La CeCPRI de Rafaela propone algunas ideas para pensar y sentir la realidad nacional que nos toca vivir. Estas líneas no pretenden una posición monolítica sino el aporte de miradas diferentes que enriquezcan nuestra comprensión del presente. Particularmente se analiza el fallecimiento de Néstor Kirchner desde varios enfoques: institucionalidad, ejercicio del poder, liderazgo, proceso político, contexto regional y política exterior.
¿Continuidad o quiebre? (por María Julia Davicino)
Kirchner ha provocado una de las transformaciones más grandes en la adormecida sociedad argentina: que se vuelva a hablar de política. Su fallecimiento es un quiebre en la historia. Kirchner fue la figura central de la política en los últimos años, que obligaba al posicionamiento constante, a la bisagra, al “antes” o “después de”. Su partida deja un vacío no sólo en la conducción del partido de masas más grande que ha tenido y tiene la Argentina, sino en el escenario político nacional. Y los vacíos son peligrosos. Pero a la vez, oportunidades. Peligrosos porque siempre son ocupados, y aunque nos pese, muchas veces son llenados por aquellos que no están a la altura de las circunstancias. Deja un hueco sin sucesor inmediato, como ocurre ante la partida de los grandes líderes, personalistas, con gran sentido de conducción pero no de delegación, avasalladores, implacables. Dueño de un estilo que no aceptaba titubeos, capaz de enfrentarse a los poderosos sin retroceder, abre un espacio que se enfrenta a la gran oportunidad de continuidad, pero con matices en la conducción. Tal vez más proclive a profundizar el diálogo, pero sin declinar sus objetivos, más integrador de aquellos que, si bien no están en la vereda de enfrente, todavía no se deciden a cruzan el charco. Estamos frente a la puerta de una nueva era, que puede corregir algunos vicios y sumar. Y avanzar. Sin olvidar que la profundización de un modelo, siempre generará adversarios. Porque de eso se trata la política, siempre hay quienes pierdan, para que otros ganen. Eso sí, salvo que los que triunfen, como dice el sociólogo Forster, sean los chacales.
Hugo Moyano, el nuevo Néstor Kirchner (por Raúl Bonino)
Luego de la muerte de Néstor Kirchner, la reconfiguración de escenario político en la Argentina, no será nada sencillo. El vacío en el poder dejado por el caudillo, genera una especie de “discefalia” en el seno del partido justicialista y en las esferas políticas más altas, dado que la jerarquización se construyó básicamente en dos niveles, Néstor Kirchner y un segundo nivel de poder político, en el cual se pueden encontrar a muchas figuras, pero ninguna capaz de reconcentrar el alineamiento al cual el ex presidente los había sometido.
A simple vista el más favorecido en sentido de poder político, adquiriendo una gran capacidad para influir en la agenda presidencial, es Hugo Moyano. El poder que ha adquirido a nivel nacional lo ha llevado a ser el aliado mas temido del kirchnerismo. Su independencia para actuar y la capacidad de movilización de masas ha llevado a incomodar a la pareja presidencial, siendo el mismísimo Néstor el único capaz de limitar su capacidad de acción, a veces por la coacción y otras por negociación obligada. Ahora, la ausencia de Néstor, generará una pérdida de horizonte en la misma Presidenta, la cual se verá obligada a apoyarse en el poder conseguido por Hugo Moyano para no perder gobernabilidad, haciendo de este último el nuevo centro de poder detrás del sillón presidencial.
En la vereda de enfrente, se muestra características aún más inciertas; ya que al igual que el nivel medio del kirchnerismo, el poder se encuentra atomizado en diferentes personajes poseedores de una gran “tibieza” política y que no cuentan con la capacidad ni el poder necesario para estructurar una propuesta opositora seria tras de una imagen fuerte, como lo era la de Néstor Kirchner.
Historia reciente de la movilización social (por Natalia Aquilino)
Perón decía que la organización es la única condición que supera al tiempo.
Si algo podemos atribuir al proceso político de los últimos 10 años esto es, el fortalecimiento de la movilización social y política de los más diversos actores. El pueblo organizado. Una conciencia social resurgente que aumentó el compromiso de sectores cada vez más masivos con las decisiones políticas y el futuro de la nación. Pasamos de una política tecnocrática, tierra de economistas, a una política plagada del debate basado en valores, en convicciones diferentes, en pugna.
Y esto a través del surgimiento, resurgimiento y fortalecimiento de organizaciones sociales, profesionales, gremiales que de una manera u otra se expresan y se comprometen para no quedar fuera de la discusión, salen a la esfera pública y a la tribuna política para difundir sus opiniones, tratar de influir y permear el debate público. Medios de comunicación que toman partido, actores que toman partido, deportistas que toman partidos, intelectuales que toman partido.
La gente está en la calle. Y esto es indudablemente sano para la Democracia.
Carisma y Suceso: Néstor Kirchner? (por Romina Rébola)
En un contexto social descreído de los partidos políticos, la figura líder de Néstor Kirchner se formó, en contraposición a políticos que no habían construido una base de consenso en lo nacional, pero sobretodo, en contraposición con un cuestionable liderazgo, ya en decadencia, de un político como Carlos Menem – quien se salió de la senda electoral (por estrategia o cobardía) y entregó, en manos, un gobierno a un desconocido pero intrigante actor político -. Kirchner, de la mano del cuadro partidario menos vapuleado por la crisis de representación política de nuestro país – dígase Eduardo Duhalde -, construyó desde su discurso, la renovación de expectativas y revalorizó en su persona, la creencia de varios sectores de la Sociedad Argentina.
Como todo líder, envestido en un discurso carismático, cosechó amores profundos y odios acérrimos. Ya a finales de su gestión de gobierno, se metió por convicción, en un juego de “tira y tira que la cuerda se corte”, con los medios de comunicación, especialmente con el Grupo Clarín.
Sin embargo, negar el poder que cosechó entre sus adeptos, la visión de sus seguidores y los paralelismos al peronismo del ’45, qué el mismo construyó desde su palabra; sería descartar una característica indiscutible, que lo volvía a poner, en vistas a 2011, como candidato presidenciable, por su poder pintado en la piel.
Algunas voces proclaman que su figura y el carisma que impartió, costará reconducirlo en alguien más. ¿Son apresuradas las conjeturas? Sería profundamente terrible, pero no imposible, que ya muchos se estén midiendo este traje. Desde la Oposición, aún en busca de figuras “representativas” (de qué, de quién, cómo), las especulaciones corren al orden del día. Desde el propio partido, tal vez, sea el momento de la recomposición de alianzas, que parecían destruidas, pero que podrían precipitar, o no, un paso a la victoria.
¿Habrá un nuevo liderazgo carismático, que encause lo que Kirchner encarnó para un amplio sector de la Sociedad?
Carisma y suceso imprevisto.
Carisma como característica tan personal, que perpetra una relación duradera entre el líder y los seguidores.
¿Se puede transpolar en otros referentes políticos, sociales, gremiales?, ante el repentino suceso, ¿qué sucede, quién sucede? Revisión de pasos y reposición de fuerzas, ¿reconfiguración de un nuevo escenario electoral? ¿Quién emergerá como liderazgo?
Considerar que la política debe basarse en el carisma, como motor de la representación, es parte de nuestra historia y es una clara característica de la construcción de nuestra democracia.
¿Qué pasa cuando muere el líder? (por Vanina Flesia)
Algo muy común en los seres humanos a la hora de juzgar acciones, acontecimientos o personas, es que lo hacemos con mayor claridad luego del paso del tiempo, cuando se da una situación extraordinaria, que nos mueve de contexto…
El deceso del ex presidente, nos pone a todos frente a esa situación, y más allá de los sentimientos que nos provoque, estamos entrando al 2011, un año de elecciones trascendentales, de oportunidad. Este suceso nos abre la posibilidad de pensar y reflexionar cabalmente sobre el futuro, sobre nuestros ideales y sobre el modelo de país por el que vamos a votar y a trabajar.
“¿Qué pasa cuando muere líder?” Es una pregunta que se han hecho muchos estudiosos de las formas en que se ejerce el poder en la democracia y que hoy sigue vigente… Néstor Kirchner, ex presidente, Diputado Nacional, presidente del Partido Justicialista y Secretario de la UNASUR, político quizás para algunos de rasgos paternalista, populista o incluso autoritario; fue y es un líder al fin. Sostén de una estructura, de un esquema de organización e ideales de largo plazo, con más de 10 años de historia y de un modelo de política para nuestro país.
¿Quién podrá continuar su legado? La respuesta puede definir el futuro cercano de nuestro país… y es algo que los ciudadanos argentinos no podemos ignorar ni juzgar a la ligera, todos debemos aprovechar esta oportunidad para pensar, sin egoísmos y por el bienestar de nuestro país. Y animarnos a manifestarlo, que como dijo una buena colega, “no está nada mal”.
La sucesión (por Alejandro Boffelli y María Julia Grimaldi).
El oficialismo se queda sin el candidato para las elecciones del 2011. Seguir con el modelo es apostar por la reelección de CFK. El dilema es como llegar a la reelección, por la naturalidad del proceso, pese a la fragmentación que pueda haber o bien porque Cristina sea una potencial candidata, afianzada en su puesto de presidente.
Puertas adentro del Justicialismo. Algunos ya hablan de reestructuración. Claro, quedó vacante la presidencia del partido. Moyano se afianza en la provincia de Buenos Aires, tienen el adepto de un sector fuerte como los sindicalistas e incluso fue apoyado por los propios Néstor y Cristina en el acto masivo que hizo días atrás. Le da aún más rédito y confianza. Es público que tiene interés por una carrera política. Scioli se perfila como el sucesor de Kirchner en el partido. Estar al frente de un partido como el justicialista, es necesitar de un candidato fuerte y carismático, tal cual era Néstor, pero Scioli? Reunificación con los peronistas federales? Duhalde, Reutemann. Un candidato peronista unificado? Dudas e incertidumbre.
La oposición, siempre débil, tendrá que reconfigurar si es que ya estaban configuradas, sus apuestas para el año que viene. Aunque se ve en la nebulosa el tema de crear una imagen y por sobre todo tener y (no copiar) las formas de un líder como lo era Néstor. Porque si hay algo que no se puede dudar es que Kirchner tenía todo lo que un líder político tiene que tener para estar delante de un país. Carismático, asertivo, capaz de dirigirse y movilizar un pueblo.
Puertas adentro… Néstor acaparaba un sistema de relaciones personales con las figuras políticas más pujantes de diversos sectores, alineadas a la fuerza K que CFK deberá tratar de seguir manteniéndolas. Ella y el formaban un matrimonio político. Durante estos últimos años él mantuvo una agitada vida pública, diputado, secretario de UNASUR, presidente del PJ, voz convocante en diversas manifestaciones. Ella la jefa de gobierno, la cabeza del estado…pero Néstor era el alma de toda esta maquinaria política. A donde buscar el apoyo y asesoramiento? La imagen de la presidente aparece debilitada. Tiene que demostrar que ella es el ejecutivo y no disipar su poder cosa nada fácil en estos momentos. Sin embargo parece ser una mujer inteligente y tener la capacidad de afrontar la situación, hacerse más fuerte y dedicarse de lleno a continuar y perfeccionar el proyecto de país diseñado en su casa.
Más allá de la ideología sustentada y retro-alimentada a diario por los K y que seguramente queda plasmada en su círculo político afín, vivimos en una época en la que los proyectos políticos, los modelos de país, se miden todavía a través de la imagen del líder, y es este líder el que el pasado miércoles desapareció y ahora se siente el vacío político y reina la duda. El show debe continuar y los argentinos necesitamos sentir que nuestro país no es como un barco sin timón.
UNASUR: referencias del pasado, desafíos del futuro (por Tatiana Santori)
Desde la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) en 2004, hasta su transformación en la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) transcurrieron cuatro años de intensos y profundos cambios en los procesos políticos latinoamericanos, cuya característica distintiva fue el surgimiento de nuevos liderazgos en la región. En ese contexto, la UNASUR nació para profundizar los compromisos postulados por la OEA y dar una vuelta de tuerca a la acción política de la región como un todo, a través del fortalecimiento de la democracia en la región.
El liderazgo de Néstor Kirchner, elegido por consenso como Secretario General de UNASUR, contribuyó al fortalecimiento del organismo, fundamentalmente a partir de su contribución al acercamiento de las partes en el conflicto entre Colombia y Venezuela y por el dinamismo que adquirió el apoyo que la región le otorgó al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, tras el intento de Golpe de Estado.
Estas acciones, no hubieran podido ser posibles sin la existencia de un fuerte liderazgo dentro del organismo, sin un conductor con experiencia, con clara visión de estadista, que conociera profundamente las diferencias de cada uno de los países que lo conforman.
Hoy, en pleno proceso de fortalecimiento institucional, la organización queda huérfana, con el importante desafío de encontrar un nuevo líder de consenso, capaz de articular los intereses de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), liderados por Venezuela, con otros países como Chile, Perú y Colombia, claramente alineados con lo que fue el Consenso de Washington. En este sentido, una de las figuras que surgen claramente es la del presidente brasilero, Lula da Silva, no sólo por sus dotes de líder regional, sino por la importancia que ha adquirido Brasil en el escenario internacional. Asimismo, el desafío para quien asuma ese compromiso, radica, fundamentalmente, en continuar con el legado de Néstor Kirchner basado en la defensa del orden democrático en pos de la profundización de la integración regional.
Política exterior nacional en el concierto multilateral (por Hebe Leyendecker)
En materia de política exterior, el gobierno de Kirchner intentó desarrollar una estrategia orientada a reforzar la autonomía nacional, y por lo tanto, ligarla a la toma de decisiones soberanas, independientes de los mandatos de las potencias y actores extranjeros. Por supuesto que esto se vinculó directamente con los propósitos de fortalecer la imagen y popularidad de su gobierno a los ojos de la opinión pública interna. Destacan en este sentido la determinación de alejarse del Fondo Monetario Internacional y sus constantes descalificaciones hacia este organismo y hacia el unilateralismo en política exterior.
La defensa de un mundo multilateral, la plena vigencia del derecho internacional y la participación en espacios plurales, tales como la ONU, la OEA, la UNASUR, el Mercosur, y en fin, la priorización de la región latinoamericana, constituyen algunos de los ejes principales de dicha política. En este último caso, merecen mencionarse como acciones positivas la labor de Kirchner como Secretario Ejecutivo de la UNASUR, en el ámbito de la cual consiguió evitar un conflicto entre Venezuela y Colombia, o sus esfuerzos para reunir a sus presidentes con el fin de detener el intento de golpe en Ecuador; entre otras.
Más allá de las críticas que pueden hacerse a la gestión del ex presidente Kirchner, la asistencia de los numerosos mandatarios latinoamericanos a su funeral y el contenido de las declaraciones de éstos últimos emitidas en dicha ocasión, dan cuenta de la valoración de su rol en la región.
CeCPRI Rafaela, Octubre de 2010
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