Rahn y el santo grial

Vivió en la búsqueda del Santo Grial y trabajó para los nazis que lo apoyaron en esta empresa, a pesar de ser judío. Se convirtió en una figura fascinante entre los seguidores del catarismo por su prédica y afanosa búsqueda del Santo Grial.

Por Ricardo Miguel Fessia.- Estudioso al punto de la obsesión, no solo vivió en la búsqueda del Santo Grial sino que hasta con gusto trabajó para los nazis que lo apoyaron en esta empresa, aún a pesar de ser judío. De esta forma se convirtió en una figura fascinante entre los seguidores del catarismo por su prédica y afanosa búsqueda del Santo Grial.

Otto Wilhelm Rahn nació en Michelstadt, Alemania, el 18 de febrero de 1904, y se crío en el seno de una familia judío-alemana de clase media. Su padre era juez de los tribunales de Maguncia, por lo tanto no tuvo más que esperar la edad para matricularse en Derecho, ciencia que estudió entre 1922 y 1926 en las facultades de Giessen, Friburgo y Heidelberg.

De a poco y en las horas libres tomó clases de filología alemana y de historia. Fue allí donde comenzó a interesarse también por una visión esotérica de la historia, apuntalada por las clases del barón de Gail, experto en leyendas medievales como las de Parsifal, el círculo de Arturo y, por supuesto, el Santo Grial. De a poco se fue vinculando a la cultura cátara, que había sido una secta herética del cristianismo cuyo origen no está muy en claro, pero algunos estudiosos lo llevan al año 1163 cuando en un sermón el monje renano Eckbert von Schönau dijo que a los herejes de Alemania se llamaba cátaros. Hacia fines del siglo siguiente será la propia Iglesia la encargada de su exterminio.

Tanta pasión volcó en joven Otto que su tesis doctoral versó sobre la herejía cátaro-albigense, para lo cual viajó por Francia, Italia, España y Suiza entre 1928 y 1932.

Particular embeleso tomó por la obra “Parzival” del poeta alemán Wolfram von Eschenbach, el cual aludía un lugar llamado Mountsalvatsche, en los Pirineos, donde se escondía el Santo Grial. Esta revelación llevó a Rahn a identificar Mountsalvatsche y Montsalvat con el Montségur occitano y a los cátaros como los guardianes del Grial.

Se radicó en París y con muy pocos recursos, frecuentó los círculos bohemios y esotéricos de la capital, lo que avivó aún más su interés por el catarismo.

Entre 1928 y 1932, viajó por Francia, Italia, España y Suiza, instalándose al final en la aldea de Lavelanet, en el Languedoc. Durante su estancia conoció al místico e historiador francés Antonin Gadal, propietario de un museo dedicado a los cátaros y de una extensa biblioteca sobre el tema, que además era miembro de la Sociedad de Amigos de Montségur y el Grial.

En la zona se dedicó a explorar las ruinas del castillo de Montségur y las cuevas cercanas, y escribió dos libros inspirados en sus viajes por esos lugares: “Cruzada contra el Grial” y “La corte de Lucifer”, obras que obtuvieron bastante éxito en Alemania e influyeron en autores posteriores vinculados al esoterismo medieval y al misticismo nacionalsocialista germánico. Rahn también entabló una estrecha amistad con la condesa Myrianne de Pujol-Murat, descendiente de la condesa cátara Esclarmunda de Foie.

De regreso a su país luego de la publicación de Cruzada contra el Grial, Rahn se había convertido en un medievalista reputado. Su libro llamó la atención de uno de los más importantes y temidos jerarcas nazis: Heinrich Himmler, de las SS. Al igual que Rahn, Himmler estaba fascinado por el ocultismo y había comenzado su particular búsqueda del Santo Grial por el sur de Francia. Un día, Rahn recibió un telegrama anónimo en el que le ofrecían 1.000 reichsmarks al mes si emprendía la búsqueda de la sagrada reliquia.

Decidido y necesitado de recursos económicos, acudió a la dirección que indicaba el misterioso telegrama y su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró cara a cara con el temible jefe de las SS. Aunque Himmler sabía que se comentaba que Rahn tenía antecedentes judíos y que era homosexual, decidió dejar de lado ello. En realidad, Rahn era un firme detractor del régimen nazi e incluso llegó a frecuentar algún que otro circulo contrario al nazismo, pero el historiador no tuvo más remedio que aceptar la tarea que le habían encomendado.

Con un régimen que todo lo controla, en 1937, y para complacer a Himler, Rahn «germanizó» sus teorías sobre el Grial en su segunda obra, “La corte de Lucifer”. En ella, Rahn exponía que los cátaros no consideraban a Lucifer como el maligno, sino todo lo contrario. Los cátaros lo identificaban como Luzbel, el portador de la Luz, y lo asimilaban con el Norte, a diferencia de Satán, el maligno, identificado con el Sur. Estas ideas fueron muy bien acogidas por Himmler; incluso el Reichsführer-SS llegó a regalar una edición de lujo de la obra al propio Adolf Hitler por su cumpleaños.

La perspectiva que Rahn proponía sobre el Grial era la de una piedra preciosa que se había desprendido de la corona de Lucifer y de la que la Iglesia se había apropiado y convertido en un símbolo cristiano: el cáliz que sostiene Cristo. También creyó que el monasterio benedictino de Montserrat era el depositario del Santo Grial.

Rahn era un fumador compulsivo que despreciaba tanto el ejercicio físico como las armas y acabó refugiándose en el alcohol para soportar su situación. Lo suyo era el estudio y la lectura, y aprovechando la tarea que le habían encomendado los nazis, viajó por Francia, Italia e Islandia, donde llevó a cabo excavaciones arqueológicas que lo condujeran hasta la pista del Santo Grial. Pero este no apareció nunca y al final Rahn cayó en desgracia y perdió el favor de Himmler.

En 1937, tras una descomunal borrachera, fue acusado de “conducta deshonrosa” que se había manifestado en una evidente su atracción por un compañero, Karl Mahler.

Tras ser degradado, le prohibieron probar el alcohol durante dos años, lo obligaron a casarse con Asta Bachm, con la que tuvo un hijo y fue enviado al campo de concentración de Dachau junto a todos aquellos considerados «indeseables» para los nazis, entre los que había comunistas, católicos, gitanos y homosexuales. Aquella estancia lo sumió en una depresión crónica. Escribió a un amigo: “Ya no es posible por más tiempo vivir en el país en el que se ha convertido mi patria. Ya no puedo dormir y comer. Es como si una pesadilla se posara sobre mí”.

El 28 de febrero de 1939, y después de dejar a su esposa, Rahn presentó su renuncia a las SS. Himmler aceptó su dimisión con un simple «sí», pero no era tan fácil dejar voluntariamente las SS. A partir de entonces, la Gestapo, la temida policía política del régimen nazi, comenzó a investigar en su vida y esta se convirtió en una pesadilla.

Según los relatos, lo amenazaron con dar a conocer su condición de homosexual y su posible ascendencia judía en caso de que no aceptara la “honorable” opción del suicidio. Rahn intentó salvarse solicitando poder retirarse al Languedoc y vivir discretamente dedicado a la investigación, pero su petición fue denegada. A Rahn sólo le quedaban dos opciones: morir con honor por su propia mano o ser procesado públicamente y ejecutado.

Los nazis jamás hallaron el Santo Grial y la figura de Rahn, que asumió su terrible destino (el cual asoció con la endura, un ritual cátaro que suponía la práctica total de ayuno como medio de entrega mística del último suspiro de vida a Dios), ha quedado envuelta en un velo de misterio que la ha convertido, en palabras de su biógrafo Mauro Baudino en un «héroe del ocultismo». Tal como escribió el propio Rahn en su libro “La Corte de Lucifer”: “Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes”.

El 13 de marzo de 1939 fue hallado muerto en las montañas austríacas, congelado y boca abajo. A su lado se encontraron varios frascos que podrían haber contenido algún tipo de veneno que ingirió para suicidarse. Casualidad o no, la muerte de este enigmático personaje se produjo casi coincidiendo con la fecha de la caída de la emblemática fortaleza cátara de Montsegur el 16 de marzo del año 1244.

Rahn tenía tan solo 35 años en el momento de su muerte. Fue enterrado en Kufstein, que fue su lugar de reposo hasta el final de la guerra y posteriormente su cuerpo fue trasladado a Darmstadt. Por motivos que aún se desconocen, nunca se halló su certificado de defunción, pero al año siguiente apareció publicada una esquela en el periódico nazi Volkische Beobachter firmada por Karl Wolff, el oficial de las SS al cual Otto Rahn había dirigido su carta de renuncia: “En medio de una tormenta de nieve en las montañas, este marzo, el SS Obersturmfuhrer, Otto Rahn, falleció trágicamente. Sentimos la muerte de nuestro compañero, un SS decente y escritor de notables trabajos de investigación histórica”.

Uno de los secretos del mundo del cine asegura que parte de la inspiración de George Lucas y Steven Spielberg para urdir la trama de la primera película de Indiana Jones, “Los Cazadores del arca perdida”, la que narraba la búsqueda de la mítica Arca de la Alianza, fue en parte la figura y vida de Otto Rahn. Los cineastas nunca lo confirmaron ni lo negaron, pero quienes creen esto acaso se limiten a establecer un parecido obvio en el hecho de que Rahn era un auténtico experto en el Santo Grial.

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