Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela (FM 90,9) que conduce Emilio Grande (h.).- El 22 de noviembre de 1963 el presidente John Kennedy fue asesinado en el Estado de Texas, Estados Unidos. La muerte repentina de este joven y líder político sacudió al mundo entero. Este crimen sigue siendo uno de los eventos controvertidos y recordados.
Hace cincuenta años, cuando la limusina negra descubierta recorría las calles principales del centro de la ciudad de Dallas. Una multitud entusiasta saludaba el paso del coche presidencial donde iba el mandatario electo más joven de los Estados Unidos y el primer presidente católico. En el coche lo acompañaba su esposa Jacqueline y el gobernador de Texas, John Connally.
Cuando la caravana pasaba por la Plaza Dealey se escucharon los estruendos de los disparos. La voz desgarrada de Jacqueline retumbaba en el caos dentro del auto. El gobernador John Connally resultó herido y el joven presidente fue gravemente herido. De inmediato lo llevaron, agonizando, al cercano hospital «Parkland», pero 30 minutos después se anunciaba oficialmente su muerte.
Sólo 98 minutos más tarde, y junto a la viuda Jacqueline, el vicepresidente Lyndon Johnson juraba, dentro del avión presidencial, rumbo a Washington, como nuevo presidente de los Estados Unidos.
El vencedor demócrata en la elección de 1960, Kennedy, con 43 años de edad, fue el hombre más joven que llegaba por primera vez en la historia a la suprema magistratura de los Estados Unidos.
“Kennedy fue un político de gran personalidad, al que se podría definir como un idealista en el sentido de un hombre que persigue la realización de ciertos principios e ideales posibles en un determinado momento histórico”, opina Mario Laguzza desde Santa Fe en el diario La Opinión de Rafaela.
John Kennedy se puso alpargatas y bombacha gaucha en su visita al campo argentino, en una estancia en la provincia de Córdoba, según informó diario La Nación. Decía “yo seré presidente de los EE.UU.”. Nunca olvidó su permanencia en el país ni a sus amigos argentina, especialmente la familia Cárcano.
El cubano Pedro Sotolongo destacó la figura de estadista de Kennedy: “estaba el proyecto de invadir a la isla, pero buscó no entrometerse en las cuestiones de otro país” durante el seminario “Comunicación y autodispositivos colectivos” en la maestría en Comunicación Estratégica de la UNR.
Pasaron 50 años y reaparecen testimonios de vida sobre las consecuencias de jugarse de distintas maneras; lo cuestionable es quedarse timorato y no buscar cambiar esta crisis, en el fondo de valores cristianos.