Por Emilio Grande (h.).- Durante 9 días se realizó la 18º edición del Festival de Teatro con 33 obras teatrales de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, La Plata, Santa Fe, Neuquén y Rafaela (fueron 8), en 68 funciones, que se presentaron en salas tradicionales, lugares alternativos y no convencionales, como así también en las subsedes de Ataliva y Suardi con 5 obras.
Con el paso de los años, este evento se convirtió en un espacio cultural local y regional, debiendo permanecer en el tiempo como política de Estado, más allá del gobierno de turno, en el contexto de las elecciones PASO del 16 de julio, donde el ganador fue Leonardo Viotti sobre Luis Castellano por 7.700 votos, que deberá ratificar el 10 de setiembre.
Por este motivo, durante el acto inaugural del domingo 23 de julio el Intendente ensayó un discurso netamente de campaña electoral, mencionando las obras que se hicieron durante su extensa gestión de casi 12 años como el Viejo Mercado, la Escuela de Música, el Centro Metropolitano La Estación, sumado a los barrios nuevos con plazas.
En este sentido, el director artístico del FTR23 Gustavo Mondino remarcó que “este festival es una decisión política, una política de Estado y es necesario que nosotros entendamos que, como ciudadanos, tenemos el derecho a la cultura”, durante el acto de cierre.
En el probable escenario de que confirme el resultado electoral, el vencedor de las PASO aclaró que “el festival va a seguir y vamos a fortalecerlo; es una actividad muy importante para Rafaela, que nos ubica en el plano nacional. Soy un fuerte defensor de la cultura rafaelina, que tendrá mayor presencia dentro del festival con obras y artistas locales, conservando el espíritu nacional”, ante la consulta de quien firma esta columna editorial.
A decir verdad, en varias oportunidades propuse la creación una comisión técnica del festival, con la participación de directores teatrales, dramaturgos y otros actores de la cultura rafaelina para designar las obras y los lugares. De esta manera, se evitaría que la selección recaiga en una y dos personas, como viene sucediendo en los últimos años, quienes priorizan sus gustos y estéticas por encima del bien común del festival.
En esta última edición, estuvo la puesta “El último, diatriba de amor por mensaje de audio” en La Máscara, con un léxico muy chabacano, mostrando escenas sexuales de los protagonistas, ante la sorpresa de algunos espectadores.
Sin olvidar la ofensiva obra “Dios”, que se presentó en 2018 en la Sociedad Italiana, atacando a la Iglesia, al papa Francisco y a la Virgen María, con gran repercusión nacional. Otra polémica fue “Nada de carne sobre nosotras”, presentada en 2022, en el cementerio municipal, donde mucha gente se mostró contraria con el lugar, expresándolo en distintos ámbitos y en las redes sociales.
Que quede bien en claro: no se está en contra de la libertad de expresión, que está garantizada por la Constitución Nacional. Lo que se critica es exhibir este tipo de obras en un festival con trascendencia nacional, siendo financiado por la Municipalidad de Rafaela, el Gobierno Provincial y el Instituto Nacional del Teatro, más el aporte de auspiciantes y la venta de entradas. Tampoco se rinde cuentas sobre el financiamiento.
Entonces hay que repensar quiénes seleccionarán el contenido y las puestas teatrales, los lugares donde se presentan (en esta edición hubo una sola obra en la histórica sala del Lasserre) y clarificar el financiamiento, en orden a mostrar las cuentas claras de ingresos y egresos.
Lamentablemente, los integrantes de La Máscara se apropiaron de esta movida cultural, con la anuencia del Ejecutivo municipal. En esta oportunidad, no hubo ninguna obra del elenco del Centro Ciudad de Rafaela, que tiene una extensa trayectoria de 90 años de vida cultural, pero llamativamente hubo 4 laboratorios de teatro con actores locales a cargo de directores de Buenos Aires.
Las cartas estás echadas sobre la mesa para que las futuras ediciones del festival sean una verdadera expresión cultural rafaelina en su conjunto. Si el oficialismo ganara las elecciones generales, seguirá la misma estructura hegemónica, pero si triunfara la oposición, seguramente, habrá un nuevo paradigma cultural con el futuro del festival de teatro.