Por Emilio Grande (h.).- Bajo el lema “Junto a San Cayetano seamos peregrinos de esperanza”, este jueves se celebró la fiesta patronal de san Cayetano (santo del pan y del trabajo) en el templo del barrio Amancay, en la que se oficiaron seis misas y peregrinaron miles de personas durante todo el día para pedir por dignidad laboral y agradecer por intenciones particulares.
En la oportunidad, se vendieron 180 pollos, 700 docenas de pastelitos, 250 tortas variadas, 350 choripanes más la santería, cuya recaudación se destinará al sostenimiento de la parroquia.

La misa principal fue presidida por el obispo diocesano Pedro Torres en un escenario frente al templo y concelebrada por el párroco Eduardo Tomassini, pero previamente estuvo la procesión alrededor de la plaza de la Bandera, ante una multitud.
“Qué gracia poder escuchar la palabra de Dios y saber que es palabra viva y eficaz, que se hizo plena en Jesús la palabra hecha carne. También reconocer que nos alimenta del hambre del alma. No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Si nos conmueve la desnutrición, el hambre, la mala alimentación, lo que nos cae mal cuando comemos comida en mal estado, cómo nos debe doler la desnutrición espiritual”, expresó el titular de la diócesis de Rafaela durante su homilía.
Y agregó: “Quien no conoce la escritura no conoce a Jesucristo, decía san Jerónimo (340-420) y san Cayetano lo sabía, quien quedó huérfano del padre siendo muy chico y lo ayudó su mamá, eran 3 hermanos. Fue una madre con devoción, terminó siendo terciaria de los dominicos como santa Catalina de Siena. Él era muy capaz y gracias a un tío se recibió de dos títulos, fue a trabajar a Roma con el Papa, pero le nació en el corazón un deseo de ser misionero, de atender a los más pobres. Creó el monte de piedad para que la gente pudiera vender lo que tenía. Formó gente para atender a los enfermos y los incurables con otros santos”.
“Le nació en el corazón -continuó- el deseo de reformar la vida sacerdotal y no buscó ser santo solo sino con otros, formando una comunidad de sacerdotes regulares, los teatinos, y con ellos se hizo la opción de no pedir nada y darlo todo, confiar en la providencia. Para san Cayetano, el tesoro era la palabra, el tesoro es la eucaristía, su vínculo con María, iba a rezar con devoción a (la basílica) Santa María La Mayor, donde eligió que descansara sus restos el papa Francisco, recibiendo de la Virgen al niño; por eso se lo representa con el niño, tres veces le pasó esto. Cuidar a un Jesús en su fragilidad, que vive cada hermano porque Jesús está en cada persona. El descubrió que el tesoro es el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, un tesoro sus amigos santos”.
Más adelante, Torres dijo que “somos peregrinos de la esperanza y en el camino de la peregrinación qué importante son los amigos, también es importante la familia. Los amigos no son los que nos acompañan cuando hacemos las cosas mal, amigo es el que es capaz de hacerme soñar la santidad, de enseñarme la verdad, de corregirme cuando yo me equivoco y hacerlo con tal amor que me hace crecer y cambiar. La amistad iguala quienes son amigos no importa edad, condición, sabiduría”.
Después citó al papa Francisco: “para vivir el mundo del siglo XXI, tenemos que descubrirnos hermanos, carta encíclica Fratelli tutti, el subtítulo dice ser hermanos en amistad social. Los amigos son los hermanos que hemos elegido y nos han elegido en el camino. Tenemos que sembrar amistad, eso también lo descubrió san Carlos de Foucauld (1858-1916), en los lugares de trabajo, de diversión, de oración. Tenemos que descubrir que es más lo que nos une que los que nos divide y hay tantas peleas y grietas. La vocación del cristiano es descubrir a Jesús que me dice `no te llamo siervo sino amigo´ y con ese estilo de amistad construir un mundo distinto”.
Finalmente, sostuvo que “san Cayetano es el amigo del pueblo que desde las entrañas de fe más profunda se nos ofrece como amigo. El verdadero amigo quiere para su amigo que exista y viva, hacerle el bien y compartir con él sus alegrías y tristezas, viviendo con un solo corazón. Por eso, san Cayetano es nuestro amigo; con los amigos las alegrías se multiplican y las penas se dulcifican. El papa Francisco nos dice hay que cultivarlo y trabajarlo y el papa León nos hizo la propuesta de ser constructor de puentes”.