Uno valora más lo heroico que fue para nuestros abuelos que entre fines del siglo XIX y principios del XX dejaron su Italia natal para llegar a esta desconocida e intrigante Argentina para ellos, al recorrer la ruta marítima que partiendo de Génova los trajo a Buenos Aires.
Fue heroico dijimos con sólo pensar en los precarios barcos de entonces comparados con los de ahora, por caso, un crucero con el que recientemente hicimos la misma ruta, pero a la inversa, llegando a Savona (puerto cercano a Génova) tras recorrer más de 10.000 kilómetros en 18 días, con partida desde Santos (club homónimo en el que se destacó Pelé) y detenciones en los puertos brasileños de Río de Janeiro, Ilhéus, Salvador (Bahía), Maceio y Recife, Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias), Casablanca (Marruecos) y Savona.
Hoy, nuestro propósito es aportar datos del barco que habitamos desde el 19 de marzo hasta el 5 de abril último. Majestuoso por fuera, es impactante e increíble por dentro, como para superar todo lo imaginable.
El Costa Romántica –de él se trata- fue construido en 1993 en Venecia, pesa 53.049 toneladas, mide 220 metros de largo, 30 metros de ancho, dispone de 11 pisos con ascensores en varios sectores. En nuestro viaje lo ocupaban 1.620 pasajeros y 580 tripulantes.
Un automóvil llena el tanque de combustible con menos de 100 litros. El barco que describimos -asómbrese- inició el viaje con 2.300.000 litros de gasolina y 180.000 de diesel para hacer funcionar cuatro motores de 7.200 caballos de fuerza cada uno; alternadamente se mantienen dos de reserva y los restantes activan las hélices de 5 metros de diámetro a 140 giros por minuto, con velocidad máxima de 20 nudos (un nudo equivale a 1,8 kilómetro por hora) que permite un avance de 37 kilómetros en 60 minutos.
La nave cuenta con 4 generadores que producen 3.600 kilowatios, electricidad equivalente a la necesaria para 2000 viviendas. Se consume agua tratada en 2 estaciones que producen 500 toneladas por día.
Dadas las citadas dimensiones de largo y ancho, el barco cuenta con ambientes muy amplios, por ejemplo: un comedor para 850 personas, 550 asientos en el teatro con boca de escenario de 14 metros.
Puesto de mando
Los barcos que trajeron a nuestros abuelos desde luego no contaban con el sistema de navegación que observamos en el puesto de mando equipado con girocompás, navegación por satélite, posicionamiento global, recepción de ondas corta por satélite, radares, estación meteorológica, indicador de profundidad, piloto automático, gionometro, control de la sala de máquinas, indicador de ruta, entre otros instrumentos.
Gran seguridad
Un radar en funcionamiento con pantalla digital permite detectar barcos y cualquier obstáculo distante hasta 96 millas marinas. Con tal tecnología, la era del Titanic terminó. El timón sólo se utiliza manualmente al zarpar o entrar a puerto. Durante la navegación funciona el piloto automático. Lo que se siguen utilizando son los mapas náuticos.
A bordo hay dos grandes peligros: fuego y agua. Estos transatlánticos modernos cuentan con detectores electrónicos y puertas cortafuego para cerrar el sector afectado, aislándolo y así impedir que las llamas alcancen otras zonas. Asimismo hay puertas estancas que al cerrarlas bloquean toda vía de agua producida por un accidente.
Hay sectores de acceso prohibido para los pasajeros donde actúan los ingenieros electrónicos, sastres, tapiceros, decoradores, carpinteros, almacenes de diversos materiales, depósito de pintura, etc.
También funciona una imprenta que diariamente edita la hoja “Today” en los idiomas necesarios para que la detallada información de la actividad de cada jornada llegue a todos los pasajeros de distinta nacionalidad.
Los desperdicios
Más de 2.200 personas a bordo producen toneladas de desperdicios que llenan contenedores con plásticos, papeles, comida, vidrio y metal. Un incinerador elimina lo que se puede quemar. También funcionan trituradores y máquinas para aplastar latas y plásticos.
Cocina espectacular
La comida con menú a la carta se elabora en una cocina que visitamos y es realmente espectacular. Tener en cuenta las más de 2.200 personas a bordo. Toda de acero inoxidable en la que trabajan 150 cocineros. Los panaderos realizan fantásticas piezas que da pena morder; hay escultores de hielo y vegetales, son operarios procedentes de Filipinas que previamente a la incorporación al barco estudian entre 5 y 6 años para graduarse de cocineros-escultores, los que periódicamente presentan en exposición verdaderas obras de arte realizadas con panes, melones, zapallos, sandías y vegetales diversos.
Cada semana se consumen 2.500 kilos de carne y 1.800 de pescado. El crucero parte con 4.500 botellas de 80 clases de vinos internacionales, más de 450.000 botellas de agua mineral. Diariamente se lavan mil sábanas y en la sección planchado trabajan exclusivamente chinos.
Entretenimientos
A bordo no hay posibilidad de aburrimiento. Teatro todas las noches, hay tres salones de baile; un equipo de animación compuesto por 15 jóvenes presenta a toda hora del día y la noche entretenimientos, concursos y juegos varios.
Están habilitados un casino, salón de belleza, gimnasio, biblioteca, capilla con capellán; sala de relax, entre otros.
Diariamente se instalan tiendas ofreciendo mercadería de todo tipo con precios libres de impuesto.
El autor fue director del diario La Opinión de Rafaela durante 20 años.