Las Cumbres de las Américas son reuniones de los Jefes de Estado y de gobierno de todo el continente, cuyo objetivo es preparar una agenda amplia basada en principios comunes; acordar planes de acción ante los desafíos sociales, económicos y políticos de la región y que cada país se compromete a implementarlos en el nivel nacional. El tema «sombrilla» de esta cuarta edición, que se realizará en Mar del Plata, pretende encarar el desafío quizás más importante para la región: «Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática».
Este evento motiva numerosas convocatorias previas, en las que organizaciones sociales de todo tipo definen las distintas expectativas, posicionamientos y recomendaciones. Entre otras, la III Cumbre de los Pueblos, en la que convergen cientos de la sociedad civil para debatir y plantear alternativas a lo que califican como el modelo neoliberal imperante.
La esperanza es que el lema de esta Cumbre americana sirva, como nunca antes, para tomar conciencia y debatir a fondo la cuestión social como prioridad de nuestro continente, y el papel determinante del trabajo como única estrategia genuina para combatir la pobreza y la exclusión.
Una simple y contundente constatación indica que el trabajo genera salario, éste implica capacidad de consumo y, por lo tanto, crecimiento de la demanda de bienes y servicios, con la consiguiente motorización de la producción. Esto resulta, sin embargo, insuficiente si el Estado no estimula esa producción con políticas de créditos blandos que hagan posible el surgimiento de pequeños y medianos emprendimientos (redes horizontales), y también su articulación con cadenas productivas verticales con mayor valor agregado y mayores ingresos. Se pone así en marcha un «círculo virtuoso» que permite la sustentabilidad económica del proceso. En este sentido, y tal como se expresa en el artículo que sigue, el éxito de las políticas sociales depende de que «no sólo se dé pescado y se enseñe a pescar, sino también de que se asegure la real existencia de peces en la laguna…»
Pero conviene no olvidar la advertencia del economista Stefano Zamagni: «Los pobres poseen sólo un potencial de trabajo. Para transformarlo en fuerza de trabajo efectiva, la persona necesita de una adecuada nutrición». En otras palabras, reivindica la importancia de las iniciativas destinadas a atender las «urgencias» nutricionales, sanitarias y educativas de nuestro pueblo, sobre todo de los más débiles.
Esta mirada integral, donde la atención de lo urgente (políticas asistenciales) permite avanzar a la obtención de lo importante (políticas sociales, laborales y económicas), permite completar la ecuación: trabajo-salario-consumo-producción, y garantizar una mejor distribución de la riqueza.
Hablamos de «trabajo», y no de empleo porque pensamos en un trabajo digno, que abarca las «instituciones sociales» logradas por los trabajadores: salario familiar, salario diferido que garantiza una jubilación digna, sistema social de salud, recreación y capacitación, régimen de licencias -incluida la protección a la maternidad y la familia-. Como bien se ha dicho: la dignidad del trabajo equivale a los derechos que éste efectivamente conlleva.
Si pensamos en la importancia del trabajo como eje articulador de la vida de las personas, en la construcción de su subjetividad y autoestima, en la consolidación de los vínculos familiares, en las dinámicas de cohesión social podemos concluir que ningún otro elemento es más poderoso para solucionar los problemas de pobreza, violencia e inseguridad de la región. «El trabajo humano es la clave esencial de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre», nos recuerda Juan Pablo II en la encíclica Laborem exercens.
Convertir a este tipo de «trabajo» en un objetivo de la política económica es, además, revertir la idea del empleo que nace por el efecto «derrame» de un crecimiento económico que, en realidad, lejos de llegar a todos, se ha concentrado en un selecto grupo de beneficiados.
Es el desafío de esta nueva Cumbre. Si genera políticas que avancen en esta dirección, y no terminen por exacerbar las contradicciones existentes, prestará un servicio largamente esperado para nuestros pueblos.
Fuente: www.ciudadnueva.org.ar.