Seminario “Taller de Proyecto I” de la Maestría en Comunicación Estratégica

Maestría en Comunicación Estratégica

Facultad de Ciencia Política y RR.II.

Universidad Nacional de Rosario

Seminario: “Taller de Proyecto I”

Docente: Jesús Galindo Cáceres

Alumno: Emilio Grande

Año: 2013

El seminario “Taller de Proyecto I” me permitió seguir profundizando los conocimientos que venimos estudiando y trabajando en otras instancias similares de la cursada de esta maestría, pero por momentos me sentí un tanto desbordado con las nuevas categorías de la Comunicología y la Ingeniería en Comunicación Social.
“La Comunicología es una apuesta novedosa de percepción y organización conceptual de la vida social. Y su parte complementaria práctica, la Ingeniería en Comunicación Social, propone las figuras constructivas del diagnóstico situacional y del diseño de soluciones a los problemas y asuntos diagnosticados, promoviendo cursos posibles de intervención y construcción social para la vida, incluyendo a una parte o a la totalidad de los involucrados en la región social de que se trate, en el proceso de lectura, análisis, síntesis, y prospectiva” (Galindo Cáceres, 2011).
En este sentido, me voy centrar en mi territorio periodístico, que es el trabajo cotidiano en el diario La Opinión de Rafaela desde hace 17 años. El problema situacional detectado en este tiempo del cursado de la maestría está centrado en las “Rutinas periodísticas reducidas a la dimensión informativa”. Entonces mi proyecto está enfocado en la elección del tema sobre la “Innovación en el nuevo periodismo gráfico” para pasar de alguna manera del sistema de información por el comunicacional.
A decir verdad, se trata de un espacio de crisis, tensiones y desbordes en lo situacional de mi territorio periodístico que viene desde muchos años: las contradicciones existentes en mi labor periodística porque cotidianamente interactúan y operan actores y fenómenos internos (por ejemplo, el cambio del sistema de francos) y externos (cómo afecta una publicidad sobre los contenidos) en el proceso comunicativo que terminan condicionando y restringiendo el contenido final de la publicación por cuestiones económicas, políticas e ideológicas.
En este sentido, está operando en mi pensamiento un cambio de paradigma, pasando de la simplificación a la complejidad de la comunicación, una manera de ser y transformar. En “Introducción al pensamiento complejo”, Morin (1998) advierte que “la información no es un concepto terminal sino que es un concepto punto de partida. No nos revela más que un aspecto limitado y superficial de un fenómeno a la vez radical y poliscópico, inseparable de la organización.”
Uno de las límites conscientes en la actividad periodística es recortar o mutilar los hechos, las voces de los actores en la cobertura o en los análisis de un tema determinado por cuestiones de tiempo, espacio y en algunos casos también por restricciones políticas y económicas, pero al mismo tiempo se pueden buscar las contradicciones existentes y la apertura de miradas hacia otras voces de lo que se está contando a través del diálogo transdisciplinario y de saberes.
Con un abordaje multiparadigmático de la comunicación aparece un fenómeno complejo y fluido, operando las dimensiones informativa, ideológica (la línea editorial del medio de comunicacional), interaccional y sociocultural, asumiendo una relación de imbricación (coexistencia) entre teoría y realidad, como afirma Néstor García Canclini.

Las cuatro dimensiones

La dimensión informativa considera a la comunicación como proceso de transmisión de datos cuantitativos con una finalidad determinada, centrándose en la difusión y transferencia de los mensajes o como llamaba Paulo Freire (1970) una “educación bancaria”. Algunas marcas de este enfoque son linealidad, verticalidad, comunicación operativa e instrumental.
“Las sociedades de la información son configuradas por estructuras más bien rígidas de organización y de relación entre sus actores. Les imponen verticalmente guías de comportamiento y les inhiben la iniciativa y la creatividad”, precisa Jesús Galindo Cáceres (1998).
Respecto a mi territorio periodístico, esta dimensión opera en la resolución del problema a abordar, centrándose en las “Rutinas periodísticas reducidas a la dimensión informativa”, es decir darle excesiva importancia a la transferencia de datos a los lectores del diario La Opinión, quedando muy relegados los aspectos de análisis cualitativo de la información y menos aún avanzar en los géneros de interpretación e investigación periodísticas.
A decir verdad, en no pocas ocasiones esta dimensión informativa -a la que aparentemente no debería generar problemas-, sin embargo se observan algunas tensiones en el medio comunicación por presiones políticas y económicas que acceden y/o propician los responsables de la publicación, para que no salgan determinadas noticias porque pueden afectar intereses de diferentes actores y auspiciantes, lo que termina condicionando el contenido final de la edición.
Esta situación injusta puede derivar en tres escenarios: que el Director y/o Secretario de Redacción accedan a este reclamo para no dar a conocer esa información, que salga atenuada o que no se tenga en cuenta y se publique lo mismo. Este problema lo investigué en la tesina de grado titulada “Restricciones que afectan el ejercicio del periodismo en Rafaela” en la UCES. Me vienen a la memoria los padecimientos que a menudo sufro en mi trabajo periodístico en el diario La Opinión, donde lo periodístico está netamente subordinado a los mezquinos intereses económicos y políticos, distante de la búsqueda de la verdad y del bien común. Mi testimonio va más allá, hasta el “fondo del mar”: por ventilar verdades me censuraron la firma durante 20 meses (Grande, 2003).
Por su parte, la dimensión ideológica es el universo de los discursos, las formaciones culturales e ideológicas desde la superestructura. La comunicación como aparato de reproducción ideológica, parafraseando a Althusser al reproducir las condiciones materiales de producción, por ejemplo los “mass media”. En mi territorio se trata de la línea editorial del medio de comunicación. Algunas marcas de esta dimensión: linealidad, segmentación, verticalidad.
Esta dimensión está emparentada con la informativa en orden a los problemas mencionados por presiones políticas. El problema se presenta cuando esa información viene bajada verticalmente desde la línea editorial del diario con los “criterios” respecto al tratamiento, la ubicación, el espacio gráfico a destinar, si tiene importancia de ir en la tapa o la censura de determinada noticia, que están en función de ciertos amiguismos y/o compromisos de la superestructura mediática. En el fondo, como afirman MacLuhan y Fiore, “el medio es el mensaje” y esto vale más que los contenidos y las personas que trabajan en el “mass media”.
El periodista termina siendo un empleado que no tiene mucho margen de maniobra en el sentido que se deben acatar las decisiones editoriales o pensar en buscar otro trabajo periodístico, pero la gente de a pie se da cuenta de estas restricciones a la que está expuesto el trabajador de prensa como lo revela la encuesta realizada en la citada investigación académica de 2003. El sondeo a la población (100 casos) se hizo en siete barrios estratificado por sexo, edad, nivel de instrucción y condición social. Entre las preguntas efectuadas, ¿el periodista de Rafaela enfrenta distintas limitaciones a la hora de informar? En forma mayoritaria, el 75% de los encuestados respondió afirmativamente.
“Los grupos de poder político, ideológico y económico penetran a través de los medios de comunicación social sutilmente en el modo de vida de nuestro pueblo. Hay una manipulación de la información por parte de los distintos poderes y grupos. Esto se realiza de manera particular por la publicidad que introduce falsas expectativas, crea necesidades ficticias y muchas veces contradicen los valores fundamentales de nuestra cultura latinoamericana y del Evangelio (…) debemos denunciar el control de estos medios de comunicación social y la manipulación ideológica que ejercen los poderes políticos y económicos que se empeñan en mantener el «statu quo» y aún en crear un orden nuevo de dependencia-dominación”, clarificaron los obispos latinoamericanos en el Documento de Puebla, México, en 1979.
En tanto, la dimensión interaccional es el campo de las motivaciones, la comunicación como un proceso de producción de sentido, por interacciones personales y grupales para mejorar la efectividad de los mensajes, que incluye el vínculo con el otro. Algunas marcas específicas son linealidad, segmentación, horizontalidad.
Un elemento que viene asomando fuertemente es el perfil que debe tener el comunicador estratégico: darle importancia a escuchar al otro, abrirse a las nuevas realidades socioculturales y tratar de incluir a las diferentes voces de los actores sociales en el contexto de un paradigma desde la complejidad, situacional, cambiante, emergente y fluido.
O como suele llamar Carlos Galano la otredad, categoría reflexionada en el seminario “Problemática Ambiental en el contexto de la globalización”, opinando que “el modelo civilizatorio dominante degrada el ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al otro (al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur), mientras privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el proceso de globalización” (Educación ambiental y sustentabilidad: construcción del futuro, 2006).
Al respecto, Boris Cyrulnik afirma que “ponerse en el lugar del otro -lo que los filósofos llaman empatía- (…) es enriquecerse, pero también supone un esfuerzo, significa partir a descubrir otro continente mental, una nueva forma de pensar, una nueva manera de ser hombre”.
Con los nuevos paradigmas trabajados y estudiados, tengo que salir de mi punto de vista como emisor para hacer un esfuerzo de ponerme en el lugar del otro, que es un perceptor que necesita ser escuchado y tenido en cuenta a la hora de escribir noticias, crónicas, entrevistas, columnas de opinión, editoriales o artículos de interpretación.
Como momento de tensión de esta dimensión son las limitantes para propiciar el encuentro interaccional buscando escuchar al otro, pero en mi territorio periodístico muchas veces operan en contra la falta de tiempo, el exceso laboral, la diversidad de temáticas, las presiones políticas y económicas, entre otros.
Con los nuevos paradigmas de la comunicación estratégica, ¿en qué medida me pongo en el lugar del otro a la hora de informar, más aún opinar, interpretar, criticar e investigar un tema determinado?
Finalmente, la dimensión sociocultural considera a la comunicación como articulación social, fenómeno de encuentro, puesta en común de los actores sociales/colectivos, momento relacionante de la diversidad sociocultural, el campo de lo fluido, la dinámica social, la cotidianidad. Algunas marcas: heterogeneidad, multiplicidad, redes, la comunicación como articulación de la diversidad social como proceso complejo, situacional e histórico.
En esta dimensión destaco el diálogo transdisciplinario y de saberes entre las distintas lógicas que permite indagar y profundizar desde diversas miradas, teniendo de esta manera una mayor cantidad de elementos y poder interpretar la complejidad del fenómeno a estudiar, para tratar de comprender lo enredado de la trama que generan las relaciones humanas y así poder intervenir.
¿Es posible dialogar entre actores de diferentes disciplinas y sectores sociales muchas veces enfrascados en sus problemas sectoriales en el que suele faltar cierta gimnasia comunicativa con el objetivo de enactuar, es decir encontrar caminos deseables y posibles?
Este pensamiento es abonado por Francisco Varela en “Etica y acción” (1996), quien propone una cognición como enacción: “El estar situado significa que una entidad cognitiva tiene por definición una perspectiva. Esto significa que no se relaciona «objetivamente» con su medio ambiente, independientemente de la ubicación del sistema, de su dirección, de sus actitudes y de su historia. Se relaciona con el medio ambiente respecto de las perspectivas establecidas por las propiedades que emergen continuamente del propio agente (…) Cuando se enfoca desde la perspectiva enactiva, no hay circunstancia en que la percepción pudiese entregar una representación del mundo en el sentido tradicional”.
En este contexto, en la búsqueda de un poner y hacer común los acuerdos sociales de la comunicación estratégica desde el paradigma de lo fluido emergen los espacios compartidos con el reconocimiento a las trayectorias de los diversos actores socioculturales relevantes frente a cada problema y también dialogando con los diversos saberes disciplinares.
Frente al espacio de crisis, tensiones y desbordes en lo situacional de mi territorio periodístico, está la enacción de lo simbólico-espiritual (intereses) y lo material-corporal (necesidades), que es una forma de entender como el conocimiento emerge y surge entre los participantes a través de redes de encuentro con el aporte de las distintas instituciones y organizaciones socioculturales, una especie de sinergia comunicativa buscando algunas soluciones.
“La comunicación estratégica es un enfoque comunicacional centrado en el encuentro. (…) la dimensión de la alteridad y (…) en la medida en que todo acto comunicativo considera movimientos que persiguen un propósito incluyente”, grafica Sandra Massoni (Estrategias. Los desafíos de la comunicación en un mundo fluido).
En clave de lo fluido es posible avanzar hacia miradas más integradoras para abordar la comunicación estratégica dentro y fuera de mi territorio periodístico, apuntando a un cambio social conversacional a través del encuentro sociocultural en la Redacción y con los distintos actores sociales, abordando la complejidad de los nuevos paradigmas y los fenómenos multidimensionales.

Del poder hegemónico a lo participativo

Después de haber expuesto el diagnóstico situacional de mi territorio periodístico enfocado en las “Rutinas periodísticas reducidas a la dimensión informativa”, el desafío es ahora avanzar hacia la comunicación desde la comunicología para operar en la vida social, diseñando puestas en común para formar una comunidad dialógica.
“La presencia de la sociedad de información hegemónica es muy fuerte y general. Pero la tensión hacia formas de relación más plurales y diversas existe y aumenta. También aparece la tensión hacia formas de relación social más dialógicas, de construcción desde lo horizontal” (Galindo Cáceres, 2011).
De esta manera, hay que “romper” de alguna manera con las estructuras hegemónicas, verticalistas, un tanto aisladas de la realidad social que tiene este medio de comunicación como actor social, para tratar de generar una agenda más participativa/colaborativa con la gente común no solamente con los poderosos y políticos, teniendo como ejemplo las experiencias existentes en Canadá y Colombia.
¿Es osado repensar el proceso comunicativo del diario no solamente con la participación de los periodistas-empresarios sino también abrir el juego al público/lector pensando en un periodismo “comunitario” o apuntar solamente en un mejor periodismo profesional? Como referencia vine trabajando en otros seminarios de esta maestría con el tema sobre la “Innovación en el nuevo periodismo gráfico”.
Una de las voces autorizadas en la materia es Ana María Miralles, investigadora de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín de Colombia, quien propone: “con información concebida para la participación ciudadana, el periodismo público provoca en los ciudadanos procesos de deliberación que llevan a la construcción de su agenda de prioridades, con la aspiración de ejercer influencia sobre el poder” (2002), aclarando que no excluye a otros sectores como los expertos, los políticos profesionales y los funcionarios oficiales.
Además de buscar caminos más horizontales de la comunicación, una de las consecuencias positivas a no desdeñar puede ser la posibilidad del aumento en la venta de mayor cantidad ejemplares, aspecto que está “amesetado” por factores económicos y la irrupción desde hace unos años de internet y las redes sociales.
“El mundo de la comunicación es muy complejo y singular, con productos que cada día cambian y no se pueden almacenar, con un cotidiano trabajo creativo colectivo, y con el público con demandas cada vez más cambiantes (…) Son tiempos de incertidumbre y se diluyen todas las fronteras: entre las industrias, entre las plataformas y hasta entre los géneros. Es un contexto complejo en el que para acertar, antes hay que entender. Esto pasa no sólo en la industria de los medios sino en muchas otras áreas de la economía y la sociedad. Pero creo que una de las claves está en trabajar con gente que aprenda a disfrutar de la incertidumbre, porque al mismo tiempo es un tiempo de enormes posibilidades y desafíos. El problema es que hay mucha gente dedicada a los contenidos y medios que añora el mundo estable y predecible en el que trabajó en el pasado”, reflexiona Alfonso Sánchez-Tabernero, rector de la Universidad de Navarra y catedrático de empresa informativa en una entrevista en el diario La Nación. Estuvo en Buenos Aires para dar clases en la Maestría en Gestión de Contenidos de la Universidad de Austral.
Una de las experiencias positivas -a tener en cuenta en mi proyecto- sobre horizontalidad, interacción y espíritu colaborativo lo constituyen las comunidades eclesiales de base, aspecto trabajado durante la cursada. Al respecto, el Documento de Aparecida (2007) sostiene: “han sido escuelas que han ayudado a formar cristianos comprometidos con su fe, discípulos y misioneros del Señor, como testimonia la entrega generosa, hasta derramar su sangre, de tantos miembros suyos (…) Despliegan su compromiso evangelizador y misionero entre los más sencillos y alejados, y son expresión visible de la opción preferencial por los pobres” (página 89).
Seguramente, convivirán las dos tendencias en mi territorio periodístico: la actual dominación asociada a la difusión de la información y, al mismo tiempo, potenciar el espíritu de la colaboración en relación a la interacción de la comunicación, para armar un nuevo esquema de vida social.
En este sentido, desde la ingeniería social se pueden buscar soluciones a estos problemas crónicos, “estrategando” las otras dimensiones: ideológica, interaccional y sociocultural, focalizado en propiciar un periodismo público que incluya no solamente a los actores tradicionales sino también a los ciudadanos comunes en la construcción de una agenda, según sus necesidades para ejercer influencia sobre el poder.
Esta línea de pensamiento es abonada por Rafael Alberto Pérez (2006), quien enfatiza más en el verbo estrategar en una situación concreta con respuestas eficientes por encima de las estrategias previamente planificadas. “Siempre se aprende en el curso de la ejecución, pero es mejor poner unos buenos indicadores y monitorizar en tiempo real. Hay que estar preparados para hacer sobre la marcha los correctivos necesarios. Nunca debemos pensar en la estrategia como algo rígido, sino saber encontrar su punto de flexibilidad, son cauces anchos de acción. Es en la ejecución donde debemos tener los reflejos para realizar los ajustes necesarios. Algo así como conducir un coche, si entramos mal en una curva saber rectificar”.

Bibliografía

• Galindo Cáceres, Luis Jesús (2011). Ingeniería en Comunicación Social, Comunicología y desarrollo. Elementos para una crítica de la promoción y la gestión cultural en México, en “Razón y palabra” primera revista electrónica en América Latina especializada en comunicación www.razonypalabra.org.mx.
• Morin, Edgar (1998). Introducción al pensamiento complejo, Gedisa.
• García Canclini, Néstor (1995) en Massoni, Sandra. “Estrategias. Los desafíos de la comunicación en un mundo fluido” (2007). Homo Sapiens Ediciones. Rosario, Argentina.
• Freire, Paulo (1970). “Pedagogía del oprimido”, Ed. Tierra Nueva, Montevideo.
• Galindo Cáceres, J (1998). Cibercultura, ciberciudad, cibersociedad: hacia la construcción de mundos posibles en nuevas metáforas conceptuales. Colima, México, Universidad de Colima.
• Grande, Emilio (2003). “Restricciones que afectan el ejercicio del periodismo en Rafaela”, tesina de licenciatura en Comunicación Social en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales.
• MacLuhan, M. y Fiore (1967). “El medio es el mensaje”.
• III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1979), “La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”, Documento de Puebla, México.
• Galano, Carlos (2006), “Educación ambiental y sustentabilidad: construcción del futuro” en el Seminario Nacional para la Educación Ambiental para la Sustentabilidad, Lima.
• Cyrulnik, Boris y Morin, Edgar (2005). “Diálogos sobre la naturaleza humana”. Ed. Paidós.
• Varela, Francisco (1996). “Etica y acción”, Santiago de Chile, Editorial Dolmen Ensayo.
• Massoni, Sandra (2007). “Estrategias. Los desafíos de la comunicación en un mundo fluido”. Homo Sapiens Ediciones. Rosario.
• Miralles, Ana María (2002). “Periodismo, opinión pública y agenda ciudadana”, Bogotá, Colombia. Grupo Editorial Norma.
• Sánchez-Tabernero, Alfonso (2013). «Los medios no están en el negocio de la tecnología, sino en el del talento», entrevista efectuada por Carlos Guyot, en el suplemento Enfoques del diario La Nación, Buenos Aires (1/9/13).
• Documento de Aparecida (2007). V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. CELAM, Santa Fe de Bogotá, y CEA, Buenos Aires.
• Pérez, Rafael Alberto (2006). http://www.tendencias21.net/estrategar/7-Claves-para-hacer-estrategias_a211.html.

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