CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 octubre 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la serie de «proposiciones» 31 a 40 entregadas por el Sínodo de los obispos sobre la Eucaristía a Benedicto XVI.
El Papa ha permitido la publicación de una versión provisional en italiano, no oficial, en la que se basa esta traducción de trabajo. En los próximos días, Zenit seguirá publicando traducciones de las «proposiciones» restantes.
Proposición 41
Admisión de los fieles no católicos a la Comunión
Basándose en la comunión de todos los cristianos, que el único Bautismo ya mantiene activa, aunque no sea todavía de forma completa, la separación ante el banquete del Señor es experimentada justamente como algo doloroso. Tanto de dentro de la Iglesia católica como por parte de nuestros hermanos y hermanas no católicos, surge en consecuencia muy a menudo la petición urgente de la posibilidad de Comunión eucarística entre los cristianos católicos y los demás. Se debe aclarar que la Eucaristía no significa ni actúa sólo nuestra comunión personal con Jesucristo, sino sobre todo la plena comunión de la Iglesia.
Por esto pedimos que los cristianos no católicos comprendan y respeten el hecho de que para nosotros, según toda la tradición bíblicamente fundada, la Comunión eucarística y la comunión eclesial están estrechamente ligadas, y por tanto la Comunión eucarística con los cristianos no católicos no es generalmente posible. Todavía más hay que excluir una concelebración ecuménica. Igualmente debería aclararse que, mirando a la salvación personal, la admisión de los cristianos no católicos a la Eucaristía, al sacramento de la Penitencia y a la Unción de los enfermos, en determinadas situaciones individuales, bajo precisas condiciones, es posible e incluso se recomienda («Unitatis Redintegratio» 8, 15; Directorio Ecuménico 129-131; Código de Derecho Canónico 844 § 3 e 4; Código de las Iglesias Orientales 671 §4; carta encíclica «Ut Unum Sint» 46; carta enciclica «Ecclesia de Eucharistia» 46).
El Sínodo insiste en que se observen las condiciones expresadas en el Catecismo de la Iglesia Católica (1398-1401) y en su Compendio (293).
La Eucaristía para el mundo
Proposición 42
Eucaristía y Misión
Los fieles son invitados a tomar conciencia de que una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera. De hecho, la Eucaristía es fuente de misión. En la Eucaristía, nos hacemos cada vez más discípulos de Cristo, escuchando la Palabra de Dios, que nos lleva a un encuentro comunitario con el Señor, mediante la celebración del memorial de su muerte y resurrección, y a través de la comunión sacramental con El. Este encuentro eucarístico se realiza en el Espíritu Santo que nos transforma y santifica. Despierta en el discípulo la voluntad decidida de anunciar a los demás, con audacia, lo que se ha oído y vivido, para guiarles también a ellos al mismo encuentro con Cristo. De este modo, el discípulo, enviado por la Iglesia, se abre a una misión sin fronteras.
Al mismo tiempo que damos las gracias a todos los misioneros cristianos activos en el mundo, recordamos la necesidad de reconocer a Cristo como el único salvador.
En la educación misionera, la centralidad de la afirmación de la unicidad debe ser manifestada de todas las maneras posibles. Esto impedirá que se reduzca a una clave meramente sociológica la decisiva obra de promoción humana implícita en la evangelización.
Los padres han subrayado las graves dificultades que afectan a la misión de aquellas comunidades cristianas que viven en condiciones de minoría o incluso en contextos privados de libertad religiosa.
Proposición 43
Espiritualidad eucarística y santificación del mundo
La Eucaristía está en el origen de toda forma de santidad. Para desarrollar una espiritualidad eucarística profunda, es necesario que el pueblo cristiano, que da gracias por medio de la Eucaristía, sea consciente de hacerlo en nombre de toda la creación, aspirando a la santificación del mundo y trabajando por la misma. La vida cristiana encuentra en la celebración eucarística la propia senda: el propio ofrecimiento, la comunión y la solidaridad son aspectos de la «logiké latreia» (Cf. Romanos 12,1).
La promoción de la participación diaria en la celebración de la santa Misa es, en los ritos latinos, un medio eficaz de desarrollo de esta espiritualidad, núcleo de la vida familiar, profesional, social y política.
El ofrecimiento diario (enseñado por ejemplo en el Apostolado de la Oración, practicado por millones de católicos de todo el mundo) puede ayudar a cada uno a convertirse en «figura eucarística» siguiendo el ejemplo de María, uniendo la propia vida a la de Cristo que se ofrece por la humanidad.
Proposición 44
Eucaristía y enfermos
Consideramos de primera importancia favorecer la celebración eucarística para los enfermos, mediante una catequesis adecuada sobre la activa participación en la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Un significado especial de la Eucaristía, como cumbre de la vida cristiana, encierra su recepción como santo Viático. Dado que abre al enfermo la plenitud pascual, se recomienda intensificar su práctica.
En especial se pide que se asegure la comunión eucarística a las personas con minusvalía mental, bautizadas y confirmadas: éstas reciben la comunión en la fe de la familia y de la comunidad que les acompaña.
La imposibilidad de conocer la sensibilidad efectiva propia de ciertos tipos de enfermos no es una razón suficiente para no darles todos los apoyos sacramentales de que dispone la Iglesia. Es importante que quienes sufren por minusvalía puedan ser reconocidos como miembros de la Iglesia a todos los efectos y tengan en ella su justo lugar.
Es deseable, además, que la funcionalidad arquitectónica de las iglesias facilite su participación en las celebraciones.
Proposición 45
Eucaristía y emigrantes
El Sínodo, dando las gracias a todos los que trabajan en este campo, invita a todos los obispos a ejercer su cuidado pastoral hacia los emigrantes.
Estos fieles deben ser acogidos como miembros del mismo Cuerpo de Cristo, prescindiendo de su raza, estatus o condición, especialmente en la celebración eucarística. La caridad de Cristo urge a que las otras Iglesias locales y los institutos de vida consagrada ayuden generosamente a las diócesis que acogen a un gran número de emigrantes.
Además, concédase a los emigrantes de rito oriental, en la medida de lo posible, el que puedan ser asistidos por sus sacerdotes. Establézcase en los seminarios el «Dies orientalis» para que las liturgias orientales sean conocidas mejor.
Proposición 46
Coherencia eucarística de políticos y legisladores católicos
Los políticos y legisladores católicos deben sentirse especialmente interpelados en su conciencia, rectamente formada, sobre la grave responsabilidad social de presentar y apoyar leyes inicuas. No hay coherencia eucarística cuando se promueven leyes que van contra el bien integral del hombre, contra la justicia y el derecho natural. No se puede separar la opción privada y la pública, poniéndose en contradicción con la ley de Dios y la enseñanza de la Iglesia, y esto debe ser considerado también respecto a la realidad eucarística. (Cf. 1 Corintios 11, 27-29).
Al aplicar esta orientación, los obispos deben ejercer las virtudes de la fortaleza y la prudencia, teniendo en cuenta las situaciones locales concretas.
Proposición 47
Eucaristía y ecología
Los cristianos, reforzados por el sacramento de la Eucaristía
Los cristianos, reforzados por el sacramento de la Eucaristía, empéñense más decididamente en testimoniar la presencia de Dios en el mundo. Que la Iglesia promueva un cambio de mentalidad y de corazón para facilitar una relación armónica y responsable del ser humano con la creación.
La contemplación y la gratitud por la creación, regalo del amor de Dios, puede ser un medio de evangelización para la gente de hoy, cuya preocupación ecológica puede recibir un nuevo significado religioso por el reconocimiento de la llamada de Dios a la humanidad a que ejerza un servicio responsable ante su obra de Creador, conforme a la esperanza cristiana.
Esta reflexión puede además ayudar a los cristianos a relacionar la doctrina sobre la creación con la de la «nueva creación», inaugurada en la resurrección de Cristo, nuevo Adán, que ha dado a la Iglesia la tarea de preparar la transformación de la creación en los «nuevos cielos y la tierra nueva».
Proposición 48
Dimensión social de la Eucaristía
El sacrificio de Cristo es misterio de liberación que nos interpela
El sacrificio di Cristo es misterio de liberación que nos interpela. La Eucaristía –en el compromiso por transformar las estructuras injustas para restablecer la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios–, se transforma en la vida en lo que ella significa en la celebración. Este movimiento dinámico se abre al mundo: cuestiona el proceso de globalización que no pocas veces aumenta el desnivel entre países ricos y países pobres; denuncia a aquellas potencias políticas y económicas que dilapidan las riquezas de la tierra; recuerda las graves exigencias de la justicia distributiva ante las desigualdades que gritan al cielo; anima a los cristianos a comprometerse y a actuar en la vida política y en la acción social.
Preocupan especialmente la pandemia del VIH/SIDA, la droga y el alcoholismo.
Especial cuidado pastoral merecen los presos para que puedan participar en la Eucaristía y recibir la Santa Comunión.
Quien participa en la Eucaristía debe comprometerse a construir la paz en nuestro mundo, marcado por muchas violencias y guerras, y hoy en modo especial por el terrorismo, la corrupción económica y la explotación sexual. Son condiciones para construir una verdadera paz la restauración de la justicia, la reconciliación y el perdón.
Para educarse en la caridad y en la justicia, aprovechen los fieles el Magisterio social, que acaba de presentarse en el «Compendio de la doctrina social de la Iglesia».
Proposición 49
Eucaristía y reconciliación de pueblos en conflicto
La Eucaristía es el sacramento de comunión entre los hermanos que aceptan reconciliarse en Cristo, que ha hecho de judíos y griegos un solo pueblo, abatiendo el muro de odio que los separaba (Cf. Efesios 2,14). Durante este Sínodo, varios testimonios han informado que gracias a las celebraciones eucarísticas, pueblos en conflicto han podido reunirse en torno a la Palabra de Dios, escuchar su anuncio profético de reconciliación a través del perdón gratuito y recibir la gracia de la conversión que permite la comunión con el mismo pan y el mismo cáliz. Jesucristo, que se ofrece en la Eucaristía, refuerza la comunión entre los hermanos y, en especial, urge a quienes se encuentran en conflicto a apresurar su reconciliación, a través del diálogo y la justicia. Esto consiente comulgar dignamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo (Cf. Mateo 5,23-24).
Conclusión
Proposición 50
«Verum Corpus natum de Maria Virgine»
La Iglesia ve en María, «Mujer Eucarística», sobre todo a los pies de la cruz, la propia figura y la contempla como modelo insustituible de vida eucarística; en el altar, en presencia del «verum Corpus natum de Maria Virgine» [verdadero Cuerpo nacido de María Virgen, ndt.], la Iglesia venera a través del sacerdote, con especial agradecimiento, a la Santísima Virgen.
Los cristianos encomiendan a María, Madre de la Iglesia, su existencia y su trabajo. Esforzándose por tener los mismos sentimientos de María, ayudan a toda la comunidad a vivir como ofrenda viva, agradable al Padre.