Por María Inés Adorni.- Queridos amigos lectores, en algún momento de nuestra vida nos hacemos una pregunta. ¿Cuál es el sentido de la vida?
¿Cómo vivirla?
Depende de cómo percibimos nuestro mundo, puede ser que dependa de nosotros o que todo esté escrito.
Nosotros tenemos el control de nuestra vida.
Como decía Kant, desde la visión parcial y limitada del intelecto humano, es probable que jamás lleguemos a conocer la respuesta definitiva.
En un mundo determinista en el que todo está escrito, resulta mas difícil encontrarle un sentido a la vida.
Entonces, ¿cómo vivir la vida si todo está escrito?
Encontrar consuelo y tranquilidad en el hecho que todo está escrito.
Muchas personas caen en la depresión, en la desmotivación cuando asumen que todo está escrito. En consecuencia todo está en equilibrio, con un plan universal determinado.
Por lo tanto cuando las cosas van mal, cuando nos ocurren desgracias o cuando la vida nos da un golpe profundo en nuestra alma, ¿qué sentido tiene desesperarse?
Porque si algo ocurre en tu vida, es por algún motivo, y ese motivo está en perfecta armonía con las leyes del universo y por lo tanto es bueno para ti de un modo u otro.
Que no te guste, no es el problema de la vida, el problema es tuyo, es el modo como lo percibes.
Lo único que puedes hacer es comprender lo que pasa, intentar revertir la situación o aceptar lo que hay.
Como consejo y experiencia de vida….
-Se paciente, ya que el tiempo demuestra los porqués.
-Sigue luchando ya que tus acciones te sacarán de tus problemas.
-Acepta la vida tal como viene y como es.
“Ya que Dios, la vida usa las palabras que más vayan contigo, o sea la cruz que cargas no será mas pesada de lo que tu puedas acarrear».
Con Dios en ti, vivirás mas tranquilo y en paz con uno mismo y los demás, te lo aseguro.
Confía en mi, con Cristo en tu corazón tu cruz se hace mas liviana.
Entonces para concluir, el sentido de la vida: la vida no está hecha para comprenderla, sino para vivirla…
Aliento de vida
Queridos lectores, hoy hablaremos sobre la fuerza vital, la forma más sutil de energía biológica.
Fluye y está presente en todos los acontecimientos mentales y físicos, directamente del espíritu para traer inteligencia y conciencia en todos los aspectos de la vida.
Si puedes experimentarlo, puedes nutrirlo y conservarlo.
Cuanto más se tenga el espíritu de vida, más vitales serán los procesos mentales y corporales.
Una vida equilibrada tendría ritmos corporales y mentales equilibrados, vivacidad mental, entusiasmo, satisfacción espiritual, fuerte inmunidad a las enfermedades.
Buena dieta y ejercicio físico, emociones positivas y amorosas.
Los seres humanos somos viajeros en el infinito río de la vida. Eso es lo que Cristo quería decir al aconsejar “sed el mundo, pero no de él”.
Al desaparecer la sensación de desapego aparece el poder del amor.
Aunque con frecuencia identificamos el amor con el aferrarse y la poseción.
La verdad profunda que existe es perder el desapego equivale a amar.
El desapego es un libre sentido del yo.
Nuestro viaje no termina aquí en este mundo. Este mundo es una escuela de vida, un paso, para aprender a ser mejores personas a tener un espíritu puro.
Nuestro ser es profundo, la inteligencia, el poder y la libertad sin límites.
El mismo aliento de vida circula con cada célula de nuestro cuerpo y sana nuestro espíritu.
Oigo los latidos de mi corazón, la brisa, el sol, la naturaleza, la belleza del campo, el canto de los pájaros, el perfume de las flores y la bella palabra de Dios, la Biblia, que alimenta el aliento de vida y soy feliz.
Sembrando semillas de fe…
