Por María Herminia Grande.- Estamos a horas de presenciar hechos que de alguna manera convocan por igual el interés de la gente, aunque no se trate de lo mismo. La santificación de Juan Pablo II; el 125° aniversario de los mártires de Chicago; la boda -lejana- del futuro rey de Inglaterra. El calendario ha querido caprichosamente juntarlos, tal vez, porque el hombre se debate entre su fe o su agnosticismo. Entre su pertenencia al trabajo o su inexistencia social si no lo tiene. Y lo oculte, lo manifieste o lo intelectualice, el hombre tiene su costado cholulo.
Mientras mucha gente se encomendará –también en Argentina- desde su creencia al santito nuevo rogándole por trabajo y salud; Hugo Moyano no retaceará un Padre Nuestro para que el acto de hoy sea lo suficientemente importante, que le ayude a revalidar su poder. Saúl Ubaldini convocaba a la 9 de Julio bajo la advocación de San Cayetano: “paz, pan y trabajo”; Moyano buscando traducir su poder, en poder político. Para ir “hablando del tema” ha ofrendado a uno de sus principales hombres, Héctor Recalde, a los brazos del poder kirchnerista, candidateándolo para la fórmula que encabezaría la presidente Kirchner. No importa cuantos alfiles coma la reina, lo importante es “hacer tablas”. Mientras Saúl Ubaldini conducía la CGT, luchaba por el pan de los que no lo tenían, a través de la dignidad del trabajo. Hugo Moyano se sienta en la mesa del gobierno, para discutir impuesto a las ganancias… La pregunta es ¿la CGT del cervecero era más abarcativa o la Argentina donde le toca actuar a Moyano ha cambiado tanto, que el 30% de pobreza y el trabajo en negro sólo es realidad en boca de los opositores?
Argentina tuvo distintos 1° de mayo. Los hubo de festejos y los hubo de dolor. Las luchas por las reivindicaciones de los trabajadores también en Argentina cobró la vida de muchos, quienes sintieron la responsabilidad de luchar por sus creencias. En algún momento se volvió festejo, porque la política entendió que su obligación era generar fuentes de trabajo, para que sea el individuo quien desarrolle su potencialidad y procure su bienestar. Sería una falacia cargar las tintas sólo sobre el período kirchnerista en cuanto a la responsabilidad política por las deudas existentes para con los trabajadores: los que pueden realizar su trabajo y los que están fuera del sistema. Las distintas conducciones políticas debiesen realizar en este día un profundo acto de introspección y pedir perdón por lo que pudieron hacer y no realizaron. Por las corrupciones que permitieron y no combatieron. Argentina con una deuda externa de ciento cincuenta mil millones de dólares, tiene aún el 45% de su población sin cloacas, el 50% de su ciudadanos sin agua potable… La magnitud de la pobreza -que al igual que la inflación-, la verdadera está en la calle y no en el INDEC, ha llevado a concretar una de las políticas más reconocidas por todo el arco político, cual es la implementación de la asignación universal por hijo. ¿Es esta una acción política que enaltece o debiese avergonzar? Que haya llegado como un parche a la realidad no implica que no se analicen sus causas. La necesidad que la motivó, en una Argentina que produce alimentos para cuatrocientos millones de personas; es que su clase política toda, no fue capaz de planificar cómo dar la posibilidad de trabajo a cada familia para que los chicos no coman en la escuela y los padres no dependan de un subsidio.
Este 1° de mayo debe dolerle a la sociedad porque ella, ha perdido la sensibilidad que le permitía condolerse cuando un chico comía las sobras de otros. La sociedad se molesta cuando los olvidados de las provincias más pobres llegan a las grandes ciudades y se avalanzan en los semáforos, duermen en las veredas… Ellos, perdieron su lugar en el mundo en el momento mismo en que la política los expulsó de su territorio. Un tsunami de ineficiencia política arrasó con sus vidas.
A pocos meses de la definición de un proyecto de país, Argentina no muestra alternativas a la existente; y lo existente no muestra voluntad de transformar la pobreza que se esconde tras los números del INDEC. ¡Qué oportunidad tiene Cristina Fernández de Kirchner, si acepta su reelección, de hacerse cargo de esta asignatura pendiente: terminar con la pobreza!
Bien ha dicho la Presidente al referirse a las corporaciones, que si éstas quieren gobernar deben armar un proyecto político y presentarse en los actos comiciales. La Presidente que gobierna con la identidad del peronismo, sólo debe recurrir a la doctrina y arremeter contra todos los intereses que la alejen de la esencia del justicialismo. Justicialismo que ha hecho del excluido un incluido y supo construir el andamiaje necesario para permitir el ascenso social del trabajador.
Fuente: diario La Capital, Rosario, 29-04-2011.