Una de las materias pendientes de la Argentina es la falta de diálogo entre los distintos sectores sociales y el empeño por trabajar por el bien común. Basta mirar algunos ejemplos como el conflicto de las papeleras entre Argentina y Uruguay que provoca el corte de rutas de los asambleístas de Gualeguaychú, la no elección del rector en la UBA, la violencia en el fútbol y la perpetuidad de Grondona en la AFA, la metodología nefasta del gremio de los camioneros de taponar las empresas, la interna entre Perotti-Peirone a nivel local. En el fondo lo que subyace es la presencia de intereses sectoriales por encima de la búsqueda del bien común.
Hace unos días se realizó la 92° Asamblea Plenaria del Episcopado en Pilar, que emitió el documento «Bien común y diálogo». Llamó a fortalecer el diálogo para superar la excesiva fragmentación que debilita nuestra sociedad. Al mismo tiempo, convocó a una mayor disposición para encontrar los consensos necesarios que nos ayuden a reafirmar nuestra identidad y crecer en la amistad social.
Al respecto, en una entrevista con monseñor Carlos Franzini, obispo de la diócesis de Rafaela, el sábado último en radio Mitre Rafaela, dijo que «vemos que hay una enorme dificultad para el diálogo entre distintos sectores sociales, entre el Gobierno y la oposición, que están empeñados en la búsqueda de sus propios intereses y no hay una mirada abarcativa en la búsqueda del bien común”.
El texto del Episcopado dice que a pesar de los logros que con el esfuerzo de muchos argentinos hemos obtenido en estos últimos años, los niveles de pobreza, exclusión social e inequidad todavía son altos. Es necesario que viviendo con más austeridad nos preocupemos mucho más de los pobres y nos comprometamos con el espíritu solidario a acrecentar la riqueza del país y a distribuirla con mayor equidad.
En esta línea, Franzini remarcó que “en la medida en que se busque un crecimiento económico con mayor equidad la situación se irá revirtiendo, no sólo equidad en la distribución sino en las preocupaciones. Hay que destacar el aumento del 6% del PBI en la educación y se tiene que traducir en un compromiso real para mejorar el sistema educativo argentino. La superación de la exclusión y de la pobreza pasa por la educación, no sólo por sueldos más dignos que también hay que buscarlos”.
En medio de la crisis de 2001-2002, se convocó a la Mesa del Diálogo del 2002 que
fue una experiencia a través de un ofrecimiento de la Iglesia a raíz de un pedido del Gobierno con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, que generó un espacio de diálogo y de encuentro que se plasmó en propuestas concretas en lo institucional, la justicia, el trabajo, la economía, la cultura y la educación. A pesar de algunos avances, la reforma política ha quedado en el olvido. Hace unos días los legisladores acaban de suprimir las internas abiertas.
Emilio Grande (h.)
