Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela FM 90,9. Parecía una eternidad, pero ya pasó. Hace unos días asumió el sexto obispo de la diócesis de Rafaela. ¿Cuáles serán los ejes de la pastoral de monseñor Luis Fernández luego de la toma de posesión? Destacó e insistió en «ir a las plazas y a las periferias a sentir y vivir el espíritu misionero del pedido de Jesús de ‘vayan y anuncien'», es decir no quedarse encerrados esperando que la gente vaya a los templos.
Según cuentan algunos que lo conocen de cerca, Fernández tuvo una experiencia particular de «patear» las villas miserias, salir a la calle, misionar en los colectivos urbanos cuando estuvo en Buenos Aires, siguiendo el estilo «bergogliano».
Mencionó a sus antecesores, al magisterio de la Iglesia con el Concilio Vaticano II, destacar a los papas Benedicto XVI y Francisco -con quien trabajó de manera cercana cuando Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires-, señaló que «queremos estar presentes en el mundo del dolor y de los pobres, en el diálogo fraterno con estas maneras de pensar y que lo distinto no nos asuste, nos encierre o nos llene de miedos, sino al contrario dialogar y compartir con estas creencias abiertos a todos, a sabernos parte de la sociedad sin reclamar ningún privilegio ni favoritismo como le gustaba decir al cardenal Pironio una Iglesia pobre, misionera y pascual desligada del poder temporal y al servicio de los más pobres”.
En estas pocas líneas el ex obispo auxiliar de Buenos Aires apuntó a otros objetivos de lo que será seguramente su pastoral: el diálogo abierto con lo que piensan diferente, a no reclamar ciertos privilegios mundanos, a estar alejado de los poderes temporales que constituye el Estado en sus distintos niveles.
Otra expresión de su sermón fue cuando dijo «escuchando y perdonando, siendo conscientes también y sin esconder debajo de la alfombra la suciedad que también hay dentro de la Iglesia como nos decía el papa Benedicto», para agregar que «a pesar de tentaciones que nos invitan a los placeres de una vida fácil de corrupción, droga y sin sentido de la existencia. Volvamos a escuchar el grito de Jesús que navega mar adentro, a entregar el gozo de vivir porque a esto estamos llamados, a vivir en la esperanza de una vida plena».
Fernández reconoce que existe el pecado en el seno de la propia Iglesia y también sufre tentaciones de la corrupción. Basta mirar algunas luchas internas, la pedofilia y los manejos oscuros. Son otros vientos en la Iglesia diocesana respecto al modo de cómo ser testigos en los tiempos actuales, de abrirse a la diversidad y las necesidades del que sufre. Un reverdecer de la diócesis de Rafaela, pero a algunos conservadores dentro y fuera les puede resultar un poco contrastante a otros estilos pastorales tradicionales que tuvimos. Aparece la sencillez y el servicio con los más pobres, que no es poca cosa en estos tiempos.