Texto bíblico proclamado: Carta a los Romanos 12, 3-12
Queridos hermanos:
Nos volvemos a encontrar en esta iglesia Catedral de Rafaela para celebrar un nuevo aniversario de la declaración de la independencia nacional, acontecida el 9 de julio de 1816 en San Miguel de Tucumán.
Agradecemos la presencia de las autoridades del Gobierno Provincial, presidido por el Señor Gobernador, que da particular relieve a nuestra celebración y expresa la conciencia del lugar central que la dimensión religiosa tiene en la vida de las personas y de los pueblos, también en nuestra provincia de Santa Fe.
Continuando con una tradición tan antigua como la misma Patria damos gracias a Dios por el don de nuestra libertad e independencia como Nación, y lo hacemos reunidos como comunidad creyente y orante, acompañados con la respetuosa presencia de hermanos y hermanas que, aún sin compartir nuestra fe, reconocen su incuestionable vigencia en la vida de nuestro pueblo desde sus orígenes.
El año pasado reflexionábamos sobre la fraternidad que nos vincula y nos hace Nación. Reconocíamos que sin verdad, diálogo y compromiso por el bien común no es posible construir los vínculos fraternos que constituyen el entramado básico de toda Nación.
Hoy, iluminados por la carta de San Pablo a los Romanos, avanzamos en nuestra reflexión y reconocemos un elemento necesario para avanzar en la auténtica fraternidad: me refiero a la riqueza de la diversidad. Ser un pueblo fraterno no significa ser un pueblo uniformado, encasillado en parámetros comunes e iguales para todos. Lo diverso, cuando es complementario y no excluyente, nos enriquece y ensancha nuestros horizontes.
La figura del cuerpo utilizada por San Pablo para la comunidad cristiana nos ayuda a entender cuanto decimos. En un cuerpo hay distintos miembros con diversas funciones que, armónicamente integradas, realizan el bien común. Cada miembro es importante e irremplazable; aislado nada puede; orgánicamente integrado alcanza sus objetivos, que ya no son exclusivos sino de todo el cuerpo. Estas simples y lúcidas comparaciones son referidas primariamente a la comunidad cristiana, aunque pueden ser aplicadas también a esa singular comunidad que es una Nación.
También la Patria está formada por la riqueza complementaria de sus habitantes, sus regiones y provincias, con sus historias y características propias y distintivas. El Congreso de Tucumán fue una primera expresión concreta de esta Nación una y diversa. Aún hoy tenemos el desafío de construir la unidad desde la riqueza de la diversidad, porque siempre está latente el riesgo de una diversidad que nos distancia y nos enfrenta. Una mirada serena y objetiva a nuestros casi doscientos años de historia independiente nos muestra hasta qué punto este riesgo es real y cuanto enfrentamiento y desencuentro puede provocar la pretensión de uniformar, que no es lo mismo que buscar la unidad.
Los representantes de las provincias tenían el mandato popular de declarar la independencia y afianzar la unidad nacional, por encima de intereses particulares o presiones de grupos de poder. El desafío era grande porque grandes eran las diversas realidades, historias y culturas que debían integrar ese conjunto orgánico que era la nueva Nación independiente. Con espíritu magnánimo y auténtico sentido patriótico, aquellos hombres fueron capaces de afrontarlo, dando la respuesta adecuada al momento y a las circunstancias.
Hoy sigue vigente el mandato popular con nuevos desafíos y nuevas realidades que reclaman el mismo espíritu magnánimo y el mismo sentido patriótico que nada antepone al bien común de la Nación y que sólo busca defender la dignidad humana y el bienestar general de los ciudadanos.
Rezamos especialmente en este día para que nuestros representantes sean fieles al mandato de sus electores y a las propuestas anunciadas en sus programas electorales, ocupándose de los reales problemas de nuestra sociedad, sin traer “importados” planteos ajenos a nuestra idiosincrasia y a nuestra mejor tradición cultural. Pedimos que en su gestión siempre privilegien el bien común, busquen afianzar la unidad e integrar la diversidad de nuestra inmensa y variada realidad nacional.
De manera particular hoy queremos rezar para que el matrimonio formado por el varón y la mujer, complementarios y abiertos a la comunicación de la vida sea cada día más valorado, promovido y protegido. Y que no sea injustamente discriminado al pretenderse asimilarlo a otras realidades que nunca podrán ser matrimonio. No lo hacemos por motivos meramente confesionales; creemos que está en juego el bien de la Patria, cuya célula básica es la familia, así entendida, vivida y valorada desde siempre.
Que Dios Nuestro Señor, a quien el Preámbulo de la Constitución Nacional reconoce como “fuente de toda razón y justicia”, ilumine a todos los argentinos –gobernantes y gobernados- para que en este nuevo aniversario de la independencia avancemos con firme determinación en la construcción de una Patria unida y solidaria, que incluya lo diverso y lo potencie el servicio del bien común.
Homilía pronunciada el 9/07/10 por el obispo de Rafaela, Mons. Carlos María Franzini, en la Iglesia Catedral, durante la Solemne Celebración de Acción de Gracias, con motivo de la fiesta patria.