Tiempo de definiciones…

Tenemos que definir entre esas opciones tan cerradas: Massa o Milei. Con tantas dudas como convicciones, en domingo 19 concurriremos a las urnas.

Por Ricardo Miguel Fessia.- Por méritos propios y causas ajenas los argentinos estamos en esta verdadera encerrona de tener que optar por alguno de los dos candidatos que lograron la mayor cantidad de votos en los pasados comicios.

Si las PASO del 13 de agosto exhibía cierta modestia, la convocatoria para el 22 de octubre fue definitivamente pobre y la que nos espera el 19 de noviembre es definitivamente pérfidas.

No solo por el hecho que ninguno ha demostrados tener idea, al menos aproximada, de un proyecto de país. Todas las exposiciones fueron frases cortas e inconclusas. Pero estamos entre ante alguien que grita demostrando descontrol emocional, todo lo que no se necesita de un gobernante, emitiendo propuestas desquiciadas a tal punto que en la mayoría de ellas dice que en verdad no dijo eso y otras que se llevarán adelante en dos o tres décadas. Enfrente otro que actúa extremadamente coucheado cuya idea, si la tiene, es la que demuestra desde hace un año: medio país pobre, 4,2 millones de indigentes y 140% de inflación anual.

La propuesta libertaria lleva a Milei acompañado por Villarroel. Ambos hicieron su aparición poco tiempo ha y con bastante apoyo de los que precisamente criticaba ácidamente. Cosechó simpatías y adhesiones en forma rápida al menos por dos razones principales: por un sector de personas que se identifican con la ultra derecha y por aquellos que se manifiestan de esa forma ante los vacíos que dejó la democracia. Sin dudas que al tiempo de evocar los cuarenta años no hay avances -cuando no retrocesos- en el sistema institucional y en la fortaleza de los principios republicanos. Solo mencionar que en 1985 se dispuso sentar a todas las cúpulas militares en el histórico juicio a las juntas que terminó condenando a los responsables del genocidio y ahora no se puede abrir el celular como medida probatoria jurisdiccional a “Chocolate” Rigau, un personaje que se encarga de los mandados, un lumpen.

Ese candidato sostiene que los militares en el proceso, de Videla para abajo, cometieron “excesos”, pero que Alfonsín fue un “autoritario”, a boca de jarro, lo que muestra una tendencia. Claro que no lo hace por error o falta de conocimiento, sino como el producto de un análisis absolutamente equivocado, y hasta aquí no hay mayor problema, pero que exhibe su costado directamente fascista.

Por otro lado, el histórico peronismo, ese “gran movimiento nacional y popular”, como lo definiera su fundador, lleva a Massa para la primera magistratura acompañado por Rossi que en las últimas semanas está tan escondido como la propia vicepresidente.

Acá la cosa es más fácil, y para ello nos servimos del “Digesto ideológico justicialista básico”. El mismo nos dice, “más que decir es hacer y más que prometer es realizar”. Veamos; el eje de la campaña es la actual gestión, en la porción que el consumidor quiera; los cuatro años o el último. En ambos casos es la peor desde el regreso de la democracia y esto es aceptado hasta por los propios que ensayan una justificación en la pandemia y la guerra.

De todos modos una cosa es el pasado y otra lo que se debe enfrentar en un nuevo desafío y para ello se escogen los mejores representantes. Por lo tanto hay que indagar sobre la personalidad de ellos. Otra vez recurrimos al “Digesto” y en el capítulo de la M vemos a Massa, Sergio Tomás: “Sinvergüenza, vendepatria y cagador», según el concepto del señor Juan Grabois. Pero como tiene varias entradas, la siguiente indica: “Hay que embocar de una buena vez a ese hijo de puta», -el hdp es Massa- en palabras textuales de Cristina a su partenaire preferido, Oscar Parrilli. Cuando Massa concluyó su visita al Paraguay por los acuerdos del peaje de navegación del río Paraná, el Presidente guaraní apenas despegar el avión e interpelado por la prensa dijo: “a este hombre no le compraría un coche usado”.

Nada nuevo decimos con esto de que la vida no tiene retorno, no se puede desandar lo pasado. Pero existen situaciones en que uno tiene la sensación de haberlas vivido. No viene a la memoria la idea de Giambatista Vico de que la vida es un “corsi ricorsi”. En su libro “La ciencia nueva” sostiene que la historia no se repita en un sentido literal, desde luego sino en la reiteración de situaciones que tienen “un aire de familia” con situaciones pasadas.

En términos de Vico y aplicado a nuestra realidad, parece que hay una tendencia a pensar que la historia es circular y que los errores y horrores del pasado están en permanente regreso y hasta remozados en los hechos.

Recordamos ahora un tiempo pasado en donde también era absolutamente necesario dar continuidad al proyecto y para ello no había límites; las elecciones de 1952. Toda la maquinaria estatal, sin pudores ni límites, estaba en forma desembozada detrás de la imperiosa necesidad de continuar con la política iniciada seis años antes. Un hombre blandiendo su coraje cívico, muchas veces escasos y más en tiempos de ciertos populismos, que era profesor universitario se plantó y enfrentó la arbitrariedad, el capricho despótico y la demagogia desmesurada: se llamaba Rafael Bielsa.

En septiembre de 1952 dictó una conferencia que luego plasmó en un folleto que se tituló “La formación del gobernante y la educación jurídica”. Su lectura no lleva derechamente a Vico con eso de que la historia es un “corsi recorsi”. Hablaba sobre los perfiles de la democracia y de la delgada línea que la separa de cierto totalitarismo si no es, a la vez, republicana. En un pasaje se refiere a un tirano ateniense, Cleón -siglo IV a.C.- que era “un palabrero improvisado, que explotaba la credulidad de las masas para excitarlas, al tiempo que las sobornaba, acostumbrándolas a codiciar lo ajeno y a la indisciplina (lo mismo que un mal padre de familia que en lugar de imponer el orden y la disciplina da rienda suelta a los menores irresponsables, acompañando de caramelos de prédica)”. A los déspotas los llama “socializadores de la arbitrariedad”. En cuanto a la contumacia y mala fe gubernamental, expresa: “por ejemplo, ocultar la realidad hasta pasadas las elecciones o los actos de papanatismo popular y empezar al día siguiente el plan de claudicaciones, las palinodias, etc”.            

Nada más parecido a nuestra realidad que se plasma en la oferta electoral que para nosotros es una trágica encerrona.

Tenemos que ocurrir a las urnas, de eso no hay dudas y es lo que se debe sostener. Hay que optar y ambas fórmulas recibirán millones de papeletas que el recuento permitirá consagrar una.  

De lo que se trata es de elegir en el más amplio margen de libertad dentro del sistema democrático. Se parte de la persona, se funda en el individualismo. Término este que no les gusta a muchos y enfurece a otros, más que nada a los que hablaron de comunidad organizada y de esas otras formas de corporativismo.

Pero en todos los modelos y en las formulas que se puedan ensayar el objetivo es alentar, cuidar y destacar al individuo. Esto no es el individualismo y mucho menos el egoísmo, muy por el contrario. Es el freno a los demagogos que insuflan sus gargantas y espetan vocinglerías en nombre del pueblo y detrás de ese cartelón ocurren las cosas más degradantes para las personas y otras indignas para el grupo social. Con la consigna de la inclusión se soportó y hasta algunos vieron con la simpatía de que “tira una canita al aire” el escandaloso espectáculo de Insaurralde que en plena campaña luce su tez al sol del mediterráneo a bordo del costosísimo “Bandido”, propiedad de otro puntero bonaerense. Según los informes oficiales, que constan en la causa judicial, toda la “vuelta” llegó a la cifra de 55 mil dólares. El costo de un departamento. Nada más ajustado que esa reflexión de Charles Darwin “los habitantes del país ayudan invariablemente al delincuente a escapar; parecería que piensan que el hombre ha pecado contra el gobierno y no contra el pueblo”. Nada mas claro.

La libertad, más la libertad de consciencia, no tiene límites y se debe luchar contra cualquier forma en encorsetarlo, en particular de esas maniobras de típico corte fascista.

Tenemos que definir entre esas opciones tan cerradas y que un amigo esta semana me dijo: “en definitivas tenemos que definir la interna del menemismo”, en referencia a que ambos se identifican con el gobierno de esa verdadera década infame. Uno dice que fue “el mejor presidente de Argentina”, igual que lo dijo Néstor C. Kirchner en el aeropuerto de Río Gallegos que en su calidad de gobernador fue a recibir a ese presidente; el otro se incorporó y se desarrolló en esa gestión llegando de la mano de la UCEDE. Uno es una amenaza, el otro es la realización de esa admonición y lo padecemos a cada minuto.  

Qué diferencia; hace cuarenta años votamos “por lo que queríamos ser”, hoy votamos “por lo que somos”.

En otros días, pero con situaciones similares y hasta más críticas, Alem sostuvo: “Dejad esa tendencia de esperarlo todo de los gobernantes, porque ese proceder rebaja el nivel moral de los pueblos”. Con tantas dudas como convicciones, en domingo 19 concurriremos a las urnas.

El autor es rafaelino, radicado en la ciudad de Santa Fe. Abogado, profesor titular ordinario en la UNL, funcionario judicial, ensayista.

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