OVIEDO, jueves, 7 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Se da un percepción «distorsionada» del ministerio de los obispos porque «se tiende a medir todo por lo político». Lo explica en esta entrevista a Zenit el obispo auxiliar de Oviedo, Raúl Berzosa.
Monseñor Berzosa es teólogo, escritor, periodista, autor teatral, poeta y uno de los obispos más jóvenes de España (Aranda de Duero, 1957).
Consiguió el Doctorado en Teología Dogmática en la Facultad de Teología del Norte de España, Burgos, y es Licenciado en Derecho por la Universidad Santo Tomás de Roma (Angelicum) y Diplomado en Ciencias de la Información (Instituto Lazio, Roma).
El obispo acaba de publicar «Transmitir la Fe en un nuevo siglo» («Transmitir la Fe en un nuevo siglo» (http://www.edesclee.com) y «Evangelizar en una nueva cultura» (http://www.sanpablo.es).
En sus encuentros con jóvenes, no duda en usar las nuevas tecnologías, como las video-conferencias.
–¿Se da una percepción pública de los obispos distorsionada, según usted?
–Obispo Berzosa: Creo que sí y a un doble nivel: por un lado, en su figura individual y como colectivo y, por otro lado, en lo referente a su magisterio.
En la España de hoy se tiende a medir todo por lo político y a encasillarte en parámetros socio-políticos.
Los obispos, por su misión, tenemos que buscar la libertad y la comunión. Dos realidades que no están de moda y que chocan con los criterios al uso.
Se puede comprobar lo que acabo de expresar en el perfil de obispo que se refleja en las entrevistas y, sobre todo, a la hora de valorar el magisterio episcopal que hace referencia a temas que van «contra corriente» como son los referentes a la defensa del verdadero matrimonio, de la vida en todas sus dimensiones o de los valores en los que debe arraigarse una verdadera democracia.
–Los obispos españoles se apuntaron al fenómeno del blog para conectar con los jóvenes en Colonia. ¿A usted no le gustaría, tener su propio blog y comunicarse así mejor con la gente joven?
–Berzosa: No me entusiasma la idea de forma permanente. Me explico: los blogs son útiles cuando realmente se conoce la personalidad de aquel con quien contactas.
Por desgracia, y así lo estamos constatando todos los días, detrás de los blogs hay mucho anonimato y mucha cobardía.
Hay una asignatura pendiente: la ética de los internautas. Sin embargo, los blogs son útiles para actos y momentos determinados. Como así se ha demostrado.
Fuera de ahí, prefiero el contacto personal con los jóvenes, en directo (incluso mediante video-conferencias).
–Usted es, además de obispo, profesor, teólogo y escritor, periodista. ¿Cree que sus hermanos en el episcopado recelan de los medios de comunicación?
–Obispo Berzosa: Siempre he afirmado que, en este tema, hay dos orillas o dos dimensiones.
Por un lado los periodistas acusan a la Iglesia que falta transparencia informativa, que es muy reticente a la hora de comparecer ante los medios, que se desea «catequizar» a través de los mismos sin respetar sus propias leyes de comunicación, o que se reciben muy mal las críticas vertidas en los mismos.
Pero, a su vez la Iglesia, achaca a los medios de su falta de profesionalidad y competencia a la hora de informar sobre lo religioso, que existe propensión a exaltar lo marginal y rocambolesco, o que se sienten prepotentes a la hora de pedirles precisión o rectificaciones. Todo esto lo he expuesto con amplitud en mi obra «Evangelizar en una nueva cultura».
–¿Qué iniciativa de comunicación podría emprender la Iglesia para mostrar su imagen mejor?
–Obispo Berzosa: A la hora de responder, perdone si remito a otra obra mía que acaba de ver la luz: «Transmitir la Fe en un nuevo siglo».
Allí afirmo lo que sigue, inspirado en P. Babin y A. Zukowski: ante los medios de hoy hay que tener en cuenta que el formato o presentación es tan importante como el contenido; y la modulación (que llega a las vibraciones interiores) tan decisiva como las palabras.
Por todo ello, hay que subir, como Pablo, a los areópagos de hoy con estas claves: asumir los medios con normalidad; purificarlos de todo lo que signifique manipulación, simple negocio o servidumbre y, en este sentido, hacer realidad la ley de la encarnación: asumir para redimir.
Y, en definitiva, hacer realidad la ley del Camino de Emaús: tomar-bendecir-partir y repartir.
Todo ello nos llevará a reactivar una Iglesia no sólo de comunión sino «extramuros y misionera».
Con una anotación importante: hay que hacer posible la figura del animador de la cultura, que tan de moda ha puesto el Directorio de Comunicación de los obispos italianos.