Por Emilio Grande (h.).- Algunos obispos de la Iglesia Católica salieron a recomendar “razonabilidad” en la aplicación de las medidas de prevención del coronavirus luego de que un padre de Neuquén no pudo despedir a su hija que padecía de cáncer porque le impidieron ingresar a Córdoba, donde estaba internada, ya que presuntamente el hombre había contraído el Covid-19.
Ante la consulta de este cronista, el obispo diocesano Luis Fernández opinó que “me parece oportuna la recomendación de la Iglesia de pedir ´razonabilidad´ a las autoridades, en la aplicación de las medidas de prevención del coronavirus, sobre todo luego de la muerte de Solange, la joven fallecida de cáncer que no pudo ser acompañada por su padre que había viajado desde Neuquén a Córdoba para estar esos últimos momentos con su hija. Es importante tener presente el ´principio de proporcionalidad´ entre las medidas de prevención y las situaciones humanitarias, donde hay también que evaluar el costo de la vida privada y social”.
Y agregó: “Privar de la posibilidad de algo tan profundo del ser humano, como es poder despedirse y acompañar a un ser querido a quien no va a ver más en esta vida, es para un profundo discernimiento, y más cuando se ´presume´ un contagio, según mencionan las noticias. No se duda del principio fundamental del ´bien común´, así como el de ´salvar vidas´, pero somos conscientes que cuando una ley gravita de una manera imperativa e impositiva, sin discernirla con los valores naturales de la misma humanidad, como son la misericordia, la ternura y el encuentro, podemos ofender el sentir mismo de Dios, y las entrañas más hondas de un pueblo”.
Alberto Bochatey
En la misma línea de pensamiento, el presidente de la comisión para la Pastoral de la Salud del Episcopado, el obispo Alberto Bochatey, consideró que las normas sanitarias deben adecuarse al “principio de proporcionalidad” entre las medidas de prevención y las situaciones humanitarias, sin perjuicio de los necesarios cuidados, según publicó el colega Sergio Rubin el domingo último en diario Clarín.
Bochatey citó un reciente documento de la Academia para la Vida del Vaticano que recuerda ese principio, como también -añadió- señala que, si bien la vida es un valor primordial, “una situación de riesgo cero sigue siendo una imposibilidad” por lo que “habrá que tener en cuenta también el costo de la vida privada y social”.
Además, destacó la importancia de que los familiares del enfermo tengan algún tipo de proximidad con los debidos recaudos, al igual que este reciba una asistencia religiosa porque “lo humano y lo espiritual son muy vitales y de hecho, pueden ayudar a su recuperación”.
Si bien en la ciudad de Buenos Aires se trabaja en un protocolo para que los familiares puedan despedir a sus parientes enfermos -el sanatorio Mater Dei ya cuenta con uno- y hace unas semanas los capellanes hospitalarios pueden brindar asistencia, la situación es muy restrictiva en muchas provincias.
En la ciudad porteña también está permitido desde hace unas semanas que los sacerdotes oficien un responso en los entierros, que deben ser al aire libre y del cual deben participar un máximo de cinco familiares, pero no en todo el país los familiares pueden despedirse de un ser querido como mínimamente desearían.
El jueves, durante una reunión del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, con los principales líderes religiosos de la ciudad, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, pidió que se elabore un protocolo para que los familiares puedan visitar a parientes que viven en geriátricos.
En la ocasión, Rodríguez Larreta anunció que elevará a la Casa Rosada una propuesta para que a partir de setiembre vuelvan las celebraciones religiosas a los templos de todos los cultos de la ciudad, lo que incluye en el caso de los católicos la misa, aunque con limitaciones.
En ese sentido, trascendió que los oficios religiosos podrán hacerse con un máximo de cuarenta fieles, siempre que no supere el 25% de la capacidad del lugar.