Por María Inés Adorni.- Ella se hizo “servidora del Señor”, hoy nosotros comenzamos a ser servidores del Señor, con el espíritu de María. Como los niños confían en su mamá, nosotros confiamos en María.
Sean niños para poder ser hijos de María, sean niños para sentirse protegidos en medios de las angustias y tengan confianza porque entregamos nuestro cuerpo y alma a nuestra madre. El todopoderoso del cielo y la tierra es Dios y ningún mal lo vencerá a Cristo, como dice Jesús, “Yo he vencido al mundo “, y éste es el mensaje que nos trae la Madre.
Yo vengo para que ustedes contemplen la venida del del hijo de Dios en el mundo, no tengamos miedo de los pasos de aquél que nos ama y hace temblar nuestra naturaleza, al mundo, hace temblar la historia, viene aquel que es el Señor del cielo y la tierra, el Rey que debemos honrar al finalizar el año en tiempo del Adviento y a María le entregamos todo para ser todos de Jesús. Nadie ama a Jesús como María y por eso pongamos nuestra confianza en Jesús.
Este 8 de diciembre de 2024 consagremos nuestros corazones a María, los corazones de nuestros semejantes, nuestras familias.
Dogma mariano, la inmaculada concepción de María, Dios la embelleció con toda clase de dones y privilegios. La Virgen en la antología es conocida como corredentora, purísima, inocente entre tanto sufrió como su hijo también purísimo, santísimo como es Jesús, según la persona encarnada en el seno virginal de María, la segunda persona de la Santísima Trinidad.
Es importante como el demonio odia la inmaculada concepción, porque él fue quién tentó a nuestros primeros padres en el paraíso por envidia, él que había sido arrojado al infierno, expulsado del cielo, tenía especial envidia de los hombres que vivían en el paraíso en la gracia de Dios, quien todas las tardes bajaba al paraíso y hablaba con Adán, el demonio furioso tomando la forma de la serpiente, tentó a Eva y luego a Adán. Entonces, por el bautismo somos limpiados del pecado original nuestras almas, las gracias significantes como se nos infundieron los dones, las virtudes, abren las puertas del cielo. Por eso el demonio odia lo que Dios le dio a nuestra Madre.
Un canto a la Madre
María, Madre tu nos guías, fuiste elegida y esclava. Del Señor, eres entrega y humildad. Nos das amor y paz. Para luego trasmitirla a los demás. En servicio y unidad. María como en Caná de Galilea. Pidiéndonos esta noche. Y nos dice: “Ábrele la puerta de tu corazón, para que penetre la voz del Señor, podrás así experimentar el inmenso amor que mi Hijo te quiere dar”.
Cómo me gustaría sentirme abrazar, por tus brazos tiernos de dulzura y paz. Y poder susurrarte con la voz débil porque la voz no me sale fuerte por tanta amargura y llanto. Tanto luto de vidas rotas. Cantar, aunque sea con gemidos.
Esos rayos alegres que la primavera. Con su frescura, como música nos inspira, aunque sea con la voz tímida, sanarán esos aplausos, con pasión y devoción. Para ti, Madre. Piedad.
Con amor… Sembrando semillas de fe.