apuestas narrativas en que ha incursionado la autora, mientras en un transcurrir minucioso recorremos con detenimiento la nouvelle para ingresar al mundo celta, sus tradiciones milenarias y sus ritos atávicos atrapándonos desde el inicio.
El paisaje se torna dueño y señor con sus antiguos castillos medievales, moles pétreas, callejuelas bordeadas de casitas victorianas, portales derruidos, petroglifos labrados… que generan un climax de misterio y perplejidad, donde realidad e irrealidad juegan con un lector asombrado y alerta frente a cada acontecimiento que lo avasalla por lo misterioso y arcano.
No está ausente en el relato la magia primordial de la poesía con imágenes sensoriales y metáforas recordándonos, que los caminos de la literatura son infinitos y los modos de decir constituyen el estilo del escritor. Esa permanencia de rasgos sustanciales que definen la literatura de Friedrich se prolonga en la escritura a través de los años, para señalar una extensa trayectoria como escritora comprometida, que nunca se negó a abordar distintos géneros desafiando el crecimiento personal.
El entrelazamiento de géneros que presenta el libro, sobre todo el fantástico y el terror, nos acercan a una realidad insospechada que nos permite bucear dentro de un mar de símbolos para hallar algún tesoro de la lengua.
Todos los elementos imprescindibles requeridos por el policial fantástico están presentes y utilizando los recursos de la heteroglosia, la autora construye en forma paralela y con distintos narradores las historias que hacen avanzar la acción. El cambio de tipografía se convierte en el instrumento, para diferenciar los sucesos y convertirlos en un extraño caso a resolver con indicios que dan fe de una existencia efímera, una marcada ruptura temporal según las voces de los personajes, un Teniente de policía obsesionado por resolver la desaparición de una joven mujer, y en lo más íntimo descubrir su pasado, su origen y su real identidad.
Elvio Gandolfo, escritor y editor, en “El libro de los géneros” plantea: “En cuanto al efecto que la narración fantástica trata de provocar, y que el lector busca al dirigirse a ella, suele ser una equilibrada mezcla entre el temor y el placer”.
Los dos principios fundamentales citados por Gandolfo marcan presencia en la nouvelle que transita espacios lejanos, un tiempo demasiado antiguo, quizá, que retorna para demostrar que nunca partió y ahora suma fuerza y poder, junto a un presente que se niega a aceptarlo por ignorancia o descreimiento.
La propuesta del texto es en lo más estrecho una variante narrativa que corresponde abordar, porque se sustenta en profundos aspectos religiosos de distintas culturas a los que según nuestras creencias debemos asimilar, para encontrar la esperanza de otra vida después de la muerte. La fuerte impronta del cristianismo se enlaza con las ceremonias de druidas ataviados, para prolongar en ceremonias milenarias los ritos a preservar.
Cabe aclarar que en el género policial el enigma apunta hacia lo descifrable, en el fantástico apunta a lo inexplicable y según Ricardo Piglia “En el pasaje del enigma al misterio puede representarse el tránsito del policial al fantástico, o de la ciencia ficción (que exige una explicación en el marco de los paradigmas científicos) al terror. El secreto, por su parte, codifica la interferencia entre las matrices discursivas de los cuatro géneros”.
Para nuestra autora lo policial resulta una técnica para plasmar en palabras lo que desea contar, y para ello decide instalar la acción en un ámbito alejado, acorde a la trama que se desarrolla y al que sólo los elegidos pueden ingresar. Recupera elementos sobrenaturales o inexplicables que generan una ruptura con la realidad, recurso utilizado con maestría ya que abandona las leyes físicas y las normas convencionales para crear el temor a lo desconocido a partir de la irrupción de lo fantástico; de allí la débil línea fronteriza con el género de terror que en ciertas ocasiones sentimos transitar.
El entorno convoca a un tiempo mítico, donde el suspenso colectivo atrapa a todos los involucrados en el proceso y se torna nudo de la investigación, para lentamente transformarse en una cuestión individual, enteramente personal y humana del protagonista en el final. Allí se nos muestra la verdadera naturaleza fantástica de los acontecimientos impregnados de una realidad que excede a todos aquellos que estén preparados para ver, mirar y entender las señales evidentes que nos negamos a aceptar.
Esto nos lleva a reflexionar que cuando la amenaza de lo sobrenatural se va nutriendo del vacío del saber en el enigma policial, la ficción comienza a especular con una percepción fantástica del mundo. Nos encontramos entonces frente al desplazamiento del razonamiento lógico hacia los efectos transgresores del género fantástico. Esto tiene consecuencias que operan sobre el orden del género policial.
No es menor centrar la atención en el epígrafe de la obra porque con él ingresamos al mundo literario que nos propone Liana. El sueño o pesadilla nos preanuncian el camino a recorrer junto a la galería de personajes que lo pueblan, y así caminamos la inquietud, un despertar abrupto a otra verdad y los delirios oníricos de ciertos personajes, para crear ese mundo secreto que nos transporta a otra dimensión con un narrar atrayente.
Es evidente que el policial, como género narrativo, se desvanece con el correr de la escritura y da paso a lo fantástico dentro de la ficción literaria. Es en lo más profundo un juego, donde todos los lectores participan para reconstruir su propio mundo interior y plantearse determinadas cuestiones que esperan ser resueltas: la transmigración del alma, la existencia de una real vida después de la muerte, el paso efímero por la tierra, y la constante presencia de elementos difíciles de descifrar…
Además de la lectura paralela de dos relatos que terminan uniéndose, surge como imperioso el recurso insoslayable de recurrir a citas de grandes pensadores y filósofos, que peregrinaron la historia de la humanidad como Marco Aurelio, Porfirio de Siria y Clemente de Alejandría entre tantos otros, que con sus reflexiones nos dejan intensos aprendizajes sobre el sentido cíclico de la vida, el concepto de eterno retorno cuando principio y fin se confunden en el círculo, la dualidad realidad-fantasía, el origen y el final como meta para ingresar a otra vida, sumado a los conceptos de eternidad, lo sagrado que enaltece frente a lo profano que todo lo oscurece, la imprescindible unión de la madre tierra con los espíritus sagrados…
Esta aparente contradicción entre lo lógico y lo fantástico bordea gran parte de la literatura argentina. ¿Podría ser razonable pensar en el hallazgo de lo inexplicable, en el encuentro con lo horroroso como la clave del policial en nuestra literatura?
¿Sería erróneo suponer que el secreto conspirativo es uno de los ejes centrales alrededor del cual se organiza muchas veces la escritura del nuestro género policial? ¿Pero es plausible hablar de una literatura negra? ¿O acaso erigir un estatus supone una estrechez que no entra en las producciones literarias de estos tiempos? Para Ricardo Romero, escritor y editor, sí puede hablarse de una literatura negra pero con algunas salvedades: «Por supuesto, existe. Pero lo pensaría de manera más abarcativa. No solo la literatura negra, sino también el terror, lo fantástico, incluso la ciencia ficción, no ya entendidos como géneros que se acercan o se alejan del realismo sino como deformaciones de lo real».
Recomendada nouvelle de nuestra querida escritora rafaelina para los amantes de otra vertiente alternativa de la literatura tradicional a la que estamos acostumbrados a incursionar; el pasado se une al presente involucrando a los protagonistas, en un encuentro después de siglos, por obra de los dioses y es evidente la misión que cada uno de ellos tenía asignada. Ahora, juntos y fortalecidos, los espera el reto de construir otro mundo, distinto, de paz y justicia.
Atreverse a esta lectura original y convincente es un desafío que nos ayuda a crecer como seres humanos. Gracias Liana por darnos la posibilidad de continuar disfrutando tu valiosa literatura.
La autora es profesora en Letras de la UNL.