Por Alicia Riberi.- Cuando voy a escribir una nota realizo un análisis exhaustivo de las distintas aristas del tema que me ocupa, pero más reflexiono, más detecto que el hombre ya no tiene límites, ha perdido el rumbo y eso es muy triste porque nos dice que los valores se encerraron en un desván y cualquier cosa justifica la indiferencia por los mismos. Personalmente tuve una mala experiencia con el PAMI, cuando mi madre enfermó -como todos saben a cada jubilado le corresponde un médico de cabecera y no puede ir a otro sin pagar – la llevé hasta el consultorio del doctor y le dije que tenía a mi madre en el auto muy mal y me respondió: «cuando termine de atender toda esta gente que tengo en el consultorio la atiendo»; demás está decirles que me llevé a mi madre a otro lado indignada y dolorida, a los tres días mi madre murió.
Yo no busco venganza porque creo que la justicia le corresponde a Dios. Ahora escucho que la madre de una amiga demora en conseguir las drogas oncológicas, como tanta gente, como si fuera no conseguir una bayaspirina y es cuando pienso en lo inhumano que es el poder, porque detrás de él se esconde la solvencia económica, en contraposición con lo que muchos jubilados padecen, que es la escasez de recursos, que los paraliza y les impide comer como corresponde, tener las mismas oportunidades para sanar y cuántas cosas más. Siempre se habla del jubilado como una carga para el Estado, pero resulta que el jubilado trabajó y aportó, como por ejemplo en mi caso treinta y ocho años y es lo lógico que el Estado me devuelva lo que me corresponde cuando trabajó con mis aportes tantos años.
Deberíamos sacarnos las máscaras, da asco tanta hipocresía, nos rasgamos las vestiduras por los pobres, por el hambre cuando es el mismo poder el que lo provoca y los conforma con migajas porque están acostumbrados a recibirlas, en lugar de enseñarles a ser dignos, preparándolos para un trabajo que les posibilite crecer, ser y desarrollarse, pero es más fácil lo que hacen para poder controlarlos y evitar que sean libres, los obligan a depender siempre de alguien más, porque han provocado que su autoestima se desmorone.
Las personas que pensamos diferente deberíamos darle otro mensaje a los que son usados y la Educación es el arma más importante y los docentes tienen una oportunidad histórica de cambiar lo que pareciera imposible. Ser pobre no es sinónimo de ser delincuentes, hay delincuentes mayores de guantes blancos y nadie los juzga.
Despertemos, como puede ser que como sociedad no reclamemos valores por nuestros hijos, nietos y por lo que hemos luchado los que somos honestos…Nunca me importó tener dinero y por eso no lo tengo, pero si me sacaron el sueño los valores, la familia, el diálogo como herramienta para acercar y no para dividir. Este país, vive en un círculo vicioso y pareciera no aprender más y no es culpa de Macri, ni del Presidente actual, ni de Cristina, es culpa de todos nosotros que pensamos individualmente y para nuestro beneficio y no como comunidad y elegimos uno para darle la contras al otro y así seguimos eternamente.
Pero me permitiré seguir soñando que entre todos podremos cambiar esta manera nefasta y destructiva de vivir por una constructiva y promisoria. Tiene que haber un límite.