Restaurando nuestra alma: viejo mi querido viejo

Feliz día del padre, que Dios los guíe y los proteja siempre.

Por María Inés Adorni.- Pasó el tiempo, pero llegó la sabiduría. Llegó el tiempo del disfrute de los hijos y los nietos. La mesa de los domingos cargada de alegría y de rico olor de la comida.

Recuerdo de mi abuelo al que conocí se llamaba Agustín Adorni, un hombre trabajador y alegre, me encantaba ir a ver los pollitos que criaba y la huerta, tenía un galponcito en el fondo del patio en donde siempre estaba traficando cuando la abuela lo corría. Además, tenía plantas de olivo y vides; él hacía el vino. El gallinero era fantástico, recuerdo esas tardes que me escapaba de mi casa para ir a verlos.

También cuando íbamos en bicicleta por la vereda, les pisábamos los pies y mi abuelo nos decía que teníamos las ruedas pinchadas y se reía; entonces todos mirábamos para abajo y él se reía del chiste.

Además, Agustín trabajaba en una fábrica de pastas y en esa época se hizo su casa, la verdad admirable. Siempre lo recuerdo con sus chistes, cuando jugábamos al chinchón y se robaba las cartas y las escondía en el cajoncito de la mesa.

Los domingos a veces nos invitaba a almorzar, mi abuela Dora era modista y cocinaba sus pastas caseras y esas salsas que se cocinaban a fuego muy lento por varias horas.

Cuando nos sentábamos a la mesa, previa lavada de manos, el abuelo nos servía un buen vino y nos decía que primero debíamos almorzar los tallarines y ese vaso se tomaba luego de los tallarines con pollo sino se enojaba porque no se debía mezclar.

También nunca faltaba el Gancia u otro aperitivo con las aceitunas que él ponía en tambor de sal. Que hermoso recuerdo cuando bailé el vals de los quince con él y mi abuela me había hecho un hermoso vestido. Gracias abuelo Agustín porque de ti tomé la fortaleza y el valor de ser una buena nieta. El falleció cuando cumplí los 16.

Mi abuelo Luis, el carpintero padre de mi padre Juan Adorni.

No lo conocí, murió cuando mi papá había cumplido 18 años, mi padre me contó que se tuvo que hacer cargo de su mamá y mandar a sus hermanos a estudiar y seguir con la carpintería, Juan solo hizo hasta 6to. grado.

Creo que fue muy fuerte lo que le pasó como hijo, ahora que ya soy mayor me di cuenta que su corazón se enfrió por todo lo que dejó para dar y cuidar a los demás.

Mi abuelo Luis sé que fue una gran persona con un enorme corazón y muchos valores que así adquirieron sus hijos Juan, Ricardo y Raúl.

Mi abuela Adela se ocupaba de la casa, la comida y éramos siete en la mesa todos los días, nunca faltaba el famoso puchero en la mesa y las discusiones por el trabajo y los retos a mi hermana y a mí porque dejábamos comida en el plato y el vaso con el vino en la mesa, para escaparnos a comer las mandarinas de la planta. Que hermosa época.

Los domingos se comía pasta. Y a la tarde de visita a doña María, en donde se juntaban las seis hermanas de mi abuela a charlar con mate y los famosos pastelitos de la tía María, a mí me encantaba la tía María con sus gallinas y el cultivo de las flores; ella también era modista de alta costura, Giorgi María. La familia toda se reunía infaltable los domingos allí.

De mi padre saqué la fortaleza y el empuje que tengo en emprender y, por supuesto, amo la carpintería, pero como mujer no me dieron valor en enseñarme y aprendí mirando. Hermoso era cuando los sábados limpiábamos la fábrica, recogíamos la viruta, se las llevábamos al hipódromo a los caballos y nos sentábamos con mi hermana en la chata atrás.

De mi padre tomé también el carácter y lo agradezco ser como soy. Ha pasado mucho tiempo que no lo veo por rechazo de él. Sólo sé que Dios en algún momento le dará calor a ese corazón tan frío. Sé que como hija no me porté mal, solo me defendí. Soy mamá de tres hijos y a cada uno siempre les di por igual; él sabe eso. Ojalá los años le dé paz en su corazón, yo seguí mi camino, lo que tengo y soy lo hice sola.

Mis abuelos me criaron y me dieron el mejor ejemplo de amor y cuidado, siempre desde el cielo me ayudan y me cuidan. Y a ellos les pido que te ablanden el corazón, me vengas a ver y solo quiero un papá.

Ya estamos viejos y el tiempo pasa. Yo gracias a Dios no guardo rencor, solo cariño. Gracias papá por todo lo bueno que me diste, solo te faltó ser más expresivo y yo solo quiero amor. Gracias abuelos Agustín y Luis. A Raúl

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