No más de una semana ha pasado entre el “no a la reelección” de Misiones. Durante días muchos la ciudadanía ha reclamado que el Presidente de la Nación -involucrado por decisión política propia en dicho caso- dijera algo. Pues bien, lo ha dicho de un modo concreto, en este caso a través del gesto de dos gobernadores en ejercicio que han desistido de sus intentos reeleccionistas, aún cuando los mismos no fuesen para nada comparables con el caso misionero.
El gesto pone racionalidad y prudencia en la escena provincial y nacional. El Presidente ha sabido interpretar al pueblo, que de modo contundente en Misiones pero también en el resto del país dice “no al reeleccionismo”. Más allá del recalcitrante recuerdo en este punto de Menem pocos aceptan ya la reelección como mecanismo válido. Los hechos también aquí valen más que mil palabras: aquello de que “hay que dejar en manos del pueblo que decida si quiere a tal o cual candidato sin límite alguno” es una falacia, pues no compiten partidos entre sí sino Oposición contra Gobierno Provincial. Esta es la realidad, no otra. Y allí no hay democracia ni constitución sino Partido Unico.
A veces, debe llegarse al extremo de situaciones patéticas -y dramáticas- como la de Misiones para que todos nos demos cuenta de la importancia de contar con instituciones fuertes. Hoy mismo tomamos cuenta que Argentina sigue en el puesto 93º en el índice de corrupción…¿y como es posible si Menem ya no está? Pues porque la debilidad institucional sigue y ello es estructuralmente reprobable. Aún cuando el gobierno nacional esta en las antípodas en materia de gestos austeros -no así en discrecionalidad en el tema presupuestario, etc- y aún cuando pueda discutirse como se realiza este test a nivel internacional, los parámetros con que se mide una democracia constitucional son muy diferentes a lo que muchas veces nuestra clase dirigente indica.
En el fondo -y en esto la sociedad argentina sigue teniendo responsabilidad, aún el más humilde de los compatriotas- no hay apego a los principios republicanos, no solo apego por el cumplimiento de la ley. La dimensión republicana es mucho más, en tanto implica “gobierno de la ley, no de los hombres”, significa una autolimitación que “el propio pueblo se establece” para evitar los errores del pasado.
Elster lo describio de modo muy simple con su imagen de “Ulises y las sirenas” tomada de la mitología griega: el héroe pide que lo aten al mástil del barco porque el canto de las sirenas inevitablemente los llevará a chocar contra las rocas. Pero para evitar ello previamente tapó los oídos de sus marineros, de modo que cuando el implore que lo desaten para ir al encuentro de ese canto magnífico nadie lo escuche.
Esto es la dimensión republicana que hace a nuestra forma de gobierno (Art. 1º de la C.N.) y que cinco provincias hoy violan por tener en sus constituciones la reelección indefinida: Catamarca, Santa Cruz, La Rioja, Formosa y San Luis. No debería esperarse que la Corte Nacional declare dicha inconstitucionalidad sino que sus propios pueblos procedan a modificarlas -y mientras tanto que no usen dicha cláusula quienes detenten el poder temporal.
La democracia constitucional es un invento de menos de doscientos años que coinciden con la vida institucional del país. Si demoramos de 1810 a 1853-1860 para organizarnos fue precisamente porque carecimos de límites republicanos: el proyecto de lo mejor de la revolución de Mayo fue republicano, dimensión que se olvidó lamentablemente. Las guerras civiles tuvieron como corolario la dictadura de Rosas que fue quien se empecinó en que no tengamos Constitución.
Si uno de los pilares de la dimensión republicana es la “periodicidad y la alternancia de los gobernantes” como parte de la teoría del “gobierno limitado” va de suyo que la reelección indefinida lesiona dicho principio, no hay mucha discusión posible en el plano constitucional, sobre todo porque el “contexto” es de una cultura política refractaria a los límites. También la sociedad argentina lo es en otros planos, ya lo dijimos e insistimos (nuestros políticos no nacen de un repollo).
La historia está llena de claroscuros, marchas y contramarchas y es muy difícil en el momento saber para donde se camina, pero todo indica que el hecho de Misiones y el paso al costado de dos gobernadores políticamente muy cercanos al Presidente son todo un dato que habla por si mismo. Y dicho hecho indica que los argentinos sabemos para donde no queremos volver.
Por el Dr. Enrique J. Marchiaro