Por Felipe Ángel.- El horizonte paradigmático de las últimas décadas, el de T.S. Kuhn, en una manera cuya unicidad es requerida para este propósito, se encuentra aquí confinado a la cuna que procrea. No es un escenario adulto aquel que decide no decidir. Si todos los paradigmas son igualmente validados, lo humano como un todo carece de los logros que los siglos necesitan para inclinar el destino hacia una permanencia cualificada en la Tierra. Esto no dicho como un argumento a favor de lo que busco. Las consecuencias no son auto-causadas. A través del patrón en la manera en que día a día toma decisiones, cada individuo se comporta de esta, de aquella o de otra manera. Esta es la intencionalidad civilizatoria; los hechos del horizonte paradigmático. Por ende, los cambios en ese horizonte obedecen menos al curso de los argumentos y más bien fluyen en lo colectivo de la práctica paradigmática.
Vemos en el horizonte paradigmático de Kuhn el cuchillo que hirió los
últimos cincuenta años. El atajo a través del cual el caminar humano
ignora los límites de la naturaleza. La práctica de un horizonte
paradigmático deriva en una manera colectiva de las cosas; por así decirlo.
Esta manera colectiva de las cosas se desarrolla en una intencionalidad
civilizatoria. En el caso de nuestros días, el horizonte no es capaz de
decidir si un paradigma porta más o porta menos certeza. Es como si no
supiésemos cosa alguna del Abuelo Cosmos o de la Madre Tierra, no ya de
nosotros mismos. No hay manera de distinguir lo que hay que hacer.
6
El horizonte paradigmático de Kuhn es necesario para la segunda mitad
del Siglo XX para ser capaz de seguir adelante sin tener que lidiar con la
locura de la primera mitad. El retrato de Kuhn abraza toda la parafernalia
de cómo el Paradigma Platónico sitúa el conocimiento desde la física a la
filosofía.
La más refinada manera de las cosas del Paradigma Platónico es argüir
que todos los paradigmas son igualmente validados porque, al igual que el
resto de las cosas según Heisenberg, no se pueden medir;
“inconmensurables” devinieron. La poética del movimiento aquí moverá
el vocabulario Jonio de las cosas. Es tu canción, vertida en la sinfonía de
nuestro cuerpo entero, el Universo.
Después de 1945, Martin Heidegger no se refirió a sus previos años como
Nazi. No conjeturo si estaba prohibido preguntarle pero nadie lo hizo. Su
filosofía permite la respiración de Kuhn. Su tarea es encontrar una
manera filosófica de las cosas que rechace tanto a Platón como a
Heráclito, tanto la carencia de movimiento del Ser como el ir hacia
adelante del Flujo. Esto es explícito en el título de su libro básico, Ser y
Tiempo. Nada es una causa y nada es una consecuencia. Aquello que llega
a ser una presencia en este mundo, florece en la unicidad de su
autonomía. En Heidegger, la individualidad, a un tiempo, deviene causa y
consecuencia de sí misma. Aquí muestro que es de otra manera.
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Heidegger reinó sin desafíos hasta que la naturaleza empezó a decir No
más. Por lo tanto, el intento de explorar las posibilidades de los logros y
las decepciones previos a Heidegger deviene un no menos obvio que
necesario paso. Augusto Angel Maya hizo el trabajo que hace posible ese
trabajo. Procrea en las Ciencias Sociales lo que Darwin en las Ciencias
Naturales: una manera de las cosas. Su influencia en muchos países de
habla castellana varía de la filosofía a la legislación, de la validación de la
mitología endógena a la educación ambiental y en muchos otros esfuerzos
individuales y colectivos, uno de los cuales es la presente propuesta.
Doy aquí varios pasos en la consolidación de lo que comenzó en el año
2000, con mi inédito libro El Método del Toto, Una Historia Ambiental de
las Ciencias Naturales, de las Ciencias Sociales y de la Ingeniería, en donde
un mapa del tiempo desenvuelve el caminar humano comenzando con la
construcción del método de la ciencia por el Australopiteco en su juntar
sabiduría a través de la recopilación ordenada de las consecuencias de las
características de las plantas en la alimentación, en el crecimiento, en la
intoxicación, salud, alteración de los estados mentales, etc. De esta forma
estableció el rol social del conocimiento especializado. El punto de
quiebre ocurrió cuando la comunidad supo que estaba en mejor manera si
este temprano médico dedicaba el día entero únicamente a su labor
médica. El segundo homínido trajo la domesticación del fuego hace
alrededor de medio millón de años. Desde este paisaje humano inicial dos
flechas epistémicas son lanzadas. A partir de ahí, han viajado milenios
hasta hoy.
8
Cada una posee una dirección autónoma, a pesar de su constante
interactuar. Un ejemplo de tales interactuaciones es el que vincula a una
notable mejora en la eficacia médica a la posibilidad de hervir el agua, y
por ende mezclar, los ingredientes farmacológicos. Este ejemplo es simple
en cuanto que no permite vislumbrar la sutiliza de la profundidad y lo
amplio de la semilla traídas por las intra-inter complejidades
entremezcladas entre estos dos flechas epistémicas que llevan el
conocimiento a través del tiempo y del espacio; esa es la tarea del libro
referido.
Desde entonces, las rutas de estas dos flechas epistémicas abrazan los
diferentes esfuerzos por enfocar el conocimiento en diferentes diversos y
específicos objetos de estudio. El Herbario Australopiteco, con el hacha
como herramienta experimental, trajo la instrumentalidad, las Ciencias
Naturales y la medicina; el fuego domesticado del Pitecántropo trajo las
matemáticas, la altura de la ingeniería y las Ciencias Sociales. Esta es la
base del Paradigma Jonio. Abarcó todo el período Paleolítico de la
Prehistoria hasta hace, digamos, trece mil años, cuando terminó la
Glaciación de Würm. No es un camino pavimentado disputar la extensión
y la continuidad del Paradigma Jonio durante el Paleolítico.
Los próximos, digamos, siete mil años, llamados Neolítico, nutren la
transición de la estrategia adaptativa causada por la diferencia entre
tratar con un kilómetro de hielo sobre lo que hoy es París y afrontar el
clima benigno que entonces comenzó, que continuó hasta lo que los siglos
9
conocen como ayer y que hoy intentamos preservar. Estas son las últimas
vueltas que alrededor del Sol la Tierra dio libre de ciudades. En ese
período el sedentarismo gradualmente reemplaza al nomadismo. Es la
más grande transformación manejada por la condición humana. Ninguna
otra ha requerido el cambio completo de la estrategia adaptativa. Antes y
después, no importa los que fueren, los cambios se restringen a una dada
estrategia adaptativa.
Los primeros milenios neolíticos marcan una de las escasas
oportunidades cuando la humanidad creció su medida. La tierna
admiración inherente simplicidad de la complejidad de la Estatuilla de los
Amantes de Ain Sakhri datada en once mil años o la plenitud de la
cercanía espiritual con los flujos de la naturaleza que inspiró los Renos
Nadadores hace trece mil años, ambos en el Museo Británico, nos lanzan
profundo dentro de nosotros como pocas épocas del arte lo logran. Para
el Neolítico he retratado el proceso de transición del Nomadismo al
Sedentarismo como inclinado hacia el Paradigma Jonio la ley, la medicina,
el mito y la ritualidad entre otros aspectos. Esto duró hasta el arribo del
Estado alrededor de hace siete mil años, fecha que señala la definitiva
cohesión de la estrategia adaptativa sedentaria. Las lógicas sedentarias
empezaron a agarrar zonas específicas en el tejido simbólico, en la
plataforma instrumental y la manera de organizar los conglomerados
para ocupar un territorio. La ciudad se volvió posible como una manera
de vivir en este planeta. El viejo actual entendimiento de la totalidad del
10
camino humano sitúa aquí, en la ciudad, la frontera que separa la
Prehistoria de la Historia.
Fue una lucha feroz que duró miles de años, has el Imperio Romano. En el
año 150 de nuestra Era, los dos Claudios, Tolomeo1 y Galeno2, lograron
algo nunca antes hecho. Sometieron el largo viaje Jonio de ambas flechas
epistémicas al Paradigma Platónico en la infraestructuras de sus lógicas,
en el corazón del conocimiento de los objetos de estudio. Largos siglos se
mantuvo de esta manera. Las Ciencias Naturales de la Modernidad son el
esfuerzo por restaurar el Paradigma Jonio, a pesar de que las Ciencias
Sociales mantienen el espíritu platónico. Mediante el espíritu platónico de
las Ciencias Sociales son hoy concebidos muchos tipos de conocimiento3.
Estás aquí frente a un esfuerzo por deshacer eso.
Bajo el título de Sinfonías Jonias presentó aquí el Método de los
Paradigmas Referenciales y englobo los casos de la magia, de la familia,
las matemáticas y la Teoría de la Proximidad. Las mutuamente tripartitas
cuatro resonancias entre los textos no son todas obvias ni están todas a
mi alcance. Aguzados, los que vienen oirán esas partes de las melodías de
las sinfonías jonias; por mi parte, delineo aquí lo que por formación e
información me pete. Cualquier método, el de Platón, Galileo o Darwin,
usa ser mejor taladrador que la profundidad de su primera generación a
11
Ver Fraude, Matemáticas y Dogma en mi libro Nada es Mejor que el Universo.
2
Ver ¿Está enferma la Medicina? en el mismo libro.
3
Ver La fuga hacia la incertidumbre, más allá de la Modernidad y de la Postmodernidad, de Augusto Angel
Maya y quien esto escribe.
11
medida que por sus maneras las décadas moldean la historicidad de los
siglos y devienen la extendida normalidad de los hechos sociales para el
amor o el lamento, para gustar de la luz de luna o desear la mañana.
El siguiente párrafo es del texto que presenta el caso de las matemáticas:
“Fraccionar y juntar, o lo que es decir el mínimo de equilibrio de las
tensiones de la energía seleccionando su camino hasta su máximo y
viceversa, se arrojan ellos mismos en procesos de cualificación simétrica,
no en una mera repetición. Los patrones son las proporciones
relacionales de repetición cuantitativa expresadas por el forcejeo entre
un mínimo y un máximo. La repetición es dada por el desplazamiento de
esa tensión”. Fraccionar y juntar es el proceso del aprendizaje; por ende,
es el saber, dentro del cual está la ciencia. Fraccionar y juntar es el
proceso organizacional del conglomerado homínido; por ende, la tribu y
la familia fraccionan el conglomerado según unos patrones diferenciados,
cuyas acciones simétricas constituyen su cohesión. En el fraccionar y en el
juntar, así como mientras se rehúsa a hacerlo, habita el movimiento. Su
hogar no es un lugar; es un procedimiento.
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PARADIGMAS REFERENCIALES
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“(…) los paradigmas dominantes -tales como el positivismo cartesiano, el
mecanicismo newtoniano y el funcionalismo parsoniano.”
De la superación del eurocentrismo
Eduardo Mora Osejo y Orlando Fals Borda
14
A Augusto Angel Maya,
mi amigo y mi tío
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Estos dos héroes del pensar y del estar en éste, nuestro lar natal, y qué
pena dejarlo explícito, se mantienen dentro de los “paradigmas
dominantes”. Por ello, en el citado ensayo no escapan al candor ecologista
que propone una ciencia distinta para los “trópicos húmedos”; una
distinta ciencia, por favor; o sea, un determinismo geográfico convertido
en paradigma de la ciencia. Esto sucede debido a que no tienen en
consideración que todos los paradigmas se remiten a sólo dos, el Jonio y
el Platónico.
Más que a las ciencias, el caso de Fals Borda para las Ciencias Sociales y el
de Mora Osejo para las Ciencias Naturales, o que a la crítica de arte, caso
del postmodernismo, deviene connatural a la filosofía la construcción de
paradigmas, pues se inclina a solidificar mediante las preguntas que
podrían tenerse por últimas, las que acercan los pilares que fundamentan
el fondo de las cosas. Por lo tanto, entiendo por filosofía la claridad de los
principios sin los cuales no hay conexión entre los otros. ¿Qué es, pues, un
paradigma para la filosofía?
Paradigma vendría a ser, entonces, el primer peldaño de la escalera que
explica las cosas, en el cual los otros escalones se sustentan: así discurre
la narrativa tradicional, no la mía. Para mí el ejemplo de la escalera sirve
igual pero no tomado de esa manera. Paradigmas Referenciales llamo a
los dos maderos largos de la escalera, no a los pequeños maderos que los
unen, los escalones. Ahora bien, ya delimitado el campo la claridad deja su
legado al ser herida por la rigidez mecanicista del ejemplo de la escalera y
16
se dedica a meditar de qué forma y con vocablos cuáles desplegar el
espiral del ADN unido por los lados en una especie de “los dos maderos
largos en la escalera de Escher”. Es la imagen más cercana.
A los Paradigmas Referenciales se remiten todos los demás, en cuanto que
de esta manera se conectan entre sí y se convierten en organismos
argumentales más amplios que los universos particulares de cada saber,
situación, sensación o de cada acción. Los Paradigmas Referenciales
proveen a los otros paradigmas un sentido histórico-social más allá de la
inmediatez.
El madero izquierdo de la escalera de Escher, el Paradigma Jonio, consiste
en precisar que “la naturaleza se basta en todo y para todo”, según el
diagnóstico de Hipócrates. El madero derecho, el Paradigma Platónico,
consiste en no considerar que la naturaleza se basta en todo y para todo y,
por lo tanto, centrarse en explicaciones sobrenaturales.
Si alguien encuentra algo que no se pueda remitir a uno o a ambos de
estos dos Paradigmas Referenciales le solicito a ella o a él que me avise.
Sinceramente, puesto en el rigor de tal tarea, no he podido cumplirla; no
logro encontrar algo que no esté referido a uno o a ambos Paradigmas
Referenciales.
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Los pienso como principios últimos; Paradigmas Referenciales los
nombro. Son los dos maderos largos de la escalera de Escher. Abonados
por la continuidad compleja de su propio intra-inter-actuar posibilitan el
organismo aclaratorio, el Corpus Simbólico, cualquiera que fuere. Es la
semilla dual del pensar, del actuar, del valorar, del legislar, del poetizar,
del urbanizar, del someter o del perdonar, del bien o del mal, del talar o
del no talar, del gusto o del disgusto, etc.
No pocas veces los autores que defienden uno de los dos Paradigmas
Referenciales manifiestan cierta carencia de sindéresis; eso sí, sazonada
con la máscara de proceder imparcialmente. Para mostrar lo cual quizá no
baste el análisis del capítulo Ser y Devenir, del libro de Franklin Baumer,
El Pensamiento Europeo Moderno, Continuidad y Cambio en las Ideas,
1600-1950. Quizá no baste pero indica una extendida manera en el
proceder argumental. Cuando en el arbitrio colectivo la labor de las
décadas arruma centenarios siglos deja de percibirse lo obvio, lo que está
allí enfrente, delante de nosotros. Otorga una suerte de “anteojeras de
época”. Como a tantos otros pensadores de los últimos cincuenta años,
esto le sucede a Baumer cuando asevera que la corriente denominada
“Historia de las Ideas”, en la cual se basa su libro, “correctamente
entendida (…) sirve de mediadora entre las explicaciones `idealista´ y
`mecanicista´ de la historia”4. Lo que denomina “explicaciones `idealista´ y
`mecanicista´ de la historia” son, en efecto, los dos Paradigmas
4
P. 21.
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Referenciales: el Jonio, que, sin evitar lo barato de la saña, llama
“mecanicista”, y el Platónico, que designa “idealista”.
En vez de aceptar que existe un solo horizonte habitado por dos
Paradigmas Referenciales, de antemano lo da por un hecho; uno sobre el
cual no se reflexiona porque, igual que el aire uterino, nos rodea, nos
moldea, nos hace posibles pero sólo con un esfuerzo de la conciencia
sobrepasamos su invisibilidad. En esto la Academia resulta igual de
anestesiada. Tal vez no es que no acepte sino que no ve lo que se le
presenta justo enfrente, que hay dos paradigmas generales. Por otra
parte, continuamente desea ejercer de mediador entre ellos, como si se
pudiera mediar en el vacío. Aquí menciono a Baumer. No obstante, la
lectura aguzada y futura de quien ahora me lee encontrará cómo mi
propuesta de sólo dos paradigmas genéricos, a los cuales se refieren los
demás, fundamenta lo que posibilita a las más diversas tendencias de los
saberes, creencias y comportamientos.
Al acotar que “(…) el Ser mantuvo su superioridad sobre el Devenir como
supuesto principal del pensamiento europeo”5, identifica el Devenir con el
Paradigma Jonio y el Ser con el Paradigma Platónico. Está obligado a
respirar el aire uterino como nos toca a todos los habitantes de la
atmósfera paradigmática. En Jonia resuena el eco de Galileo: “Pero se
mueve”. La realidad se mueve. Es un constante devenir en algo otro. En lo
Platónico lo central, lo que da fundamento y sostén, está quieto, no se
5
P. 49
19
mueve. El Ser de Parménides ha de permanecer quieto a fuer de caer en el
flujo del Devenir. El Mundo de las Ideas prevalece, o al menos ese es el
argumento, sobre este mundo diario, necesario y natal porque es más
confiable, debido a que no se mueve, a que no cambia y se conserva igual.
“Esta es una semilla. ¿Me va a decir que esta semilla no es una semilla?”.
Así confrontan cuando la caída en la argumentación arrincona su
paciencia. Con ese trato infantil con las maneras del pensar suponen que
nadie negará, de estar frente a una semilla, que lo que tiene delante, cómo
no, en efecto, no es más que una semilla. Se nota que no son de “aquellos
que se alimentan la ancha tierra”, para casi decirlo con Homero. Me es
difícil saborear una ensalada y razonar que una semilla es sólo una
semilla. ¿De dónde suponen que salió la zanahoria? ¿Cómo harán? Y tú,
que lees, ¿cómo haces? ¿Haces? Importa si harás o no harás. La calidez de
la sensatez te aguarda. Para entender lo que es el Ser, el Paradigma
Platónico, piensa en una semilla que jamás será otra cosa que una semilla;
para entender el Devenir, el Paradigma Jonio, piensa en lo que el
movimiento, en lo que el flujo del tiempo, harán con la semilla que como
semilla ahora enfrente tienes y que pasado mañana almorzarás como
zanahoria. El Devenir te regala la zanahoria que comes.
Aquel que en serio se sitúa en el Paradigma Platónico, resumido en la
aseveración de Heidegger: “El alma es un extraña en la Tierra”, no es
capaz de hablar el mismo idioma que la naturaleza. Se desprende cuán
árido resulta un diálogo de saberes entre las Ciencias Naturales,
20
astrofísica incluida, para quienes el movimiento es inherente a su objeto
de estudio, y el Paradigma Platónico que no soporta el Devenir, que no
soporta el movimiento precisamente porque cambia, precisamente
porque la semilla deja de ser semilla. La semilla resulta, también, retoño y
flor, cosecha y ensalada.
Baumer, como muchos académicos, declara no estar a favor de ninguno
de los dos paradigmas. Sin embargo, el texto muestra otra cosa. Se inclina,
no desnudo de excesos, en favor de una de las dos “explicaciones”, la
“idealista”, o sea el Paradigma Platónico, olvidando su promesa de servir
como mediador. Asevera: “(En el Siglo XVII. N.A.) En general, el Ser
mantuvo su superioridad sobre el Devenir como supuesto principal del
pensamiento europeo. Todo examen de las respuestas del Siglo XVII a las
preguntas perennes revelará este hecho”6. La segunda frase comienza con
estas palabras “Todo examen…”. Ese planteamiento compone un cariz
dogmático sea cual fuere donde se localice, en el lado Jonio o en el
Platónico. En vez de entablar un diálogo, desdeña la labor de los
historiadores que sostienen la posición contraria, para quienes el Siglo
XVII fue una época de cambio, una época de Devenir.
La intención de Baumer no es únicamente establecer que ese siglo cae
bajo la égida del Paradigma Platónico sino que ese es el caso de la
Modernidad toda. Para posibilitar su elefantiasis argumental sitúa el XVII
6
. Página 49.
21
como “el primer siglo moderno, que anunció una nueva Edad Moderna”7.
Esa es la no simple careta de la pretensión de Luis XIV que porta el
antiguo rostro del Absolutismo en la premisa del Rey Sol: El Estado soy yo.
Uno no logra preparase del todo para escucharlos pronunciar La filosofía
soy yo. La falta de dudas es una incubadora de dogmas. No hay que
esperar. Baumer afirma: “Baste decir aquí que resulta difícil ver cómo una
civilización puede soportar largo tiempo el mero Devenir”. No actúa
Baumer como “un mediador”, según su promesa. Toma partido.
El Paradigma Jonio explica la historia de distintas civilizaciones durante
“largo tiempo”. Dentro de esta rama del árbol del saber la Sociedad
Latinoamericana y del Caribe de Historia Ambiental (SOLCHA), congrega
frutos significativos en el Siglo XXI; árbol que fue arbusto, arbusto que
semilla fue. El Devenir, como expresión filosófica del Paradigma Jonio,
como actitud poética en el mundo, es anterior al Paradigma Platónico. El
idealismo es posterior, aun si se toma a Pitágoras como su fundador y no a
Parménides o a Platón. Tales de Mileto, casi cincuenta años mayor que
Pitágoras, no me deja mentir. Cosas como esta son de aquellas que lo
remediable aconseja no ignorar.
Incluso descalifica la manera en que Voltaire observa su propia época.
Pregunta: “¿Equivalió este movimiento a una revolución, como sostuvo
Voltaire?”8. Es decir, ¿fue una época en que dominó el Devenir? Su
7
. Página 39.
8
. Página 42.
22
respuesta es negativa: “El Devenir no desalojó al Ser en el Siglo XVII, ni
siquiera lo desafió seriamente como categoría del pensamiento (…)”9. Si
sobre esa disputa debo escoger entre Voltaire o Baumer el historiador de
la ideas queda en desventaja, por expresarlo con moderación. Lamento la
ironía que deja de recibir por el hecho de que Voltaire ya no puede
responderle con su propia pluma.
En su pretensión de catalogar al Siglo XVII como idealista, asevera que
Voltaire no entendió la filosofía de su época. Asegura que si no es por “su
prejuicio contra Descartes, (…) Voltaire también habría hablado de la
nueva preeminencia de Francia en la filosofía”10. Es bizarro no aceptar
que Voltaire escogió el Paradigma Jonio. Su concepto de filosofía no toma
nada del Paradigma Platónico, como Baumer lo establece en el mismo
párrafo: “Por filosofía, Voltaire quería decir una mezcla de filosofía y
ciencia, que era lo que la mayoría aún llamaba así en su época”11. Intenta
trasladar al 1600 y al 1700 el imperio del Paradigma Platónico impuesto
por Kant en 1800 y que llega hasta hoy. Newton en el Siglo XVII y en el
XVIII Voltaire se sentían miembros de una antigua rama del saber, la
Filosofía de la Naturaleza. Hoy esta rama Jonia ni siquiera se menciona en
los currículos de la Academia. Esto se perdió, esto ha de recuperarse.
Vemos, entonces, la falsía en la pretensión de servir de mediador entre los
dos Paradigmas Referenciales. No se trata de buena o de mala voluntad;
9
. Ídem.
10 . Página 50.
11 . Ídem.
23
se trata de la ausencia de un organismo argumental, tal como el Método
de los Paradigmas Referenciales, que ubique las orillas del camino, el
carácter de los pies que lo transitan, las dinámicas que impulsan a
recorrerlo y la valía de lo transitado. El único mediador entre los dos
Paradigmas es la investigación misma, el hecho pedagógico en su
ejecutarse, el solaz en su distensión, el amor en su abalanzarse todo él
sobre los que se enamoran, las decisiones personales.
Para no caer en lo que he señalado, o sea que la pretensión de neutralidad
termina inclinándose hacia uno u otro de los paradigmas, con claridad se
plantea y con directo rigor se expresa que el Método de los Paradigmas
Referenciales se concibe desde el ámbito Jonio. No porque quizá sea el
más propicio para vincular la alteridad, para garantizar las cuitas de la
otredad sino porque, en efecto, lo es.
La filosofía del Siglo XXI, dentro del marco del Pensamiento Ambiental
Latinoamericano, retoma, sí, claro, una tradición filosófica, la Jonia, en la
cual “la Naturaleza se basta en todo y para todo”. Nace allí un nuevo
organismo paradigmático, el Método de los Paradigmas Referenciales. Su
función es retornar a una manera de vivir y entender el mundo cuya
antigüedad es tanta como la del estar homínido en la biosfera. El
esqueleto de este tipo de tradición es su Lógica. En el caso del Paradigma
Platónico es la Lógica Formal y en el caso Jonio, aunque procrea varias,
prima la cualificación evolutiva de Lógica Dialéctica mediante una
relación entre contrarios, en una suerte de tensiones entre tesis y
24
antítesis cuyo retoño deviene síntesis. De ahí que el Método de los
Paradigmas Referenciales palpita no en esta o aquella de sus dos ramas
sino en lo permanente del mutuo contrapunteo entre ambas.
Durante un dado período histórico los contrargumentos del otro debilitan
al paradigma vigente. Luego se consolidan de tal manera que, con el ritmo
paulatino de las décadas, empiezan a cooptar específicas zonas teóricas,
actitudinales, tecnológicas, artísticas, académicas y comunitarias. En
ocasiones el impulso alcanza para un cambio de paradigma en la sociedad
en general. Sucedió durante la Revolución Francesa cuando el Paradigma
Jonio reemplazó las milenarias maneras en las que se reclamaba la
gobernanza y se ejercía el poder con base en un elemento sobrenatural.
En cuanto a lo que se refiere a la fuente de la autoridad, a las maneras que
determinan quién accede al poder, quién gobierna y quién es dueño de
qué lo terrenal se consideró suficiente para bastarse en todo y para todo.
No fue la primera vez. En el Siglo XVII Oliverio Cromwell ya había matado,
con Rey incluido, el argumento de que la autoridad la concede lo
sobrenatural. En el Siglo XIII la Magna Carta le arrebató la potestad de
decidir qué es legal y qué ilegal al Rey Juan, que atribuía al arbitrio divino
sus intereses y su carácter. Ahora se es juzgado por pares terrenales: “el
juzgamiento legal entre pares”. En el Egipto del Siglo XIV a.C. Akanetón IV
y Neferteti en cuanto llegaron al poder cambiaron radicalmente de
paradigma del Platónico al Jonio. El arte egipcio incluye por primera vez
lo cotidiano. Ambos son retratados mientras almuerzan en familia, en una
25
escena terrenal por excelencia, destinada a des-divinizarlos. Para el
noveno año borran los nombres de los dioses de los templos, de los
murales, de las bocas y de los textos escolares. Queda el Sol como creador
del mundo pero ya no es el del reinado del viejo Ra, que se impone sobre
las demás divinidades, sino que, en vez, tenemos a Atón, el disco solar sin
intermediarios sobrenaturales, como la fuente natural que crea y ordena
el mundo. Los sucede Tutankamón, el faraón púber impuesto por los
poderosos sacerdotes para restituir ritos, dioses y diezmos. Es un péndulo
que va de un extremo al otro, de lo sobrenatural a lo terrenal y viceversa.
Los dos paradigmas no nacen como maneras de pensar o como
elucubraciones académicas. Los escogió lo que abarcan las posibilidades
de una población asentada sobre una espacialidad geográfica. Cuando
entra en la dialéctica del ir y del venir de un paradigma al otro y del otro
al uno, la raíz que cualifica un proceso civilizatorio deviene tronco.
Fornido, flexible o bronco, igual da porque es de las ramas parte, de las
hojas juez y de los frutos madre. Cuando de nuevo el espíritu se viva a sí
mismo como un resultado de la biosfera el péndulo de la historia habrá
cambiado. Sobre ese ir y ese venir los siglos presencian la profundización
del espíritu. Como parte de ese esfuerzo, el Método de los Paradigmas
Referenciales sirve de organismo de la diversidad; de la diversidad
cultural igual que de la biodiversidad. Si usarlo quita niebla de tus ojos,
déjalo si puedes. Como un amor recurrente regresará a ti cuando tu
presente sea leal en el sentir y en el pensar. Una y otra vez la elegancia
simple de su traje dual te atraerá.
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EL CASO DE LA HISTORIA DE LA MAGIA
27
A Alejandro Angel López,
mi amigo y mi hijo
28
Aupado en los Paradigmas Referenciales como eje del análisis de una
práctica social concreta pretendo mostrar la historicidad de sus
posibilidades; práctica social que, como suelen, viste el cuerpo de una
concepción del mundo. En cada uno de ambos Paradigmas Referenciales
hay, primero, una manera de la vivencia personal. Una es la disposición
hacia el amor dentro del Paradigma Platónico y otra dentro del Jonio. La
historia de las relaciones amorosas muestra cómo durante los últimos
siglos cada vez más se alejan del arquetipo del amor platónico. Dentro del
núcleo amplio de la muchedumbre de vivencias, selecciono la magia como
la práctica social alrededor de la cual aglutinaré mi argumentación.
La definición que da Pedro Laín Entralgo en su Historia de la Medicina me
parece un saludable resumen, por lo cual lo tomo como prototipo
generalizador. Establece que “A la realidad de la magia, entendida como
genérica actitud mental, pertenecen dos notas básicas: a) la convicción de
que los fenómenos naturales, sean favorables, como la buena lluvia, o
nocivos, como la enfermedad, se hallan determinados por entidadesfuerzas
(orenda, maná, `demonios´ diversos), invisibles para el hombre y
esencialmente superiores a él. b) La certidumbre de que la acción de esas
entidades-fuerzas puede ser en alguna medida gobernada por el hombre
mediante ritos o ceremonias especiales, cuya eficacia depende de la pura
formalidad del rito mismo (fórmulas rituales de conjuros, ensalmos,
encantamientos, gestos y actos, etc.), del poder o la virtud especiales del
hombre que lo practica (hechicero, brujo, etc.: el `mago´, en el más amplio
sentido de la palabra) o del lugar donde se ejecuta (lugares especialmente
29
privilegiados: fuentes, islas, cimas de montañas, abismos, etc.). Para una
mente `técnica´, un medicamento actúa por obra de su `qué´, por lo que él
es, por su `naturaleza´; para una mente mágica, en cambio, ese
medicamento puede actuar eficazmente por el `cómo´ de su empleo (el
rito con el que se administra), por el `quién´ titular de éste (el hechicero,
con su intransferible `poder´ personal) o por el `dónde´ de su aplicación
(el lugar dotado de tal privilegio)”.
Dado a buscar la validación argumental en la que se basa la noción de
magia de la Modernidad, la noción actual, me encontré con esta sorpresa:
en el fondo no tienen más en qué sustentar su posición que las tribus
modernas, usadas como referencia de lo que sucedía durante las
glaciaciones, hace medio millón de años o hace cien mil, etc. La fragilidad
de esa manera de entender la cosa ruge. Ni siquiera se trata de Sapiens;
son Neandertales o Pitecántropos, etc. En su incunable Man makes
Himself, Gordon Childe deja en su sitio tan descuidada pretensión: “La
suposición de que cualquier tribu salvaje actual es primitiva, en el sentido
de que su cultura refleja fielmente a la de hombres mucho más antiguos,
es una suposición gratuita”. Entonces, propongo el Método de los
Paradigmas Referenciales como un nuevo cauce que nutre el flujo del
agua del tiempo en las sucesivas lides del recorrido homínido.
El argumento afirma que para la magia es necesaria “La certidumbre de
que la acción de esas entidades-fuerzas puede ser en alguna medida
gobernada por el hombre”. No hubo tal “certidumbre” en la Prehistoria.
30
Pretendo aclarar la razón por la cual esa clase de “certidumbre” no es
dable en las condiciones del Nomadismo prehistórico, durante el llamado
Paleolítico de la Edad de Piedra. Declara que hubo “La convicción de que
los fenómenos naturales, (…), se hallan determinados por entidadesfuerzas
(…) invisibles para el hombre (…)”. No hubo tal “convicción” en la
Prehistoria. El concepto de fuerzas invisibles no cabe dentro del contexto
de la vida en la Prehistoria. Para que los elementos ecosistémicos sean
despojados de sus propiedades terrenas y convertidos en entes síquicos,
se necesita el nacimiento de las ciudades. Dentro del Nomadismo eso no
se da. Si el nómada pierde de vista el funcionamiento físico de los
elementos ecosistémicos su estrategia adaptativa resulta inadecuada.
Después de domesticar la fauna (vacas, caballos, llamas, perros), la flora
(agricultura) y el agua (regadíos, acueductos, grandes acumulaciones de
espejos de agua) la racionalidad urbana pierde de vista el funcionamiento
anterior de esos elementos. Dejan de ser visibles en la experiencia diaria.
La racionalidad urbana ha sido construida contra la manera de estar en
este mundo que tiene el ecosistema. Ahora sí, antes de las ciudades no;
ahora sí la estrategia adaptativa se puede dar el lujo de anteponer otro
mundo como el central y valedero, reemplazando el modo en que
proceden fauna, flora y agua. Este lujo se fraguó en el proceso de
domesticación sedentaria. Otro mundo, uno nuevo dictado por las
maneras citadinas sustituyendo a las nómadas. Otro mundo, en el cual al
ocupar el territorio la energía del agua no articula su despliegue ni la
lenteja crece donde lo hubiera hecho si su proceso no hubiera sido
31
sustituido por la agricultura. Otro mundo, en el cual equinos y bovinos
encerrados como están en el corral ya no pasean su andar por aquí y por
allá. La calidad de vida de la fauna, y su subsistencia, ahora dependen de
las necesidades o del albedrío de su domesticador. Otro mundo,
caracterizado por un hecho: los elementos ecosistémicos obedecen al yo
genérico del domesticador urbano. Este es el origen del Paradigma
Platónico.
Estos asuntos no suceden durante el Nomadismo porque los ecosistemas
ordenan sus flujos de energía. No hay otro estado de cosas, tal como el
instaurado por el Sedentarismo. La intuición de los múltiples milenios no
precisó que tendría que ver la tarde en que las manadas del búfalo ya no
poseían las praderas. Si el lobito llega a ser buen depredador, si es apto
dentro de las maneras del funcionamiento ecosistémico, se convierte para
las maneras del funcionamiento Sedentario en el “lobito malo” con el cual
la racionalidad urbana cohesiona sus crías. ¿Por qué? Porque ante la tala
del bosque al lobito no le queda otra alternativa a morir de hambre que
salir de las fronteras de su territorio para ejercer haber llegado como
carnívoro a este mundo lleno de manadas de ovejitas domesticadas. Y,
ejercerlo de la mejor manera posible ya que es hijo y nieto de la
evolución. La deconstrucción de las lógicas con las cuales fluye el
ecosistema empieza con los cuentos infantiles. No en vano el “pastorcito
mentiroso” se toma en la educación de la niñez sedentaria como ejemplo
introductorio al universo de la ética. La mentira tiene como consecuencia
que permite que los flujos ecosistémicos rompan el cerco de valores,
32
formas de organizarse socialmente, conocimientos y púas impuesto por
las lógicas urbanas, tanto las lejanas como las cercanas, para mantener
dentro del orden de su andar los flujos energéticos disponibles en la
Tierra. La verdad mantiene la estabilidad en el funcionamiento de ambas
estrategias adaptativas, la Sedentaria y la Nómada.
La urbana es una racionalidad que durante más de cinco mil años
construyó una manera de estar basada que consiste en darle la espalda al
crudo hecho de la domesticación de la flora, de la fauna y del agua. No veo
la vaca. Es invisible para mí, urbano que soy, pero, independientemente
de si como o no su carne, sé que está aquí, en la ciudad, a mi lado, ya sea
en la plaza de mercado, en el refrigerador o en la mesa servida. Es una
presencia no menos tácita que briosa la de la vaca en la ciudad. Matar la
vaca, descuartizarla uno mismo antes de asarla, etc., hace miles de años
dejó de ser parte de la práctica, los valores o el tejido simbólico del
carnívoro urbano. Es demasiado crudo. Por el contrario, descuartizar una
vaca es privilegio del nómada apto. Recoge el esplendor real, diario y
preciso de su estrategia adaptativa, de su manera de estar en este mundo.
La racionalidad urbana hunde en el olvido el asesinato y la descuartizada
del cerdo o de la vaca, etc. Los saca de las profundidades arquetípicas del
inconsciente colectivo. Las vuelve “invisibles”.
Entonces, alrededor del año 5000 a.C. la briosa y tácita presencia de la
vaca en forma de ese pedazo de carne en el almuerzo la empieza a
explicar una lógica distinta, absolutamente desconocida hasta entonces.
33
Emerge determinada por algo que está aquí, la carne, pero que no sé
cómo llegó hasta aquí; por algo que está aquí, el agua, pero que no está
aquí, el río. Esta nueva lógica edifica su andamiaje en lo que Laín Entralgo
llama “entidades-fuerza”. ¿De dónde surge esta nueva lógica? El lomo de
la vaca está en mi mesa del comedor, en mi casa, gracias a un
procedimiento, el urbano, que no está reglado por las lógicas del
ecosistema. Al revés; está reglado para romper esas lógicas. El
Sedentarismo, vivir en una ciudad, consiste en transformar los
“fenómenos naturales” para sacarlos de su habitual manera de estar en
este mundo.
Consuetudinario le es al nómada tener entre dientes su pedazo de carne
recién cortado por su propia mano. En esta última frase, por su propia
mano, no es difícil percibir cómo el lenguaje cohesiona la invisibilización
de la tecnología si reflexionamos sobre la posibilidad de descuartizar una
vaca con la sola mano, sin nada más, sin una piedra hecha hacha o
cuchillo. Al contrario del Sedentario, los nómadas al momento de cortar
su pedazo de carne no ignoran que hay una vaca muerta en su comida.
Fue por ellos cazada y desmembrada. Los enfermos de tal cosa esperan no
sin ansia el hígado o el páncreas. La esperanza de curación la prescribe un
saber médico consolidado durante cientos de miles de años por la directa
correlación entre el uso de un órgano específico, páncreas o hígado, y la
mejoría de los enfermos de un padecimiento particular, osteoporosis o
anemia. La instrumentalidad acompaña al cazador en efectivamente
matar al reno o al mirlo, en sacar cada órgano, cada hueso, cada tendón y,
34
en fin, del animal cazado usar cada parte, una por una, para satisfacer su
plataforma instrumental de peinetas, palillos de dientes, remedios,
abrigos de pieles o colchas, etc. La instrumentalidad nómada refiere sus
lógicas lejanas al proceder de los flujos ecosistémicos.
Para el nómada es hecho normal el que la vaca, el fuego y el cuchillo estén
ahí al comerse el pedazo de carne. Estamos ante una normalidad
construida sin entidades-fuerza ni invisibilizaciones de la plataforma
instrumental. Para la racionalidad nómada es normal que para que una
criatura logre sobrevivir, logre alimentarse, ha de morir otro ser, tomate,
mamut, pescado, búfalo, guayaba. Su teleología se expande al profundizar
dentro de las lógicas con las cuales se despliegan en este mundo la flora,
la fauna, el agua, etc. No es una intencionalidad ajena al objeto de estudio
de las Ciencias Naturales o de la Historia Ambiental. En ese tipo de
racionalidad no hay espacio para “entidades-fuerza”. La naturaleza,
incluido lo humano, se basta en todo y para todo. Por lo tanto, la magia no
ocurrió antes de las ciudades.
No hubo chamanes en la Prehistoria. Como lo explico en otros textos, el
médico prehistórico mantuvo el espíritu Jonio12. No danzaba, no
electrizaba el entorno con conjuros, no pedía la ayuda sobrenatural. Con
el paso del Nomadismo a las ciudades, el médico prehistórico deviene en
el chamán Sedentario. Ya no lograba obtener las plantas y los animales
12 Ver Toto, el cirujano pitecántropo o La gramática del horizonte o ¿Está enferma la medicina? Los tres
ensayos están disponibles en mi libro No hay nada mejor que el Universo.
35
necesarios para su herbolario pero los enfermos seguían buscando a
quienes en cuestiones de ayudar a sanar supuestamente tenían el saber o
la experiencia o ambos. Para compensar la falta de ingredientes para su
farmacopea empezó a concentrase en convencer a los enfermos en vez de
curar las enfermedades. Declara que la enfermedad no es adquirida por
medios naturales. Los médicos quedan excluidos como posibles agentes
de sanación. Para silenciar a los críticos, los diagnósticos incluyen
admoniciones para los reacios y advertencias para quienes los retan. El
abuso de esta actitud creció con la constancia de los fracasos médicos.
Una inferior eficacia médica en un conglomerado con una continua
proporción de enfermos lleva a que el rol del médico mute al del chamán.
El charlatanismo es una respuesta organizacional del universo social
Sedentario cuando se vio enfrentado a cambiar el saber de nómada a
urbano.
Así se queda el rol mientras su saber se mantiene supeditado al
herbolario nómada. Cuando incorporan los metales a su farmacopea los
chamanes se dividen en dos: unos exclusivamente médicos y los otros
exclusivamente chamanes. Hace cinco mil años, como con una red de
espadas, el chamán escudó su rol social con rituales, lo acreditó con un
aura sobrenatural y lo armó con palabras. Sin embargo, comparado con el
sólido desempeño del rol por parte de los médicos, los chamanes no
tenían mucho para ratificar su status social. Así que de nuevo mutan.
Alrededor del año mil a.C. declaran ser magos, no chamanes. La diferencia
es que ahora no esperan ser tenidos por médicos. Reclaman poseer su
36
propio rol social. La diversa ritualidad del chamanismo inicial obedece a
la existencia de una enorme cantidad de divinidades. De igual manera, la
centralización teológica en una única divinidad que unifica las
ritualidades provee un nicho para el rol. De ahí que el vocablo mago
provenga de Magi, como se denominaba a los sacerdotes del primer
monoteísmo, el de Zoroastro. De esa manera enhebra la etimología la
palabra magia13.
La tradición de desprecio al charlatán, que perdura hasta hoy, no estaba
menos vigente en los días de Heráclito, quien no encontró término más
despectivo para zaherir a Pitágoras. En aspectos no inconsistentes, el
mérito de Grecia fue quitarle el pito al charlatán, para que ya no fungiera
más de juez. Hipócrates lo realiza en medicina. A esa tarea dedica un libro,
De la Enfermedad Divina, del cual extracto este párrafo: “Me parece que
esta enfermedad (la epilepsia) no es más divina que cualquiera otra.
Tiene, como toda enfermedad, su causa natural. Los hombres piensan que
es divina simplemente porque no la comprenden; pero si llaman divino a
todo lo que no comprenden, ¡bueno!, las cosas divinas serían
interminables”.
El deterioro de la imagen de la Prehistoria pasa por el perfil del mago
como un charlatán que, por lo tanto, y este es el aspecto clave, estaba en el
centro de un saber falso. Entre otras, por esta puerta entra la fabricada
noción de que, para buscar el saber, las personas en el Paleolítico
13 Ver mi ensayo Sacralidad y Ritualidad.
37
apelaban al poder invisible de entidades-fuerza. Lo invisible como fuente
de poder es fuero exclusivo del Sedentario. Para la vieja noción actual de
la magia esto establece, como lo afirma Laín Entralgo, la “convicción de
que los fenómenos naturales, (…), se hallan determinados por entidadesfuerzas
(…) invisibles para el hombre (…)”. Para nueva noción actual de las
estrategias adaptativas esto establece la definición no adulterada de la
domesticación sedentaria. La Modernidad se refleja de incógnito en el
espejo de la magia. Esta es la causa de su pasión por ella. Una puesta en
escena que condujo a la sobre valoración de la importancia de la magia.
En última instancia, quien abre un grifo y, sin hacer nada más, obtiene
agua para lavarse las manos, para cocinar o para tomar procede como el
mago que saca un conejo del sombrero. Es una vivencia específica, sí,
claro, pero también es una experiencia teleológica de la conciencia. Se
trata de la vivencia de las lógicas lejanas. Una vez que se repite a diario
domina la vida de las personas y se asienta como normalidad.
La diferencia entre la teleología de la racionalidad prehistórica y la de la
historia consiste en que antes de las ciudades, antes de la historia,
solamente se domesticaron la madera y la piedra, la parte inmóvil del
biotopo, lo quieto. El Sedentarismo reside en la domesticación de lo móvil,
de lo que fluye, de lo que corre, de lo que huye o ataca. Así como el
Nomadismo domestica lo que permanece quieto para poder moverse, el
Sedentarismo domestica lo que se mueve para lograr quedarse quieto.
Ante estrategias adaptativas distintas, complejidades distintas.
38
Complejidades nuevas en la urdimbre de la organización social, en las
fundamentaciones de la plataforma instrumental, en la manera espiritual
de estar en un mismo territorio, en la normatividad que colectiviza ese
propósito del conglomerado, en los valores urdidos en las nociones y en
los sentimientos. En efecto, la urbe domestica del biotopo lo que fluye, el
agua, y prosigue con la parte del bioma que huye, que corre o que ataca, la
fauna. La vivencia de lo urbano consiste en que las cosas vienen hacia mí;
agua, energía, maní, tomate, carne. El nómada está obligado a ir hasta lo
que se mueve, a buscar el antílope o el agua. Esto implica una estrategia
adaptativa que funciona siempre y cuando no se enmascaren las
particularidades de las lógicas con las que procede aquello tras lo cual se
va. Lo que está más allá de las lógicas de la naturaleza carece de nido
vivencial y de sede mental. No cabe la magia.
Las lógicas de lo lejano se dan en la estrategia adaptativa nómada tanto
como en la sedentaria. Las lógicas sedentarias de lo lejano históricamente
configuran su concatenación sobre el ejercicio colectivo destinado a
modificar los flujos biosféricos. Por primera vez los flujos biosféricos no
son gobernados por ellos mismos, acomodados como devinieron a
dirigirse hacia predios urbanos. Ahora a la ciudad van a dar los ríos en
forma de acueducto y electricidad; frutas, esmeraldas, cerdos y vacas,
hierro, oro, etc., y, casi lo olvido, también ladrillos y anchovas. En
términos generales, he ahí la causa del cambio climático: colapsaron las
lógicas lejanas de la racionalidad urbana.
39
Las lógicas no son juguetes elaborados al desgaire del ocioso ingenio. Son
puentes entre dos procedimientos, el biosférico y el humano. En el largo
aliento, la argumentación de las lógicas lejanas se valida en la adaptación,
no en su propia telaraña. En lo global la biosfera y en lo regional los
ecosistemas aguantan una cierta cantidad de distorsión en las lógicas con
las que fluyen, después de la cual dejan de proceder de la misma manera
en que venían haciéndolo. Esto es lo que llamamos el colapso de la
racionalidad urbana. Sus lógicas lejanas son puentes rotos.
La ciudad no solamente tiene la opción descrita sino que de igual manera
ha construido lógicas de lo lejano que se cohesionan con la sincronía
factual con que funciona lo no urbano. El actual monopolio del Paradigma
Platónico sobre las lógicas lejanas retumba en el ridículo de no admitir la
simple existencia de lo no urbano, a no ser tamizada por lo urbano. Lo
primero que hay que superar es la visión de que no podemos estar
seguros de que una ballena existe mientras no sea un hecho verificado
por un humano. Las Ciencias Naturales no dudan que las ballenas
surcaron los mares millones de años antes de la llegada del primer
humano, el Australopiteco. El Paradigma Platónico es incapaz de hablar el
idioma de la naturaleza. Las ciudades se volvieron autistas.
Más que en el quehacer filosófico o que en el ámbito académico, será en la
nueva relación entre el agua y los habitantes de la urbe que ha talado sus
fuentes hídricas, será en esa nueva relación entre el funcionamiento del
ecosistema y el funcionamiento de la estrategia adaptativa sedentaria, en
40
donde germinará el hilo conceptual del tejido simbólico urbano. Será la
práctica social de unas lógicas de lo lejano no ajenas a las lógicas con que
proceden los flujos naturales, ya puntuales, ya globales. Las lógicas traen
consecuencias reales. En la menor o mayor lejanía de esas consecuencias
se forma la intensidad de consciencia. El proceso homínido es la aventura
de las lógicas de lo lejano. En la carencia o en la bonanza de las
generaciones, mediante la verificación de los resultados de las lógicas de
lo lejano en la vida diaria de los individuos de esa comunidad, la
estrategia adaptativa desdeña o construye artefactos, bosqueja y aplica
creencias y esperanzas y renueva o consolida las formas de organizarse
como conglomerado. Tratamos con la intencionalidad civilizatoria.
La intencionalidad civilizatoria puede o acatar o no acatar los flujos
ecosistémicos. Esa es la causa por la cual todos los paradigmas se refieren
a sólo dos de ellos, el Jonio y el Platónico. Esa es la causa por la cual de sus
posibilidades se deriva un método.
41
ORIGEN DE LA FAMILIA
42
A los míos
43
El Neandertal es el esplendor de Darwin. El más apto, con un cerebro que
excede el nuestro en más de un 10%; el más apto, con 1.80 metros de
estatura resueltos en musculatura vuelta fuerza y destreza física; en
general, el más apto de los homínidos en cuanto que con él la adaptación
orgánica de la especie alcanzó el “full bloom”, parafraseando la
explicación de Whitman de esa foto suya de 1860. El Neandertal, el más
apto, derrotado fue por el anti-Darwin, por el enano de 1.55 metros, por el
del cerebro tirando a bobo, por el de menor adaptación orgánica:
nosotros, los Sapiens. La evolución se cualificó en cuanto a qué se
requiere para ser más apto. Millones de años millones de especies
respondieron físicamente, orgánicamente, en una manera de la
adaptación que tiene por fundamento el individuo, no las relaciones.
Cuando natura decide no seguir evolucionando mediante la adaptación
orgánica la usa para salir de ella. Entre las plétoras saca de la baraja de
posibilidades al enano, al débil individualmente, al de 1.55 metros, al del
cerebrito. Ha de haber un más ducho lazo. ¿Cuál? Ha de haber otra
nutrición para lo posible. ¿Cuál? Enmarco primero el cauce argumental,
segundo el impulso que conduce hasta los homínidos y, después,
comienzo las respuestas.
El universo es la cualificación de la complejidad de la fiesta de las
presencias. Al unirse a dos hidrógenos, un átomo de oxígeno adquiere una
presencia más compleja: está presente como agua. La fotosíntesis extrae
electrones del agua, los transforma en organismos vivos y genera otro
estadio de la complejidad de las presencias, la flora, que forja las
44
siguientes fases, la fauna y lo homínido. La complejidad inerte cubre los
primeros diez mil millones de años tras el Big Bang. Cuando van
apareciendo los diferentes elementos químicos los átomos actúan como
individuos. Cuando dos o más de esos elementos químicos se unen, en el
agua por ejemplo, los átomos actúan como relaciones. El átomo de
oxígeno funciona como agua, no como oxígeno. Esta progresiva
complejización satura el proceso de lo inerte. El proceso de la vida sigue
la misma hoja de ruta: va del equilibrio individual al equilibrio relacional.
La movilidad física despliega nuevos campos relacionales a medida que el
individuo se mueve. Es un proceso que comenzó con la movilidad al
interior de los átomos, que continuó con la de los átomos, las moléculas y
con las macro-moléculas y que, con la flora, prosiguió a través de una
mayor dispersión de las semillas al pasar de las angiospermas a las
gimnospermas y que se incrementó con la fauna. Lo homínido es la
expresión del momento cualitativo final de ese inmenso proceso. Desde el
Big Bang hasta hoy se rige por el mismo principio: la movilidad física de
los individuos amplía el campo de las relaciones. Esta es la arqueología de
la complejidad. La libertad consiste en ese incremento de la complejidad.
Los homínidos agregan a esta manifestación de la libertad una modalidad
distinta, como en su momento lo hicieron las moléculas o la fauna.
Mediante la instrumentalidad y el lenguaje traigo al aquí y al ahora el río o
la Luna. Es una movilidad simbólica, no física. El telescopio o la palabra
traen a nuestra inmediatez el río o la Luna. Veamos los trazos de este
proceso. Ellos son la causa por la cual el camino homínido convergió en la
45
familia, desechando la tribu como la entidad básica de la organización
social.
Con los homínidos el intento evolutivo consiste en explorar los vértices
del equilibrio adaptativo relacional de una manera novedosa: el individuo
posee una creciente autonomía para escoger variantes relacionales. Esto
le está vedado en lo inerte, casi vedado en la flora y altamente
determinado en la fauna. Estamos ante otra libertad, distinta de la que
separa la fauna de la flora; otra libertad, más compleja que la otorgada
por la movilidad individual, el no estar anclado a un mismo sitio, como la
flora. Las reacciones a los estímulos poco a poco se distancian de lo
inmediato, a medida que se incrementa la complejidad adaptativa. Las
decisiones cada vez más se alejan de la inmediatez. Los instintos pierden
espacio adaptativo. Lo homínido, entonces, resulta un paso distinto, uno
más complejo, en el funcionamiento de la libertad como el sendero
evolutivo destinado a elaborar la complejidad. El sendero de la libertad
consiste en inclinar progresivamente los vértices adaptativos hacia una
variedad más amplia de las opciones relacionales válidas.
El intento evolutivo del que surgen los homínidos se da dentro del
proceso general de derivar la estrategia adaptativa relacional y colectiva
desde la orgánica e individual. Los homínidos no incrementan el espesor
de su piel si habitan en Alaska comparados con los que viven en el Sahara.
La adaptación orgánica homínida no es directa sino indirecta: posibilita el
cambio adaptativo hacia lo relacional, que la ha de reemplazar. Fue lento.
46
Tres aspectos, la organización social, la instrumentalidad y el lenguaje,
conforman la plataforma adaptativa homínida, basados en la adaptación
orgánica dispuesta por la posición bípeda que libera los brazos, la mano
prensil, el neo-encéfalo, la vista estereoscópica y policromada, la
disminución de la mandíbula, etc.
Carece de sentido darwiniano la evolución orgánica de un carnívoro que,
en vez de incrementar, reduce la fuerza de su mandíbula y la capacidad de
su dentadura. La adaptación orgánica que rige el proceso homínido se
desplaza hacia unas lógicas más lejanas que las de la flora y las de la
fauna. La disminución de la quijada es un recorrido hacia una mayor
comunicabilidad tanto al interior del conglomerado homínido como de
éste con el entorno. El lenguaje es parte del proceso evolutivo de la
complejidad. Especificar sílabas, precisarlas siempre iguales, es una
facultad orgánica. Ampliar o cambiar el coto de caza y de recolección,
internarse en nuevos parajes, conlleva nuevas especies de flora y fauna,
piedras desconocidas y riesgos distintos, que requieren nuevas palabras
para designar las situaciones adaptativas novedosas. Cada nueva palabra,
árbol por ejemplo, deriva en otros nuevos vocablos para los elementos
que lo constituyen, raíces, troncos, ramas, hojas, frutos, calidad de la
madera, los herbívoros que allí se alimentan, etc. La intencionalidad
evolutiva es clara. Se manifiesta en todos sus sucesores con respecto al
primer homínido, el Australopiteco. Las sílabas se diversifican por una
razón: un mejor decantar la vivencia de la adaptación. Cualifica la caza del
47
mamut en cuanto a la relación con el entorno; al interior del
conglomerado cualifica el rol de cohesionador social del tejido simbólico.
El incremento en la diversidad del vocabulario otorga la capacidad de
aguzar la abstracción mental. Una palabra, tigre o cuchillo, no es otra cosa
que una nueva modalidad de estar presente de aquello designado.
Mediante el lenguaje las lógicas lejanas traen al aquí y al ahora objetos
que participan como agentes inmediatos de lo probable, indistintamente
de que estén presentes o ausentes. Es el poder de adaptarse al mundo; no
el de crear al mundo. Un nuevo paso en complejización de las presencias,
he ahí la función adaptativa del lenguaje. Esta complejidad unifica la
calidad de lo presente, sin importar si es un objeto o no, sin importar la
calidad previa de lo referido, sin importar si es un elemento ecosistémico,
un plan imperfecto, un artefacto o un sentimiento. No hay un
distanciamiento del entorno, como algunos suelen pensar. El hecho de
que el ausente cuchillo esté presente mediante una palabra no aleja sino
que cualifica la complejidad mediante la cual se da la intimidad homínida
con el ecosistema, con los artefactos y con los pares.
La medicina, la botánica, el comportamiento de la fauna, las
peculiaridades que controlan el fuego, la ira del agua, los riesgos de los
atajos, las condiciones que doblan o que quiebran las ramas de tal o cual
árbol, etc., elaboran nuevas plétoras. Son espacios sociales construidos
donde antes no existía espacio alguno. Esto teje la mutua complejidad en
las relaciones entre el territorio y los homínidos; tejido mutuo con el cual
48
se despliega la inclinación de las relaciones al interior de cada uno. El
lenguaje dota de funciones sociales a la certeza. En la precisión con la que
se maneja el veneno o el remedio radica la validez evolutiva del lenguaje.
Lo prioritario del lenguaje consiste en lo adecuado del conocimiento que
se transmite, seguido de qué tan adecuada es su transmisión; no al
contrario. La sintaxis y las palabras, o sea las maneras en que el lenguaje
se organiza y su sinergia con las derivaciones etimológicas, se construyen
con base en los diferentes órdenes que constituyen la arquitectura física y
orgánica homínida y ecosistémica. El lenguaje organiza un orden lógico
no por su propia inercia sino, más bien, por la disposición en que
encuentra las cosas y los seres de este mundo. De otra manera, en la
práctica colectiva el lenguaje no le serviría al conglomerado para indagar
y aplicar, para organizar, verificar y trasmitir; sería inútil para adaptarse
a un territorio. En la construcción del lenguaje cada saber adquiere
primero y después desecha, mantiene o incrementa su propio rol social.
Durante millones de años el componente organizacional del
conglomerado homínido, aunque fluctúa en ello, se mantuvo dentro del
esquema de la fauna, de la cual evolucionó. Tomado sólo el aspecto de
cómo se organiza el conglomerado, la familia se distancia más de la tribu
que la tribu de la manada. La manada y la tribu brindan oportunidades
relacionales similares. Ambas recorren la extensión y el tipo de territorio
donde recolectan y cazan sobre la división de viandas en cuanto a quién o
quiénes comen primero, lo que lleva generalmente a alimentarse mejor.
La cohesión de la manada y de la tribu teje el poder a través del cacicazgo.
49
La paternidad no resulta uno de los vínculos cercanos ni es
representativa de autoridad, entre otros elementos. La familia no pasa
por allí: pasa por la instrumentalidad y por el lenguaje. La familia
comienza cuando la complejidad de la instrumentalidad y del lenguaje es
capaz de consolidar una nueva manera de organizar el conglomerado. Por
esa razón la familia llega con el homínido menos orgánicamente apto, el
Sapiens.
Desde el Australopiteco hasta el Sapiens fue un proceso adaptativo
mutuamente dual, en parte orgánico y en parte cultural. Su estandarte es
el hacha de Lucy, una australopiteca, ambos vecinos de Olduvai. Con el
paso de la recolección a la caza adquirimos la vista estereoscópica y
policromada, sin cuya precisión la puntería es insuficiente para que la
caza sea viable. Es lo mismo la instrumentalidad que la mano prensil, el
lenguaje que la contracción de la quijada, la familia que la disminución de
la estatura. De ahí que la instrumentalidad, el lenguaje y la familia han de
tomarse como órganos adaptativos de un mismo cuerpo evolutivo.
Con la llegada de la familia las relaciones cambian tanto al interior del
conglomerado como también del conglomerado con el territorio. Antes
del Sapiens no hubo padre ni hermana ni hermano, ni tío ni tía, prima o
primo ni amigo o amiga. Estos no existen en la tribu ni en la manada. Con
respecto a la relación con el territorio a través de la adaptación orgánica
los homínidos, como equilibrio de lo primario, construyen
paulatinamente unas relaciones indirectas. Son relaciones indirectas
50
debido a que están mediadas por la instrumentalidad y por el lenguaje.
Las lógicas lejanas de la adaptación orgánica homínida consolidan
lentamente las condiciones para que aparezcan la instrumentalidad, el
lenguaje y la familia. Como estrategia vino, entonces, la eficacia adaptativa
del vínculo envuelta en la madurez evolutiva del afecto; vino la familia. La
cercanía a la máxima proximidad traída como organización social
humana.
51
RACIONALIDAD PARADIGMÁTICA
DE LAS MATEMÁTICAS14
1414 Este texto tiene en consideración El Arco de Heráclito, de Augusto Angel Maya.
52
Shall I disturb the Universe??
T. S. Eliot
La canción de amor de J. Alfred Prufock
The wretched gift eternity
was thine- and thou hast borne it well.
Lord Byron
Prometeo
A Henry Carrillo,
en cuya amistad encontré
la Colombia posible
53
Infinito, irracional, imaginario, estas maneras de entender los números
son categorías filosóficas del Paradigma Platónico que menoscaban el
despliegue teórico de la matemática, que confunden las metas y que
hacen de los esfuerzos no vana destreza sino senderos ciegos. Reducen la
matemática a sus vestidos operacionales, evitando su sangre y su carne,
desapareciendo su cuerpo filosófico. Ahora bien, si usted introduce el
Paradigma Jonio el horizonte se clarifica. El Número de Euler, Pi, o lo que
se dice todas las cantidades que no se detienen, aparecen como lo que
representan: los cuerpos simbólicos del movimiento, la demostración
matemática del flujo de la energía, las fórmulas del río de Heráclito. No
son cantidades infinitas; son cantidades en movimiento. Son irracionales
solamente si usted se para en el Paradigma Platónico. Pero permítanme
decir que estos son los días que cargan a su final el monopolio de la
racionalidad platónica; la hora de la vieja aurora Jonia no es otra.
El Ser de Platón15 es el respaldo filosófico de esta manera de entender los
números. Son sistemas cerrados que se mantienen a sí mismos en la
virginidad de la fijeza que no cambia. Esto es lo que el viejo actual
entendimiento paradigmático de la matemática ve como Números
Naturales: para Platón natura se compone de Seres establecidos. Aquellos
números que se comportan como Seres establecidos son, por ende,
racionales e irracionales aquellos que no. Bueno, es mi obligación, no
tanto mi placer, establecer la imposibilidad de no cojear si uno camina en
una manera tal. Es peor, ciertamente. Lo que cojea no es el caminante que
15 Uso la noción de Ser en la manera en que la presenta Augusto Angel Maya en su libro El enigma de
Parménides.
54
hace bien sus matemáticas sino el sendero que extrae las matemáticas de
los predios de natura y de los procedimientos racionales.
Los así llamados Números Naturales son los que tienen las características
del Ser de Platón. Igual que en el caso de la denominación como racional e
irracional, los números que están por fuera del grupo determinado como
natural tiene que ser sobrenatural, a presar de que la época no tuvo la
apropiada valentía para nombrar Números Sobrenaturales a aquellos
excluidos de los Números Naturales. El rigor platónico a menudo ofrece
una caricatura, difícil de asumir. Sin importar cuán inevitables, sus actos
prueban ser una suerte de hipo recurrente de los siglos, uno que
usualmente tropieza la simétrica respiración de la historia.
Porque las denominaciones de los números no fingen la intencionalidad
filosófica platónica, la temblorosa validez de la destreza al seleccionar
esas máscaras verbales sin notar su carencia de sentido deviene didáctica.
No se pueden entender las matemáticas usando solamente el Paradigma
Platónico. Se rompe su integralidad. Por eso ese enmascaramiento verbal
resulta en una honesta autocrítica de las limitaciones filosóficomatemáticas
inherentes al Paradigma Platónico. En él, solamente la
quietud es racional. Pero ese no es el caso para lo que establece la
racionalidad. Las concatenaciones lógicas, matemáticas o no, son la
inescapable autoridad de la racionalidad. Genera no solo el acto de
comprar esta noche los ingredientes del desayuno de mañana sino la
racionalidad paradigmática de las matemáticas, las tarjetas de crédito y el
55
calendario entre otras manifestaciones de las fatuas o intrínsecas
disposiciones de lo humano.
Afortunadamente, los científicos encierran sus reclamos de irracionalidad
en el laboratorio, en el salón de clase, en los textos de los especialistas o
en sus reuniones y no los sacan cuando manejan a casa o hacen un
negocio, crían sus niños o en la fiesta de cumpleaños de la suegra. Esto ha
hecho de muchos de ellos seres divididos, en una suerte de una diaria
experiencia sicológica partida en dos, que trabaja precisando las fuerzas
que concatenan las lógicas esculpidas en la racionalidad mientras tratan
de sentir y de pensar, de enseñar y de alabar de otra manera: que ella o él
defienden la irracionalidad.
En lo que respecta al Paradigma Jonio, sólidos avances aparecen en
diversos contextos sociales e históricos. La Secuencia de Fibonacci del
Siglo XIII, por ejemplo, que permanentemente suma sus dos últimos
dígitos, está presente en los pétalos de las flores, en la rata de crecimiento
de la población de la fauna y en las pinturas de Leonardo da Vinci. El
despliegue fenoménico de los flujos de energía es matematizado por el
Paradigma Jonio de muchas maneras, euclidianas y no euclidianas, a
través del cálculo o por las simetrías de Galois uniéndose a los patrones
de lo colectivo del flujo saltando a una espacialidad curva que define el
aquí y el ahora basada en cómo me muevo en relación con otros
movimientos, no basada en la quietud del Ser de Platón.
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La teoría de Heisenberg es una cosa en el Paradigma Platónico y otra muy
distinta en el Paradigma Jonio. En el ámbito platónico quita la certeza en
el conocimiento pero no en el Jonio, en el cual la certeza es dada por las
consecuencias del movimiento y no por lo que, en efecto, no ha ocurrido
nunca: la quietud de un fenómeno establemente cimentado en un sitio
único e identificable en un momento específico y precisable. Heisenberg
demuestra que únicamente es posible saber acerca del movimiento,
debido a la imposibilidad de saber acerca de la quietud. Aparte del
movimiento, no hay ninguna otra cosa acerca de la cual podamos saber
algo.
Certeza del saber, dije; precisión, como de uso la llaman. La disputa
matemática sobre lo que es precisión entre el micro y el macro
comportamiento atómico está atravesada por la manera en que la
medición se torna confiable, como concluyó Einstein. Hoy las matemáticas
toman la repetición de las simetrías como la precisión, sin importar que
prosigan para siempre. Las fracciones dan un despliegue decimal
entendido como preciso porque posee una simetría que se repite, como
en 1/7, y también dan un despliegue decimal tomado como no preciso
debido a su falta de repetición, como en 335/113 llamado Pi, “para el cual
no se puede encontrar una expresión matemática en términos de
Números Enteros”16. El criterio real para hacerlos dos dominios
numéricos separados no es la característica de proseguir para siempre
porque ambos, 1/7 y Pi, así lo hacen en su despliegue decimal sino que
16 BBC Radio 4. Melvin Braggs, In Our Time.
57
uno de ellos tiene un patrón de continuidad, 1/7 = .142857 repetido para
siempre, y que el otro no lo tiene, Pi rehúsa repetirse en sus primeros 1.3
trillones de decimales según nuestra actual capacidad instrumental de
medición. El movimiento es infinito mientras dura. ¿Será que disturbo el
Universo?
¿Está la precisión en 1/7 y no en Pi? Me reí de mí mismo cuando llegué al
momento de admitir precisión en esos 32 decimales de Pi que suplen
suficiente información para matematizar el Universo conocido con una
diferencia de un protón. Pero, tan disparatado como lo verán los
próximos siglos, eso no es precisión para la actual racionalidad
paradigmática de las matemáticas. Bueno, ya advertí sobre las caricaturas
en que cae el rigor del Paradigma Platónico. La precisión está
radicalmente adherida a aquello definido como lo que se va a medir, la
quietud o el movimiento. Sin excepción, los dominios de la medición
deben estar adentro de estas dos posibilidades. La precisión de esos 32
decimales de Pi acompaña los detalles factuales de 13.800 millones de
años que llamamos Universo, excepto el más reciente de ellos, el que
Heisenberg midió inmedible, el presente. Para mí, esta desconcertante
destreza está dentro de los escasos honores que la vida terrena puede
mostrar, si alguna vez el resto del Universo lo pregunta. Mi espíritu no es
un extraño en ti, Cosmos, amigo mío. Te acompaño y a Bach añado.
Quizá esa matemáticamente suelta parte interna de un átomo no sea tal
sino el mismo argumento fotosintético del protón extraído del agua que
58
lleva a la evolución de la flora. De pronto estamos frente al instinto físico
del Universo17. Esto lo quito o lo dejo como una más de las múltiples
maneras de desenvolver esta definición de precisión como la medición de
los pasos sin final del movimiento y, por lo tanto, una vez entendida como
una falsa obligación matemática que sólo opera en el Paradigma
Platónico, hemos quitado la quietud como un marco matemático de
obligatoria referencia. La racionalidad paradigmática de la quietud que
actualmente gobierna las matemáticas toma como la medición del fracaso
lo que, de hecho es la medición del movimiento. Lo incompleto existe sólo
si existe el Ser de Platón. El mundo es un perpetuo despliegue, no una
caneca que podría ser llenada por completo18.
Estamos frente a una relocalización de los paradigmas matemáticos de la
quietud al movimiento, como fue el paso de la astronomía geocéntrica a la
heliocéntrica. Esta relocalización no sucederá mientras lo entero de
ciertas cantidades se mantenga sin responder. Un Número Entero es lo
completo de un proceso específico que el movimiento lleva a cabo. No hay
tal cosa como un Número Entero independiente de las fracciones. La
diferencia entre 6/7 y 7/7 es la carencia de una parte del proceso que el
movimiento da. Tomar los Números Enteros, en particular el número uno
(1), como el criterio para validar la certeza matemática no es otra cosa
que reducirla a lo que es compatible con el Ser de Platón. Las matemáticas
no tienen deuda alguna con la quietud, fuera de la historicidad de su
formación paradigmática.
17 Ver mi texto El Instinto del Universo.
18 Ver mi texto Los remiendos filosóficos de la estadística.
59
La filosofía debe buscar su intencionalidad en la especificidad de todos y
cada uno de los saberes; esa es su labor. Más tarde, las simetrías entre
esas especifidades crecen ellas mismas a medida que el Corpus de cada
saber va sanándose epistemológicamente, órgano por órgano, vertiente
por vertiente. Ese es el hogar interno de la pasión epistemológica, amplia
como amplia es la pasión. Veamos el caso de las matemáticas.
¿Qué es uno (1)? ¿Qué es menos uno (-1)? Las dos Leyes de la
Termodinámica lo traen así: para la Primera Ley un uno (1) es la semilla
que termina su ciclo volviéndose otro uno (1) diferente, el retoño; en la
Segunda Ley la entropía construye el menos uno (-1). El movimiento es
matematizado cuando conserva energía y cuando pierde energía. Los
Números Enteros, los Números Naturales, son la manifestación simbólica
de la Primera Ley de la Termodinámica; los Números Negativos son la
manifestación simbólica de la Segunda Ley de la Termodinámica.
La reclasificación interna de cada ciencia la filosofía debe dejarla a los
especialistas, una vez que la fuerza paradigmática del saber reviva su
pasión como un camino de claridad. Después la filosofía retorna a su
propia construcción como ámbito del saber. En este caso, no es difícil ver
en la relocalización paradigmática de las matemáticas a Heráclito, a
Spinoza y a Hegel, a la Lógica Termo-dialéctica de esa, por consiguiente,
única sustancia móvil. El movimiento es infinito mientras dura. ¿Será que
perturbo el Universo?
60
Lo infinito es el movimiento moviéndose19. Los Números Infinitos son los
Números Móviles. El movimiento moviéndose con patrones difiere del
movimiento moviéndose sin patrones. Por eso encontramos no sólo uno
sino muchos tipos de infinito, como lo demostró Cantor. La formación
simbólica de la ratio del movimiento, lo que es igual que decir la
proporción de los patrones en los cuales el movimiento se despliega, es la
racionalidad. Números Racionales son Números Ratio, cantidades con
patrones que se mueven, y los Números Irracionales son Números I-ratio,
cantidades que se mueven sin patrones. El movimiento de la energía
moviéndose sin patrones es la entropía. Lo que es decir que una parte de
los Números I-ratio son Números Entrópicos, que también incluyen a los
Números Negativos; otra parte es el despliegue del movimiento.
La denominación de ciertos números no requiere una relocalización
verbal porque la misma palabra adquiere un nuevo significado
paradigmático. Los Números Enteros son ahora lo completo de un
determinado proceso del movimiento y no la quietud del Ser de Platón.
Los Números Naturales, bueno, devienen parte de lo que Darwin entiende
por natural.
Adentro de las internalidades y a través de las externalidades de las
cantidades, en los Números Racionales las fracciones son las simetrías, o
19 Términos tales como “infinito”, “para siempre”, “que no para”, etc., enmarcan la dislocación conceptual
como remanentes que son de la historicidad paradigmática de la Modernidad. En el contexto de este texto
el movimiento se detiene cuando el Universo se congele. Lo infinito, etc., refiere las acciones ocurridas
mientras haya una existencia física del Cosmos.
61
su ausencia en los Números I-ratio. Una semilla es un espacio de árbol
fraccionado por el tiempo. Es el tiempo fraccionando aquella espacialidad
que fracciona el tiempo. No indistintamente fraccionar suma o resta. En
física una menor o una mayor masa, lo que es igual a decir un menor o
mayor movimiento de la espacialidad, resulta en una menor o mayor
velocidad del tiempo. En biología una semilla es a la vez un número uno
(1), la semilla, y también una fracción de un más amplio número uno (1),
el árbol. No hay movimiento del tiempo sin movimiento del espacio y
viceversa. La complejidad matemática reconoce la complejidad evolutiva.
Fraccionar y reunir, o lo que es decir el mínimo de equilibrio de las
tensiones de la energía seleccionando su camino hasta su máximo y
viceversa, se arrojan ellos mismos en procesos de cualificación simétrica,
no en la mera repetición. Los patrones son las proporciones relacionales
de repetición cuantitativa expresadas por el forcejeo entre un mínimo y
un máximo. La repetición es dada por el desplazamiento de esa tensión.
La matemática in vitro muere aquí, donde crece la diversidad. La actual
noción paradigmática de precisión no es apta para la evolución. Las
simetrías acumuladas son úteros, no llanas repeticiones, porque sus
acciones fraccionan y reúnen el espacio, no sólo el tiempo. Por eso el
polvo cósmico se convirtió en estrellas; dos átomos de hidrógeno y uno de
oxígeno se volvieron agua; la flora devino fauna y la fauna lo humano,
62
etc.20 Este escenario cósmico comenzó con el poquito de materia que
sobrepasa la cantidad de anti-materia y que construyó la fisicalidad
cósmica. ¿De qué otra manera puede haber más de la una que de la otra?
El movimiento, aquello dado por el tiempo, impulsa la causalidad como
genérico organismo del Universo, ya que su curso no se devuelve. De ahí
que la fisiología de la lógica del Cosmos sea la simplicidad de la
concatenación más inmediata posible en el impulso iniciado en nuestro
Big-Bang y en las sucesivas maneras del movimiento. Incluso la teoría de
los Multi-Universos parte de esta base. El rigor del conocimiento
matemático, o sea volcar la complejidad en la expresión simbólica más
inmediatamente simple, proviene de esa “simplicidad de la concatenación
más inmediata posible al impulso iniciado en el Big-Bang y en las
sucesivas maneras del movimiento”. El movimiento es la inexorable
concatenación del ir arribado ido.
20 Ver mi texto Las Edades del Universo.
63
TEORÍA DE LA PROXIMIDAD
64
Oh, tú, todavía por nacer…
A Melvin Braggs,
gracias, hombre.
65
Una única substancia moviéndose: eso sabemos del Universo. ¿Por qué se
mueve? ¿Cómo se mueve? ¿El por qué es el cómo? Si es única, ¿cómo,
pues, existe la diversidad? Esa unicidad diversa, ¿cómo se mantiene única
no sólo como substancia sino como ininterrumpido avance, secuenciado o
no? ¿Qué pegante cósmico auto-intra-inter adhiere la existencia?
“Lo infinitamente próximo”, ahí donde Leucipo terminó ahí comienzo. Al
igual que él, llego hasta este aquí filosófico montado en el oleaje
matemático. La diversidad de este flujo único ha probado ser difícil de
expresar en un tejido simbólico unificado. Newton, por ejemplo, no estuvo
ni siquiera cerca de abordar las sofisticaciones evolutivas que
caracterizan a los humanos. Einstein todavía nos espera. Esta dificultad se
manifiesta no solamente cuando un tipo de saber, digamos la física,
intenta cubrir otro tipo de saberes sino que también se manifiesta dentro
de cada saber tal como en la fractura epistémica entre la Teoría Cuántica
y la Teoría de la Relatividad en el ya referido caso de la física. La Teoría de
la Proximidad debe prevalecer ante tan persistente dificultad.
Hay un argumento que, no obstante no ser en rigor una parte epistémica a
considerar, dobla el criterio hacia la duda: las vacilaciones contraintuitivas
respecto de las leyes de natura. Fue arrojado ayer contra Galileo
al igual que hoy contra las teorías Cuántica y de la Relatividad. La
racionalidad es una construcción histórica que determina qué es y qué no
es contra-intuitivo. Tras cuatrocientos años del telescopio de Galileo, no
queda mucho de la intuición geocéntrica. Todos los días vemos el Sol
66
moviéndose del este hacia el oeste pero no dudamos que lo que se mueve
es la Tierra alrededor del Sol. No hay un arquetipo de la intuición. La
física de Newton tuvo que esperar cien años, hasta Kant, para adquirir
suficiente agudeza en el volumen simbólico para re enmarcar la intuición
colectiva de época desde la medieval hasta la moderna. El aniversario
número cien de la Teoría General de Einstein es en estos días. La Filosofía
de la Naturaleza del Siglo XXI está reaccionando a los retos de la física del
Siglo XX como Kant lo hizo con Newton. Qué es lo que significa que el
Universo procede de esta o de aquella otra manera lo cocina el horno de
la filosofía.
La proximidad es el impulso del Universo que a todo permea según el
ritmo de su proporción. Las proporciones son proximidades dentro de
ellas mismas. Por eso la repetición es la proximidad pautada entre
proporciones; el ritmo. En el acto de moverse, el movimiento no permite
la proximidad, solamente el avance. Pi expresa esa carencia de la
proximidad, que difiere de la entropía como proceso antagónico a la
proximidad. Veamos.
La proximidad entre afinidades vinculantes crea nuevos tipos de
movimiento, que llamamos diversidad, como sucede cuando dos átomos
de hidrógeno se unen con uno de oxígeno y desde ahí siguen adelante
diferentemente, en un movimiento secuenciado como agua. Estos tres
átomos están en una relación de proximidad porque se mueven como una
sola entidad física. Un nuevo ritmo de las proporciones rema nuevas
67
secuencias. Aquí, en la proximidad, la diversidad se encuentra con la
complejidad. Los átomos que se articulan molecularmente lo hacen
debido a la proximidad. Las afinidades vinculantes, ellas solas, no son
suficientes. Así es como la complejidad pone al día su cuerpo a través de
todo aquello que existe, galaxias, sentimientos, creencias, agujeros negros,
incluidos el arte y los bombones. Sí, también tu espejo y, al mismo tiempo
fuera y dentro de él, la figura que porta el ritmo de tus proporciones.
Cuando dos entidades se encuentran pero no tienen las mutuamente
apropiadas afinidades vinculantes constituyen una relación de vecindad,
no una relación de proximidad. El ritmo de sus proporciones continúa
moviéndose sin que mediante ese encuentro se constituyan en la
cualificación de algo distinto.
La proximidad es una relación de espacialidad pero también de tiempo. El
lapso de demora mientras los átomos arriban los unos a los otros cubre
una duración y una relocalización, cuya proximidad es el movimiento,
propiamente hablando. El tiempo no se devuelve porque es un proceso de
espacialidad acumulada, no únicamente de duración. Sólo un tiempo in
vitro podría hacer tal. El tiempo no puede desdoblarse debido a esa nueva
rama en el roble.
Una vez un sistema saturado, las relaciones de proximidad inerte se
mueven como vías. En estas vías los siguientes pasos evolutivos de la
68
proximidad deslizan su viabilidad. Así como lo hicieron las entidades
físicas dentro de las proximidades químicas, la vida procede dentro de las
entidades físicas. La vida procede en las vías entrelazadas de las
proximidades de la proximidad de las tres previas química, física y
orgánica maneras en que se mueven las entidades.
El proceder de las relaciones inertes de proximidad es generalmente
entre átomos cualificados en moléculas. Miles de millones de años
saturaron las relaciones inertes de proximidad disponibles. Entonces la
evolución rompió no las entidades de proximidad de segundo nivel, las
moléculas, sino las del primer nivel, los átomos. Por ejemplo, extrajo un
protón del agua para organizar la fotosíntesis, no un átomo de una
molécula. Aquí está una de las claves: una entidad del segundo nivel de
proximidad, una molécula de clorofila resistente al agua, de-construye
una entidad de proximidad del primer nivel para extraer un protón de
aquel mismo tipo de movimiento del cual se aísla, el agua. Las entidades
clorofílicas, en efecto, no se descomponen en el agua.
Ciertamente, extraer un protón es un muy difícil proceso que requiere de
sutileza más que de violencia. La furia del huracán azota el agua contra el
acantilado sin romperla ni siquiera en la relación de proximidad
molecular, para no mencionar en las relaciones atómicas de proximidad. Y
ese protón que la fotosíntesis extrae del agua es la afinidad vinculante de
la cual depende la mayoría del movimiento de los organismos vivos. Es un
69
nuevo ritmo de las proporciones, como más adelante lo serán los
humanos. Este nuevo ritmo de las proporciones se llama metabolismo.
La intencionalidad del ritmo orgánico de las proporciones está dada en la
previa variedad de las proximidades: en el fondo termal del mar, en la
profundidad de las capas congeladas de la Tierra en Siberia y en mi Cali
tropical. La especificidad de cada condición previa teje su propio ritmo de
las proporciones: en el fondo termal del mar la intencionalidad del ritmo
de las proporciones orgánicas no es fotosintético.
La fotosíntesis camina en la relación holística de los extremos: por un lado
la intencionalidad del ritmo de las proporciones de la luz y, por el otro
lado, la intencionalidad del ritmo de las proporciones atómicas. La luz del
Sol extrae un protón del agua mediante una nueva entidad del
movimiento, la clorofila, y construye una vía para que el movimiento se
deslice; vía llamada biodiversidad, cadenas de alimentos, etc.
El Universo fluye entre las fronteras de posibilidades constituidas por la
relación de los extremos holísticos en la intencionalidad de su ritmo de
proporciones; el Cero Absoluto tendiendo al mínimo y la velocidad de la
luz tendiendo al máximo. Esta relación de los extremos holísticos encierra
las posibilidades de las proximidades. La diversidad de la dureza mineral,
por ejemplo, depende de las variaciones de las proximidades dentro de la
relación de los extremos holísticos. El Universo es finito en cuanto a lo
70
que es capaz. Dentro de una sola entidad de la proximidad, el carbón por
ejemplo, el movimiento más lento en las relaciones internas es llamado
diamante y de ahí en adelante, dependiendo de este mismo indicador, la
diversidad del carbón de expresa en el incremento del ritmo de las
proporciones. Cada entidad de la proximidad posee sus propias
relaciones de extremos holísticos. Una bomba atómica consiste en romper
las relaciones de los extremos holísticos de un átomo.
Un ritmo de las proporciones se compone de sus propias fronteras
relacionales tal como lo disponen las afinidades vinculantes de la
proximidad. La fauna se mueve como fauna, los minerales como
minerales, los átomos como los átomos, etc. Por lo tanto la fauna, los
minerales, los átomos, etc., tiene cada cual sus propias proximidades de la
proximidad: dentro de la fauna tenemos invertebrados y vertebrados;
ovíparos, marsupiales y de placenta; dentro de la flora angiospermas y
gimnospermas y dentro de estas mango o palma y de nueva dentro de
estas fronteras relacionales la intencionalidad del ritmo de proporciones
se vierte en variedades de palma o de mango, etc. De esta manera se
establecen los flujos de distribución. Las vías y los flujos de distribución
son los órganos básicos del cuerpo de la proximidad.
Así como el Universo usa las relaciones de los extremos holísticos para
generar la vida, la tecnología mejora su habilidad para el movimiento
tendiendo hacia ellas, como en la cercanía de los superconductores al
Cero Absoluto. ¿Por qué? El incremento de la cercanía a ambos extremos
71
holísticos de las relaciones adquiere gradualmente un menor ritmo de las
proporciones a medida que decaen las proximidades de la proximidad.
Las relaciones de los extremos holísticos constituyen el único caso cuyo
camino tiene un solo ritmo de las proporciones, el suyo propio. Por lo
tanto, ambos caminos portan otras proximidades de la proximidad como
entidades no interferidas. Por ejemplo, la falta de viscosidad en los súperfluidos
da la mejor vía para la distribución de los flujos y la luz es la vía
más rápida para la información.
La única manera de experimental y/o tecnológicamente alcanzar los
extremos holísticos de las relaciones es rompiendo por completo el
Universo. Para alcanzar el Cero Absoluto se tiene que congelar no sólo el
laboratorio, la ciudad, el continente, el planeta sino, también, el Universo
entero ya que una pequeña proporción que conserve su ritmo lo evitaría.
La masa y el espacio son una y la misma cosa. No hay una ausencia
definitiva de átomos en el espacio. El vacío, si hubiera de existir, sólo
podría hacerlo donde el movimiento de una “materia-masa” se ha
convertido en amplitud; es decir, espacialidad. Incluso en el caso de que
hubiera vacío, esa amplitud fue construida por la amplitud de una
“materia-masa”. El vacío, por sí mismo, no puede construir espacialidad;
quizá, “ocupar” partes de él. Si es que es, es un lapso desocupado del
espacio, no vacío. Pero considerar un tiempo, un lapso, sin masa es pueril
a no ser que refutáramos a Einstein en su intencionalidad epistémica.
Aquí algunas nociones tangenciales son reacomodadas, como en el caso
72
de la masa y el espacio que para él eran diferentes. Einstein avanzó hasta
donde lo posibilitan las matemáticas y la Teoría de la Proximidad hasta
donde la filosofía logra intervenir, de acuerdo al momento en que cada
cual asume su objeto de estudio.
La masa consiste en las proximidades de la proximidad adentro de las
internalidades de una entidad; es lo que encarna su fisiología como una
unidad del movimiento de la amplitud. La masa es la individualidad por
ella misma; es el brote en el que se desempeña. Por ende, la masa y el
espacio son una y la misma cosa, como quedó dicho antes.
Una masa diferenciada del espacio no ha incluido la totalidad del tiempo
como un aspecto más de la fisicalidad. Por esta grieta conceptual se cuela
una bocanada platónica que otorga la posibilidad, primero, de especular
con varias dimensiones de la espacialidad y, segundo, con un tiempo
exógeno al proceso físico del Universo que lo hizo. En ese caso,
tendríamos que tratar con un tiempo roto, en el sentido de que podría ser
transferido de un espacio a otro, igual a que fuera posible separar las dos
caras de una misma hoja. Como concepto básico de la física, la amplitud
amarra estas disociaciones que ocuparon un siglo.
Dentro de la amplitud, las relaciones, cualquier tipo de relaciones, son las
acciones del fraccionar y del juntar. Por ejemplo, el calor es el resultado
de la relación del tiempo y del espacio en su mutuo fraccionar y juntar.
73
Por eso la luz es tanto una onda como expresión del tiempo y una
partícula como expresión del espacio; por eso la luz es el único
movimiento que no cambia su movilidad cuando se mueve. El máximo
posible de las relaciones en el fraccionar y en el juntar del espacio y del
tiempo es la luz; el mínimo posible de las relaciones en el fraccionar y en
el juntar del espacio y del tiempo es el Cero Absoluto.
Fraccionar y juntar son el instinto termo-dialéctico fundacional de la
fisicalidad que mantiene el Universo en marcha porque es el auto-intrainter
procedimiento pegante del flujo mediante el cual cada entidad
“infinitamente próxima” se adhiere en la amplitud cósmica a la más
cercana siguiente individualidad de la diversidad del ritmo de las
proporciones de aquella única substancia; la función equidistante.
Dentro de la amplitud, la más inmediata expresión simbólica de la
fisicalidad es la geometría, no el número. El pensamiento griego tuvo esa
ventaja sobre nuestros días, anclados al número. La esfericidad es, de la
fisicalidad, la proporción óptima de la amplitud en cuanto a capacidad. Es
la entidad capaz de mantener, sin cambiar, una más amplia cantidad de
proximidades internas. Porque las entidades intentan acumular dentro de
la menor espacialidad una mayor cantidad de masa en sus movimientos
internos, la esfericidad predomina como diseño dinámico.
74
Una entidad esférica de la proximidad extiende su cercanía de sus
afinidades electivas, como quien dice sus ondas gravitacionales, su
disposición natural a la manera en que la entidad más cercana asume la
proximidad, bajo la misma formación esférica de la fisicalidad de la cual
se irradia. Por lo tanto, el espacio es curvo. La Luna rodea la Tierra allí
donde sus mutuas proximidades de la proximidad eso manejan, la entidad
más inmediatamente cercana.
¿Qué consecuencia tiene una espacialidad curva en el actual
entendimiento de las dimensiones? Se dice que hay tres dimensiones,
vertical, horizontal y una suerte de profundidad tal como, por ejemplo,
aparece por primera vez la perspectiva de las pintura del Guiotto. En un
plano cartesiano es fácil captarlo de una sola vez pero no cuando
simplemente se está sentado en un restaurante o, para el caso, en sitio
cualquiera en cualquier momento. En el caso del restaurante, debe haber
una dimensión vertical independiente entre, digamos, el techo y el suelo;
debe haber otra dimensión independiente, la horizontal, desde mi mesa
hasta la puerta y, además, una tercera dimensión independiente de
profundidad que no puede estar en las dos primeras, de lo contrario no
estaría desagregada como un tercer estado de las dimensiones. ¿Cuál es la
diferencia entre la amplitud existente entre el techo y el suelo respecto de
aquella otra amplitud entre mi mesa y la puerta? Es decir, ¿cuál es la
diferencia entre la dimensión vertical y la dimensión horizontal? Si no
inmensa, al menos alguna diferencia debe haber o hay que cancelar su
división como dos dimensiones separadas. No está allí. Ahora bien, ¿en
75
qué manera es diferente aquella dimensión de profundidad respecto de
aquella entre el techo y el suelo? Y lo mismo da para la dimensión
horizontal entre mi mesa y la puerta. La diferencia, de nuevo, no está allí.
Tocante al manejo acostumbrado de las dimensiones vemos con claridad
que nada como una presencia de una sola dimensión ha existido ni
existirá. Está más allá de mi capacidad mental siquiera el pensar, imaginar
o figurar cómo sería; otros, quizá podrán hacerlo pero yo no. ¿Podría
haber una entidad de dos dimensiones sin haber una previa de una
dimensión? Esto rompe la fisicalidad de las actividades numéricas. O
aceptamos eso o lo pensamos como insostenible.
Tratar con una espacialidad curva de tres dimensiones no es otra
pretensión que mantener el latido del corazón de Newton en las
proporciones de Einstein. La amplitud es la única dimensión de la
esfericidad. No divisible en nuevas entidades diferenciadas; no por fuera
del tiempo, la amplitud encarna el ritmo de las proporciones
estableciendo las fronteras de sus relaciones externas y sus funciones
internas. El suelo, el techo, las paredes y las puertas son, en este caso, las
fronteras de sus relaciones externas e ir desde mi mesa hasta la puerta,
evitando otras mesas, asientos, personas o lo que sea, son las funciones
internas. Vías y la distribución del flujo, como ya se dijo.
76
El movimiento es el ejercicio de la amplitud. Ese es el tiempo. El espacio
es curvo pero sólo hasta cuándo y dónde la amplitud se lo permite. La
amplitud acumulada por esa rama de roble es mayor que las amplitudes
que la produjeron. Por eso el espacio no se puede doblar hasta el punto de
tocarse a sí mismo. Es una especie de lógica de auto-vacuna de la
fisicalidad, como ya se mostró en el caso de la clorofila. A partir de aquí
relaciono algunas de sus múltiples consecuencias.
Los límites de las fuerzas relacionales se inoculan para que dos entidades
no ocupen la misma amplitud. Poincaré encuentra la sutiliza de la
causalidad, no su fin. Si fuera cierto lo del “efecto mariposa”, según el cual
una mariposa aletea en Japón y genera un huracán en el Caribe, no habría
bomba atómica; las entidades no tendrían proximidades qué traspasar.
Tampoco es cierto aquel ejemplo de un papel doblado que se traspasa con
un lápiz dizque para llegar a otra amplitud distinta a aquella en la cual
uno se encuentra. No hay independencia entre la dimensionalidad del
tiempo y la del espacio. Una única substancia moviéndose tiene una única
dimensión moviéndose.
La adaptación no es sólo orgánica. Dos hidrógenos y un oxígeno se
“adaptan” en agua; crean otro movimiento distinto al que traían. La
sucesión de una especie de ampliaciones y de contracciones adaptativas
tantea y haya los mínimos y los máximos de las diferencias entre las
entidades. Por ejemplo, la Ediacara Biota no tenía límite en su
crecimiento; Natura buscaba el ritmo de las proporciones orgánicas. En el
77
segundo intento, el actual, durante cientos de millones de años una y otra
vez cada vez más la flora y la fauna reducen sus proporciones al ritmo que
más fluya; es decir, aquel en el cual las entidades más se mueven respecto
de la proximidad de los otros previos movimientos, agua, erupciones
volcánicas, vientos, lluvias, deslizamientos, etc. No sólo nos ubicamos en
el espacio desde nuestro movimiento respecto de los otros movimientos
sino que en eso consiste la adaptación. La reducción de la flora, digamos
del sequoia a la rosa, es un movimiento cuya proporción se da en ritmo
similar al de la fauna, digamos del dinosaurio al colibrí. Aquí lo
ejemplifico con el ritmo de las proporciones orgánicas pero de igual modo
se construye el Universo. De tal manera que no es un movimiento que se
mueve como si fuera la continuidad de un impulso sino que se mueve de
movimientos.
Los límites del ritmo de las proporciones convierten a las entidades en
polos de gravedad magnética. Así el Universo como un todo va perdiendo
el impulso del despliegue inicial que podemos referir como el Big Bang. La
entidad que contiene más proximidades internas, por ejemplo el Sol,
deviene en el polo que atrae más proximidades externas, que en el caso
de nuestro ejemplo son los planetas, sus lunas, etc. Entonces sí, entonces
“Allí todas las formas guardan una sola expresión frenética de avance”, tal
como Federico García Lorca definió el cielo vivo.
El movimiento, pues, se auto-genera. No corresponde a un impulso. Se
expande, Primera Ley de la Termodinámica, y se encoge, Segunda Ley de
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la Termodinámica. No todos los elementos químicos surgieron a una igual
velocidad en el ritmo y por eso no son todos de iguales proporciones.
Durante los tres primeros minutos del Big Bang sólo aparecieron el helio
y el hidrógeno. Esa rama del roble es una amplitud que no solamente ha
transformado la materia, al igual que los dos hidrógenos unidos a un
oxígeno, sino que la luz se cualifica amplitud viva de nuevas entidades,
generando amplitudes dentro del volumen interno del Universo. En
cuanto a la amplitud, esta es una expansión distinta a la inicial. No sólo
una entidad no puede ocupar una misma amplitud ya ocupada por otra
sino que cada una de las entidades la ocupa con diferente forma. Por eso
la clasificación de los minerales y la de Linneo tienen por lógica
concatenante el incremento de la proximidad. Este es el origen de la
individualidad dentro de lo universal. Tiene ahí, pues, origen la lejanía
concatenante de toda lógica; es decir, de las lógicas cercanas y de las
lógicas lejanas21.
En la voz Jonia de Voltaire se dice así: “Pero esta divisibilidad no es sino la
continuación del movimiento; pues sin movimiento nada se divide, nada
se separa, ni nada se ordena”22. Estas expansiones distintas a la inicial
mueven el movimiento general. La progresiva individualización genera la
amplitud. Las diferencias de lo individual crecen a medida que avanza la
amplitud. Dos gotas de agua tienen más proximidades entre sí que dos
palmas de cera, o sea que son de mayor similitud; dos palmas de cera
tienen más proximidades entre sí que dos tigres, o sea que son de mayor
21 Ver mi texto Paradigmas Referenciales.
22 Voltaire. Diccionario Filosófico. Materia.
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similitud; dos tigres tienen más proximidades entre sí que dos humanos,
o sea que son de mayor similitud. La individualidad es el resultado de la
amplitud en su ejercerse movimiento. Disfrute, pues, lo humano el largo
recorrido de su individualidad, por ello tan amplia ella.
El calor es el producto del roce, del choque, de la fricción, generado en la
progresiva individualización de la amplitud; por eso es la pauta del orden.
En este sentido, algunos entienden la entropía como un desorden
desorientado y no como lo que es, momentos constitutivos del
ordenamiento genérico de lo posible en su ir y venir. Las estrellas, como
entidades pertenecientes a los inicios del Universo, poseen internalidades
cuyas individualidades en gran medida se rozan, se chocan, entre sí; por
eso producen una cantidad enorme de calor: el Sol calienta la Tierra. Que
la Tierra se enfriara significa que sus individualidades interiores dejaron
de chocarse entre sí en la forma en que sucede en las estrellas,
adquiriendo un ritmo de las proporciones más cercano a una distinta
estabilidad. La evolución, que no se reduce a la vida, tiende hacia la
estabilidad interna de las individualidades; un equilibrio dinámico señala
las características que distinguen las individualidades.
Esto explica por qué los mamíferos, pero no la fauna previa, mantienen
una misma temperatura en su interioridad, independiente de su
exterioridad. Un tumor es la pérdida de ese equilibrio dinámico en el roce,
en el choque, en la fricción, de las internalidades de una entidad. La
quimioterapia busca renovar esos roces, esos choques, esas fricciones, en
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aquellas partes donde se ha perdido la dinámica que, como equilibrio, lo
constituye individualidad.
Calentar algo consiste en incrementar esos roces, esos choques, internos.
Los neutrinos son el “experimento” del Universo en la vía del no roce, del
no choque, de la no fricción. Lo contrario al calor son los neutrinos. El frío
no es lo contrario al calor. Tomado como un estado de las cosas en sí
mismo, el frío no existe; el Universo es la expresión del calor. En el
Universo no existe el grado cero a partir del cual la escala se divide en
grados negativos y positivos. El frío es solamente una manera de las
convenciones de los instrumentos de medición humana. Por eso la ciencia
se vio obligada a determinar dos diferentes grado cero, el de las escalas
habituales y el Cero Absoluto. Lo que entendemos como Cero Absoluto
determina la ausencia total de calor en lo que la escala actual de medición
marca como -273 grados. La escala real marcará como un grado lo que
ahora tomamos como -272 grados, como dos grados lo que ahora
tomamos como -271 grados, como tres grados lo que ahora tomamos
como -270 grados, etc. Lo que sentimos como frío, lo que señalamos como
frío, no es más que una disminución del calor pero es innegable que sigue
siendo, al cabo y por ende, calor.
Estas dinámicas del calor, o sea estas termodinámicas, las refiero a los
roces, a los choques, a las fricciones, de las interioridades y, así dadas,
podría preguntarse por el funcionamiento de las exterioridades, tal como
se da entre las llantas y el pavimento. La individualidad, en este caso, es la
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Tierra, dentro de cuyas dinámicas térmicas se expresa el equilibrio de la
relación entre las llantas y el pavimento. Dentro de la individualidad
constituida como el planeta Tierra, una variedad de relaciones entre las
individualidades interiores caracterizan los roces, los choques, las
fricciones, entre las llantas y el pavimento: la lluvia o su carencia, la
temperatura del momento y del lugar pues no es lo mismo en invierno
que en verano, en Cali que en la Antártica. Las afinidades electivas de esa
relación serían diferentes en la Luna. Estas son las proximidades de la
proximidad, es decir la gama relacional entre las individualidades
constitutivas de aquella individualidad mayor que las engloba. De la
misma manera, las llantas son individualidades de otra individualidad
que las engloba, el carro.
Nuestro Universo, como individualidad mayor, establece las pautas de la
individualización a través de los equilibrios dinámicos dados a su interior.
Porque esto estipula un despliegue en el cual procede una manera de las
cosas, no podemos desdeñas la existencia de universos diferentes de
aquel que nos posibilita, como propone la hipótesis de los Multiversos.
Quizá no a nuestro alcance, por lo menos sabemos qué es lo que
buscamos.
La energía es el cuerpo del movimiento; no la quietud de una masa
cuantificada sino el procedimiento que mantiene la anchura de la
amplitud mediante esas tensiones arquitectónicas como útero del tiempo
cualificando el espacio: el río del juntar que previene el colapso del
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Universo en un agujero negro. Mediante su fracaso, los agujeros negros
son la confirmación de este procedimiento en la misma manera en la cual
la movilidad de un carro se muestra directamente cuando ya no puede
seguir moviéndose. He aquí por qué el fraccionamiento de la amplitud, es
decir la individualidad, es el juntar el ritmo de las proporciones de sus
afinidades electivas. Por esto el camino establecido para nuestra mente es
como si un viento inclinara las entidades en una misma dirección.
Montado en las olas matemáticas del fraccionar y del juntar llegué hasta
este aquí filosófico. Lo mismo es para cualquier exteriorización de la
fuerza del espíritu. Juntar simbólicamente las afinidades electivas de la
fisicalidad es lo que llamamos lógica. Es el largo viaje de la fisicalidad
comenzado sin su habilidad simbólica de fraccionar y juntar pero durante
todo el camino tendiendo a la posibilidad de ello. Fraccionar y juntar
simbólicamente es otra expresión de la amplitud de la fisicalidad. No hay
cosa tal como un pensamiento sin una neurona. Es una nueva afinidad
vinculante. Una entremezclada por las diferencias entre el movimiento en
relación con el ritmo de las proporciones de la proximidad de las
entidades.
El hacha de Lucy es el despliegue de las lógicas físicas de la amplitud.
Según la data actualmente disponible, es la primera expresión
instrumental del espíritu; el cumpleaños de la tecnología. La
instrumentalidad procede en la misma forma que la evolución: de lo
ancho a lo angosto. La antiquísima cucaracha se adapta a un ancho
margen de temperaturas, se alimenta de un ancho margen de comida, etc.,
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comparado con un reciente koala que resiste un angosto margen de
temperatura, que se alimenta de una sola entidad, etc. La
individualización de la fisicalidad en entidades vivas es la sutiliza de la
biodiversidad así como con los artefactos procede la instrumentalidad. Un
mejor microscopio es aquel que puede individualizar una mayor cantidad
de entidades. El caso es cuáles entidades instrumentales, es decir cuáles
artefactos, se mueven más rápido con las proximidades para las que están
hechas. En Fórmula 1 la elección de llantas blandas, o lo contrario, hace la
diferencia. De la piedra a la flecha a la bala y al misil muestra una
intencionalidad igual, así como también lo hace la historia de la
navegación, etc.
La historia de la instrumental tiene tres edades: nómada, sedentaria y
global. Da los mismos pasos que el Universo: de las entidades inertes a las
entidades orgánicas y después a las entidades humanas. Lucy, una
Australopiteca, nos dio el hacha; un Pitecántropo el fuego domesticado. El
fuego domesticado acelera los átomos. O sea que quizá sea el instrumento
básico. Un carro no es otro movimiento que aquel del fuego domesticado;
“la chispa” le decimos en Colombia. Muchos otros instrumentos les
debemos a los nómadas; aquí sólo menciono los aspectos básicos23.
El Sedentarismo consiste en la triple domesticación del agua, como en los
grifos y los acueductos; de la flora que es la agricultura y la fauna que es el
23 He desarrollado estas argumentaciones en textos previos: Los tres nacimientos de la Instrumentalidad, La
Arqueología de la Instrumentalidad, Las Edades del Universo, entre otros.
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ganado, las ovejas, los caballos, los perros, etc. La ingeniería de la flora y
de la fauna intenta incrementar la rapidez del crecimiento. La rueda
incrementa la rapidez del transporte. Gran parte de la actual instrumental
depende de las muchas manifestaciones de la rueda, como en los relojes y
en las hidroeléctricas. La instrumentalidad global toma el último paso
evolutivo, las entidades simbólicas, esto es internet, y reorganiza las
proximidades internas de las entidades químicas, como en la bomba
atómica; de las entidades inertes, como en la metalurgia; de las entidades
orgánicas, como en las cosechas genéticamente modificadas y en la fauna
como en Dolly y en los clones humanos para el caso de nosotros.
Si el movimiento genérico del Universo no se auto-genera, no hay
libertad. Esto es lo que vine a decir.
Como un nuevo sentimiento en nuestro propio estado mental, como el
estar del ánimo más allá de la inmediatez, la amplitud genera para uno
mismo novedosas proximidades internas. Una vez que deviene tuya, la
amplitud es una actitud personal dentro del “tiempo” y del “espacio”. Las
cosas no cambian; son. Digamos, la velocidad. Para la amplitud la
celeridad es precisión, no la rapidez. La velocidad no es el incremento
indiscriminado de la celeridad. La eficacia de un movimiento es su
adaptación al movimiento de sus proximidades. La distribución de los
flujos no puede evitar la curva en la vía; su ritmo de proporciones es un
mínimo unido a un máximo hecho para la curva. Monta tu patineta, monta
tu bicicleta o maneja tu carro y siéntelo. Las lógicas de la Teoría de la
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Proximidad deben ser consolidadas por la diaria experiencia personal, no
siendo necesario para ello manejar toda la delicadeza de su fuerza.
De esta manera la instrumental debe adquirir su “dimensión” evolutiva y
dejar atrás su actual lejanía prometeica. Los artefactos son tan naturales
como cualquier otra cosa. Una rosa plástica no es una rosa falsa, tan
desmerecedora como pueda parecer respecto de aquella en el jardín.
Desatemos esto, el nudo de la contaminación, el no fluir con el flujo, lo
antinatural de la tecnología. El nicho cubre la totalidad de los ritmos de
las proporciones previos a lo humano. La instrumentalidad es la frontera
relacional entre el ritmo de proporciones del nicho y el ritmo de
proporciones humano. Sin hacha no hubiera habido nomadismo; ninguna
especie de fauna hubiera traspasado las proximidades del nicho. La
instrumentalidad, concebida según la Teoría de la Proximidad, es la vía de
la adaptación humana. Sus funciones van mucho más allá de sus usos
prácticos24.
El retorno de nuestra conciencia a su “lugar fluido” dentro del
movimiento general del Cosmos; seguir la atención de un latido tras otro
del ritmo de tu corazón; la proporción de tu respiración calmadamente
volviéndose más lento hacia el tipo de proximidad reconocible como la
amplitud interior de la individualidad humana, es el antiguo rito de esta
recientes palabras.
24 Idem.
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La dificultad de seguirle el paso a este ritmo proviene de la racionalidad
de la Modernidad como de la construcción de su historicidad
paradigmática platónica diseñada contra el movimiento. No obstante, esa
misma dificultad esta preciada llave abre las puertas Jonias de nuestra
experiencia individual como uno más de aquellos ritmos de las
proporciones diseminados en lo que denominamos Universo: nuestra
parte del flujo colectivo.
Como otra exteriorización de la adultez de la unidad espiritual
latinoamericana, la Teoría de la Proximidad solamente admite como sus
últimas palabras del poeta que, de la Patagonia a California, nos dio la
posibilidad de pensar por nuestra cuenta, Rubén Darío: “Ama tu ritmo y
ritma tus acciones bajo su ley”.
El autor de este libraco es de la ciudad de Cali, Colombia.