Un cambio brutal en la forma de hacer negocios

Nuevo gobierno, nueva economía. En realidad, ahora se puso en marcha un ajuste ineludible y obligado por las malas decisiones de gestiones anteriores y en especial de la última, que imprimió billetes sin límites con tal de ganar una elección.

Por Guillermo Briggiler.- La economía argentina estaba enferma. Muchas veces dijimos que el síntoma de esa enfermedad es la inflación y que se manifiesta producto del gasto excesivo del Estado nacional que se financiaba con emisión monetaria. El nuevo Gobierno parece decidido a dar esta batalla y realizar la cura correspondiente. De manera similar a cuando el cuerpo posee una dolencia, por ejemplo, en un tobillo, uno puede seguir con la misma, con dificultad para caminar, demorando la operación para no pasar por el dolor de la misma. De la misma forma, en economía hace muchos años que evitamos la operación y de seguir con la dolencia, agonizando, terminaríamos como las economías de Venezuela o Cuba que no saben salir de la enfermedad.

Cuando uno decide tomar el toro por las astas y operarse definitivamente, deberá pasar por el dolor de la operación y luego por la molesta rehabilitación. Nuestra economía, desde hace una semana conducida por el ministro Caputo, está en el proceso de la operación, realizando un gran ajuste en las cuentas públicas, para luego pasar por la rehabilitación. Como cuando sacamos una cinta que se encuentra pegada a la piel, la quitamos de un tirón para que duela menos y no despacito.

El ajuste se está llevando adelante a través de medidas contractivas, por un lado, el sector público con recortes varios, baja de cantidad de ministerios, disminución de empleo público, suspensión de pautas publicitarias, eliminación de trasferencias a las provincias y cancelación de las obras públicas no iniciadas. Mientras que por el lado del sector privado la quita de subsidios y la suba de precios, en especial de los combustibles, va a hacer notar la falta de dinero en el mercado.

En conclusión, faltarán pesos por el achique del gasto público y la fuerte suba del costo de vida del sector privado, lo que redundará en que muchos ciudadanos y empresas deban recurrir al ahorro, en general en dólares para mantener su nivel de vida. Esos dólares antes atesorados, alimentarán el mercado de la divisa paralela.

Ese ajuste cambiará radicalmente la forma de hacer negocios en Argentina, comenzando por los servicios públicos y los combustibles, todo lo que antes se ahorraba aquí por pagar precios menores a los de mercado, se gastaba en otros bienes y servicios, esos son a los que se les reducirá la demanda futura. Cada uno de nosotros debe analizar para saber cuánto nos va a afectar este cambio en el consumo de toda la población.

Por otro lado, cambia también y de una manera brutal, la forma de hacer negocios, ya no queda lugar para aquellos que tengan que ver con el sector público, mientras que el consumidor privado, como decíamos, tendrá menos capacidad de compra. Desaparecen los productos a precios cuidados y al beneficiar las exportaciones con un dólar más alto, subirán los precios de los productos exportables en el mercado interno. En orden inverso, al liberarse las importaciones, ingresarán productos del exterior a valores menores a los que tenían, ya que era difícil conseguir bienes importados y los pocos que había se hacían valer. El proceso inflacionario del país continuará por un período de tiempo prolongado.

Sin embargo, el hartazgo es tal, que el pueblo en la plaza pidió ajuste. Es la gente pidiendo ser normales. Coros que gritaban y aplaudían policía y motosierra, situaciones impensadas anteriormente. Es un intento por volver a un país normal. Quienes recuerdan tiempos pasados, en los noventa por ejemplo, se pagaban los servicios sin subsidios y era lo normal. Es el regreso al camino del trabajo, del esfuerzo y el sacrificio. Los atajos conducen a ajustes futuros, y es lo que ahora estamos viviendo y pagando.

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/

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