Y sí, si Atlético no perdió anoche como local, está claro que deberán pasar muchas cosas más para que el albiceleste pierda en el Nuevo Monumental. Acaso tendrá que vivir una noche calcada a la de Chacarita el 30 de setiembre pasado, pero exactamente igual.
Porque el partido de ayer se pareció mucho a aquel, claro que hubo algunas diferencias sustanciales. Atlético jugó mal, bastante mal, pero enfrente hubo un equipo demasiado limitado, que no ganó porque en ningún momento se metió en la cabeza que podía llevarse tres puntos.
Todos dicen que quieren ganar, pero Antoniana mostró que eso a veces es una mentira. Los salteños salieron a buscar el empate como mejor resultado y nada -ni siquiera jugar con dos hombres más- le iba a cambiar el libreto.
Atlético volvió a mostrar una fase que empieza a ser preocupante. Tal como había ocurrido ante Huracán, al celeste le costó meterse en el partido. Jugó el primer cuarto de hora como diciendo «vamos a ver qué pasa». Mientras el rival corría y metía en todos lados.
Y cuando quiso darse cuenta, Basualdo y Aguilar ya tenían acorralados a Giménez y Levato; Gómez le caminaba las espaldas a Mánquez; Delfino no lo dejaba respirar a Villalba. Entonces, rápidamente el partido empezó a jugarse al ritmo del visitante.
Atlético no encontraba la pelota, no había un conductor y tampoco había variantes. Antoniana se fue del primer tiempo siendo claramente el que más chances había tenido. Los de Ginarte apostaban casi exclusivamente a las pelotas paradas que nunca funcionaron.
A la vuelta del descanso, Atlético ensayó un cambio de imagen. Sin embargo, el partido seguía estando a pedir de Antoniana que se sentía muy cómodo. Entonces Ginarte buscó un cambio de aire con el ingreso de González, que volvió a jugar algunos minutos interesantes.
Eso pareció sacarlo de su libreto a Juventud, porque el cordobés iba por todos lados sin posición fija y en el medio los salteños ya no tenían una marca. Claro que las buenas intenciones de González no contagiaron al resto.
Y llegarían los minutos de impaciencia y de impotencia. Amonestado, Villalba cometió una falta para amonestación y se tuvo que ir. Y después, González la completó con una infracción fuerte que merecía la roja directa que vio.
La noche venía de nalga, como dijo el técnico después del partido, pero ahí fue cuando quedaron al descubierto las verdaderas intenciones de Antoniana. El empate valía casi más que un triunfo para el equipo de Ridella. Y por eso no se tentó con ir a buscar los tres puntos que había merecido, pero que no supo conquistar.
Atlético sólo salvó el invicto de local, algo que resulta poco para las aspiraciones de protagonismo que tiene. Evidentemente hay muchas cosas por mejorar y fue un pasito atrás con respecto a Huracán. Ahora, comenzarán las exigencias jugando lejos de casa.
Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 28 de agosto de 2005.