Por Emilio Grande (h.).- Este lunes 7 de agosto se celebró la fiesta de San Cayetano, el santo del pan y del trabajo, que es muy venerado no solamente en Italia sino también en la Argentina. En nuestra ciudad, miles de personas peregrinaron por la parroquia homónima, ubicada en el barrio Amancay, bajo el lema “Con San Cayetano, caminamos sin demora celebrando la vida”.
A lo largo de la jornada se rezaron seis misas presididas por David Retamoso, Darío Mautino, Claudio Badino, Marcelo Ferrero, el obispo diocesano Pedro Torres (previa procesión y la ceremonia fue concelebrada por Oscar Sara) y Jorge Buschittari. También hubo muchos fieles que pidieron bendiciones.
Como todos los años hubo ventas variadas: 500 pollos, 800 docenas de pastelitos, tortas fritas (utilizaron 100 kg de harina), 60 panes caseros y santería. La recaudación se destinará para reparar las salas de catequesis y pintar el techo de la capilla Santa Rita (barrio Los Nogales) que está oxidado, según adelantó el párroco Buschittari hace unos días a este cronista.
“Una de las características de San Cayetano era que confiaba inmensamente en la providencia, es el santo de la providencia. Los argentinos le pusimos el encargo de pan, paz y trabajo. Tenemos que preguntarnos que nos quita la paz, a veces los enojos; los dolores, ciertas cosas que sentimos que nos amenazan, que llamamos inseguridad, violencia, son los miedos que tenemos adentro; actitud de cálculos, qué puedo hacer yo”, expresó Torres durante su primera homilía en esta fiesta de San Cayetano en Rafaela.
Y agregó: “El evangelio cuenta que Jesús obraba desde la compasión, vio la multitud y se compadeció de ella; los discípulos obraban desde el cálculo muy humano y normal, ´hay que decirle a la gente que se vaya´, pero él les dijo denles ustedes de comer. Lo único que había eran 5 panes y 2 pescados, pero por las manos de Jesús se multiplican. A veces nos quedamos con el signo material, pero la gente estaba ahí porque quería escuchar, conocer y amar a Jesús”.
Mencionó que el papa Francisco en que cada viaje va la Basílica de Santa María la Mayor en Roma: “hoy estaba sentado en su silla de ruedas dando gracias por la jornada de los jóvenes en Lisboa; es el mismo templo donde iba a rezar San Cayetano y le pedía tanto de conocer y amar a Jesús para vivir como los apóstoles, teniendo la experiencia que María se lo entregaba y lo ponía en sus brazos un Jesús frágil, débil y necesita de nosotros”.
“Cómo no pedirle a San Cayetano -continuó- no solo el pan material sino el pan del alma, la palabra, el pan de la salvación, la eucaristía, el pan del afecto la fraternidad. Hoy le pedimos pan, justicia y trabajo. El trabajo fue pensado por Dios antes del pecado como una misión de co-creadores, de completar la obra de la creación, el pecado lo volvió fatigoso y doloroso. El Redentor trabajó con José en Nazaret, el trabajo es camino de santificación; trabajamos no solo por la paga sino por la gloria de Dios y el servicio a los hermanos. En esta zona hay una cultura del trabajo, que hay que cuidarla, y de la colaboración; tenemos que ayudarnos mutuamente”.
Un hombre humilde
En otra parte del sermón, el obispo diocesano remarcó que “San Cayetano nos enseña a vivir con los apóstoles y lo hacían de dos en dos, evangelizando juntos y en comunidad; sinodalidad, que es caminar juntos tras la cruz de Jesús, que es la que marca el camino, donde brota el agua y la sangre, la vida nueva del bautismo y la eucaristía que nos transforma y nos alimenta cada día”.
Más adelante, dijo que “hoy leía una carta de San Cayetano que le escribía a Elisabet Porto hace 500 años, expresando que ´yo soy pecador´, él también necesita ser salvado, es un hombre humilde. ´No olvides una cosa, todo lo que los santos hagan por ti, de poca cosa te serviría sin tu cooperación. Antes que nada es asunto tuyo y si quieres que Cristo te ame y te ayude, ámalo tú a él y procura someter siempre tu voluntad a la suya. Aunque todos los santos y criaturas te abandonasen, él siempre estará atento a tus necesidades. Nosotros somos peregrinos y viajeros de este mundo, nuestra patria es el cielo´”.
“El camino pasa por seguir la cruz, por la humildad, por saberse necesitado de Dios y de los demás, por ayudar y dejarse ayudar; el que se la cree y se corta solo, se desvía de este camino y corre hacia la muerte. Mientras vivamos en este mundo, debemos ganarnos la vida eterna, cosa que no podemos hacer por nosotros solos, ya que la perdimos por el pecado, pero Jesucristo nos la recuperó. Debemos dar gracias, amarlo y obedecerlo, hacer todo lo posible para estar unidos a él”, sostuvo.
Finalmente, Torres reflexionó: “qué panes y pescados tengo que compartir, a veces no tenemos nada, pero podemos dar una sonrisa, saludar a un enfermo, acompañar al que está solo, animar al que está desanimado. Pidamos hoy por nuestra patria, nuestra comunidad, nuestra Diócesis, nuestra familia y por este mundo que a veces quiere construirse no solo sin Dios sino contra Dios, que teniendo poder o violencia se es más feliz, las guerras destruyen todo; miren lo que era Ucrania está destruida y hay muchas guerras que están en curso en el mundo. En nuestras vidas, qué peleas requieren hoy un perdón y una reconciliación. Somos más parecidos a Dios cuando perdonamos porque eso es lo que hace él. Pidamos la gracia de perdonar y sanar nuestra vida de toda inmoralidad; a veces nos hemos acostumbrado a la mentira, a la ventaja, al egoísmo. San Cayetano nos sacude compadécete como Jesús se compadeció, compartí, ´denles ustedes de comer´”.