Por María Herminia Grande.- Así como aún hoy algunos trasnochados niegan los campos de concentración. Así como aún hoy algunos trasnochados niegan los desaparecidos. Así como aún hoy algunos niegan que el hombre haya llegado y pisado la luna. O el valor inmunológico de las vacunas. Así hoy algunos niegan al coronavirus.
Argentina, salvo en dictadura, aunque también en ella, ha hecho de la calle su segundo hogar. Quiero recordar especialmente en plena dictadura, las calles caminadas por Saúl Ubaldini acompañado por el sector de los 25, reclamando democracia. La calle fue, es y será el lugar donde los ciudadanos se manifiestan. O celebran un Mundial –hace rato que no ocurre-. Es el lugar donde Argentina tiene la generosidad de ser la síntesis de “los unos” y “los otros”. Hoy sucede que la calle tiene la complicación, al decir del Dr. Abel Posse, de “un fantasma omnipresente que nos excede y al que la política argentina y mundial, intenta dar respuestas organizando a la sociedad para enfrentarla”. El Dr. Posse refiere de esta forma al Covid-19.
En Argentina a un sector, siempre el más radicalizado, opositor al gobierno de turno, le gusta asociar al Ejecutivo elegido limpiamente por el voto mayoritario de la gente con la dictadura.
En mi artículo anterior hacía referencia al peligro de naturalizar la pobreza, el hambre, que, en el mejor de los casos, se sacia en comedores hoy escasos y humillantes para la tierra granero del mundo. Hoy debo advertir que a la lista de naturalizaciones se debe con dolor incorporar la utilización de la palabra dictadura. Los extremos con pobreza de ideas a debatir se abrazan a ella, palabra que remite a las épocas más nefastas, crueles y torturantes de nuestra historia, para manifestar su disconformidad e intolerancia cuando alguien que no es su candidato se convierte en gobierno. Argentina crecerá no sólo con los necesarios planes de crecimiento productivos ya señalados, sino cuando aprenda a debatir ideas y enriquecerlas y argumentarlas con criterios distintos. A propósito, el sector hidrocarburífero esta semana, a través del empresario Marcos Bulgheroni, solicita al gobierno ser tenido en cuenta con un tratamiento similar al que se le brindaría al sector de la industria agroexportadora, partiendo de la base que la industrialización del petróleo y del gas natural deben ser un eje del desarrollo nacional junto a la agroindustria.
Ayer una vez más salieron a la calle, sin tener en cuenta los cientos de muertos que a diario cobra el Covid por estos días, quienes creen que el actual gobierno es una dictadura cuyo plan es la infectadura. En el gobierno anterior el extremismo radicalizado de la oposición actuaba de la misma forma. El presidente Macri para este extremo era la dictadura, y no quien le había ganado en elecciones limpias a Daniel Scioli.
Seguimos presos, como dice el Dr. Posse, de una grieta estúpida entre partidarios extremos de dos gobiernos que fracasaron. Es cierto, ni el presidente Macri ni la presidenta Cristina Kirchner, dejaron una Argentina mejor a la que recibieron.
Alberto Fernández ganó la presidencial el año pasado porque convenció con aquel “volvimos para ser mejores” de que la moderación sería la columna vertebral de su gobierno. Cada vez que se aparta de esa promesa, la sociedad se lo recuerda y baja su ponderación en las encuestas. A tal punto ese y no otro (la moderación) es el camino para la Argentina de esta década iniciática y misteriosa, que Rodríguez Larreta hace de la moderación su camino electoral. Sabe que la mayoría de los argentinos no han cambiado de idea; desean la moderación que conduzca a los consensos.
A propósito de la movilización de ayer, parecería que fue una convocatoria opositora al Gobierno, que a su vez intenta definir asuntos internos de la coalición. A favor, Gabriela Michetti y Patricia Bullrich; en contra, Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Emilio Monzó, María Eugenia Vidal, etc.
El Gobierno sigue prometiendo políticas de reactivación, pero presenta y empuja una reforma judicial que no cuenta con la oportunidad y el consenso necesario. En Diputados corre gran riesgo de naufragar. El bloque que representa el Dr. Lavagna intentará que no se apruebe, aduciendo que no hay condiciones políticas para su tratamiento. Lavagna cree que se viene una recuperación económica post pandemia, que el Gobierno debería acompañar y mantener en el tiempo. Por eso señala significativamente el problema del empleo. Lo ha hablado con el presidente Fernández, pero cree que el Gobierno y el sistema político en general no lo dimensionan en la profundidad que tiene. Por eso ha propuesto formas de contratación en blanco y facilidades para los empresarios que lo hagan, destinado a personas que estén fuera del sistema.
Las coaliciones han comenzado a trabajar su estrategia electoral. En el caso de la opositora Juntos por el Cambio, ha quedado claro que el propio articulador por el radicalismo en el 2015 Ernesto Sanz no ve con buenos ojos que el ex presidente Macri pretenda liderar el espacio. Consultada una alta fuente opositora me dijo: “Si Juntos por el Cambio quiere salir a buscar una nueva mayoría, debe hacerlo con nuevo formato, nuevo plan y nuevos liderazgos”. No obstante, mi interlocutor sostiene que al ex presidente hay que protegerlo y buscarle un lugar de referencia institucional.
La estrategia de Juntos por el Cambio pasaría por una fuerte conducción colegiada hasta después de las elecciones del 2021, en la que se consolidarán nuevos liderazgos personales. Los principales actores del radicalismo están abocados a la interna en la provincia de Buenos Aires, porque creen que la misma será ordenadora. Primero para la propia UCR, y luego para JxC, dado que sostienen que la madre de todas las batallas se dará una vez más en el territorio bonaerense y que quien gane allí se llevará todo.
Faltan noventa días aproximadamente para que se mencionen nombres de candidatos para las elecciones de medio término. La coalición gobernante parece dar demasiada ventaja a la coalición opositora al mantener inmovilizado al Partido Justicialista.
Si el Gobierno recibe un revés en el tratamiento legislativo de la reforma judicial es porque ha invertido el orden de las urgencias y prioridades. Con un 50% de pobreza, con 50% de desocupación, y con 63% de pobreza en los niños argentinos, la responsabilidad única del Gobierno es abocarse de lleno a este problema. Y la sociedad así lo advierte.