En la mañana de ayer, el Obispo de Rafaela Carlos María Franzini, recibió gentilmente a este cronista permitiendo conocer detalles derivados de su participación en la 155ª reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), en Buenos Aires.
Fruto de ese encuentro de obispos argentinos, el Episcopado difundió la declaración «La Patria es un don, la Nación una tarea», cuyo pronunciamiento fuera difundido el miércoles último.
La Comisión Permanente sesionó los días martes y miércoles anteriores y estuvo presidida por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio. Entre los tantos conceptos cargados de gran contenido, los obispos -como suelen hacerlo- se refirieron a los problemas políticos y sociales más importantes que afectan a nuestra Nación, desde una perspectiva cristiana, humana y arraigada en la Fe, con un alto grado de compromiso en sus manifestaciones.
Algunas de estas tuvieron gran trascendencia e impacto sociopolítico, como por ejemplo -basta recordar- el tramo que afirma «La celebración del Bicentenario merece un clima social y espiritual distinto al que estamos viviendo. Urge recrear las condiciones políticas e institucionales que nos permitan superar el estado de confrontación permanente que profundiza nuestros males. La situación actual requiere una actitud de grandeza de parte de todos los argentinos, en particular de sus dirigentes».
Más adelante la declaración agrega que «la que sufre es la Nación toda; no es momento para victimizarnos ni para procurar ventajas sectoriales […] Por eso, es necesario que los poderes del Estado, de acuerdo a su naturaleza, actúen respetando su legítima autonomía y complementándose en el servicio al bien común».
Y destaca renglones después «es el momento de privilegiar la sanción de leyes que respondan a las necesidades reales de nuestro pueblo, y no de detenerse en opciones fijadas por intereses que no tienen en cuenta la naturaleza de la persona humana, de la familia y de la sociedad».
CARACTER DEL ENCUENTRO
Hecha esta necesaria introducción, demos lugar al diálogo con monseñor Franzini quien -como dijéramos- fue uno de los autores de este pronunciamiento.
«Conviene aclarar en primer lugar, ¿qué es? esta reunión de la Comisión Permanente -comenzó Franzini-. Nos reunimos todos los obispos del país en dos oportunidades en el año: la primera después de la Pascua y otra hacia el mes de noviembre.
«Entre estas dos reuniones ‘plenarias’, existen las denominadas reuniones de la Comisión Permanente -que formamos unos veinte obispos-.
Somos, los tres de la Comisión Ejecutiva, cardenal Bergoglio, monseñor Villalba y monseñor Arancedo; el secretario general de la CEA y después ocho obispos que somos presidentes de Comisiones Episcopales: Familia, Laicos, Educación, Catequesis, Liturgia, Clero -este es mi caso ya que soy el presidente de esta comisión- y otras más.
«Además participan ocho Obispos que representan a ocho regiones en las que está dividido el país: Litoral, Patagonia y Cuyo entre otras. Estas reuniones son tres veces al año: en marzo, agosto y diciembre».
ABORDAJE SOCIAL
Adentrándonos en la esencia del encuentro episcopal Franzini destacó: «El objetivo es ir siguiendo el día a día de la vida pastoral de la Iglesia (argentina) y cómo incide la realidad a la que estamos enviados como Pastores. Por eso en nuestras reuniones siempre aparece una referencia a la realidad del país, porque esta realidad política, social y cultural en nuestro ministerio es ‘el pan nuestro de cada día'» sostuvo Franzini.
Y ejemplificó «por eso me causó gracia lo dicho por el Jefe de Gabinete de ministros -Aníbal Fernández- que recomendó que los Obispos se dediquen ‘a las cosas espirituales’. Es paradójico porque era lo mismo que decían en épocas de persecución y de libertades cercenadas aquellos que detentaban el poder cuando la Iglesia hacía alguna referencia a las realidades temporales. Las cosas espirituales tienen que ver con nuestro día a día y con nuestra historia, sino son ‘espiritualoides’. Nos dedicamos a cosas espirituales mirando nuestra realidad y tratando de tener una palabra que ilumine y ayude a los fieles cristianos y personas de buena voluntad que quieran acoger nuestra reflexión. No hay otra motivación ni interés en nuestros aportes que dar desde nuestra humilde experiencia alguna palabra que pueda orientar.
«Además recogemos una mirada bastante completa desde La Quiaca al norte hasta Ushuaia al sur, y en estas reuniones hay una resonancia de temas que al menos merecen ser escuchados, sin pretender que todos adhieran a lo que decimos» subrayó.
«Nuestros mensajes -agregó el obispo- no tienen un único destinatario.
Más aún, quisimos incluirnos nosotros también en este examen de conciencia. En este clima de confrontación y rispidez, seguramente todos tenemos algún tipo de responsabilidad. Y particularmente nos dirigimos a los dirigentes, ya sea los del campo de la política y de todos los órdenes: económico, gremial, cultural y los medios de comunicación también, todos debemos preguntarnos qué estamos haciendo para contribuir a un clima de diálogo verdadero; una búsqueda de consenso para el bien común.
«En los pueblos civilizados se da el diálogo entre instituciones democráticas que funcionan eficaz, eficiente y transparentemente. El diálogo no es acuerdos ‘bajo cuerda’ sino a plena luz buscar soluciones a los problemas que nos aquejan.
«Y cuando las instituciones no funcionan los más afectados son los pobres, ya que estas salvaguardan los derechos de los más débiles».
¿OPTIMISMO?
Ya cerrando la entrevista le preguntamos al Obispo si se puede ser optimista en este contexto y respondió: «nosotros tenemos Esperanza sobrenatural y tenemos confianza en la capacidad de las personas de crecer y mejorar, y eventualmente de convertirse y cambiar. Por eso apostamos incansablemente a la posibilidad del diálogo, y una muestra de esto es que acompañamos este documento con el gesto de que la Comisión Ejecutiva va a acercarle a las más altas autoridades de los tres poderes -ejecutivo, legislativo y judicial- inquietudes y nuestra disponibilidad para contribuir a buscar caminos de encuentro y de diálogo.
«Apostamos a que siempre es posible, -aún en aquel que está más ofuscado en su humanidad- que queda un resquicio que hace descubrir que el bien es mejor que el mal, la verdad mejor que la mentira, la paz mejor que la guerra y entonces creemos que debemos insistir en esto», concluyó.
Fuente: Javier Alfonso en diario La Opinión, Rafaela, 14 de marzo de 2010.