Por Jorge Rouillon.- El libro “El pastor. Desafíos, razones y reflexiones de Papa Francisco sobre su pontificado”, de los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin, fue presentado en la Feria del Libro, en un diálogo de los autores con su colega Nelson Castro.
Este último dijo que no había podido parar de leerlo por tres motivos: por la claridad de su escritura, para ver cómo veían los autores del libro “El jesuita” al mismo protagonista, antes arzobispo de Buenos Aires y ahora papa, y por su contenido de realidad, “porque no deja ningún tema sin tocar”.
Al preguntarles si después de diez años habían encontrado a la misma persona que habían tratado para el libro “El jesuita”, Rubin evocó cuando Bergoglio fue elegido papa y tuvo un primer encuentro con periodistas, en el aula Paulo VI en la que había 5.000 personas, y lo vio vestido de blanco. “Hola, Sergio”, lo saludó Francisco, dándole un abrazo. Rubin reflexionó. “Me encontré con la misma persona de siempre”.
Luego fueron con Francesca todos los años. Explicitó que se encontró con la misma persona, al tiempo que precisó: “Lo único que cambió es lo que ve todo el mundo: que es más extravertido, tiene una sonrisa que no tenía en la Argentina, una mayor predisposición a los medios de comunicación”. Estimó que no es algo de marketing, sino que “expresa una alegría evangélica, abierta a la esperanza, de una Iglesia que está abierta y acoge a todos”… porque Dios es amor.
A su vez, Ambrogetti dijo que aunsiendo el mismo siempre da sorpresas. Recordó un primer encuentro con corresponsales extranjeros en Buenos Aires en 2001; a todos les llamó la atención su sencillez, afabilidad y humildad, trasluciendo al mismo tiempo hondura intelectual. Ambrogetti observó algo que si se lo hubieran contado ella no lo hubiera creído. Con todos los temas del mundo que debe encarar y tener en la cabeza, cada vez que volvían a verlo en Roma, Francisco les recordaba en qué había quedado la última conversación, un año antes, para continuar el tema. Él retomaba el hilo de lo que habían estado hablando hacía un año. Destacó así su atención plena en la escucha.
Ella ha tenido una larga trayectoria en la agencia noticiosa italiana Ansa, y destacó que la profunda raíz familiar italiana de Francisco ha facilitado su conexión con el contexto de Italia. Aun viniendo de América latina, se expresa muy bien en el idioma de ese país, incluso conociendo muchos términos dialectales. “A veces me parecía que estaba hablando con un italiano”, comentó Ambrogetti. Pensó que le faltaba preguntarle si se siente argentino. “Sí”, le contestó rotundamente. Ella hizo notar que algunos otros papas han procedido de pequeñas ciudades o aldeas, y que él viene de una megalópolis-que es “un universo en escala,con todo lo bueno y lo malo”-. Y viene de “un país hospitalario, abierto a otras culturas”, donde fue a un colegio público y alternó con compañeros judíos, musulmanes, de diferentes orígenes. Estimó que es alguien que se enriqueció con la argentinidad y la llevó a donde está. “Por eso es ahora un papa que está enriqueciendo a la Iglesia a partir de su argentinidad”. A su vez Rubin señaló su idiosincrasia de porteño, que en su juventud bailaba milonga.
Aunque lo calificó como una “persona muy formada, muy preparada, como buen jesuita”, Rubin apuntó que «nunca hizo gala de sus conocimientos» y subrayó su humanidad, su actitud de pastor, “la que debe tener todo sacerdote, que tenga un corazón grande, que pueda recibir a todos”.
Rubin dijo que el libro intenta resumir su pontificado en notas salientes año por año: su actitud ante los abusos sexuales, la transparencia en las finanzas vaticanas (hoy sometidas a controles cruzados muy exigentes de organismos independientes), sus 120 pronunciamientos contra la invasión de Ucrania, etc.
Ambos autores coincidieron en la absoluta libertad que tuvieron para preguntar lo que les pareciera en sus encuentros. Rubin dijo que alguna vez Francisco ha dicho que la última corteeuropea de monarquía absoluta es el Vaticano y ha procurado dar a cardenales y obispos un mensaje de austeridad, de cambios de hábitos, un cambio cultural, que no es fácil; él quiere una Iglesia más despojada y servicial, más cercana a la gente.
Ambrogetti observó que ha dado más lugar a la mujer y a la colegialidad, una Iglesia más horizontal y menos vertical. Algunos observan que la Iglesia no es una democracia. Estimó ella que la Iglesia suele ir unos pasos atrás de lo que ocurre en la sociedad y en un sentido es algo positivo, en cuanto puede actuar un papel de contrapeso, de guía. Pero consideró que a veces ha estado “demasiado atrás” y que el papa actual tiene una buena conexión. “Es el papa que mejor escuchó lo que la sociedad le pide hoy. Esto le ha generado críticas. Pero la Iglesia no va a ser la misma después de Francisco”.
Señaló también que en una encuesta seria aparece como la personalidad más respetada en el mundo, por lo que a ella le da pena “cuando algunos argentinos no lo valoran o no se enorgullecen”. En Europa, precisó, “tienen la conciencia de que él está enriqueciendo a la Iglesia, aunque en algunos ambientes puede no caerles bien, pueden pensar que están perdiendo centralidad. Pero él está universalizando a la Iglesia”.
Hizo notar que cerca del 50% de los nuevos cardenales vienen de países que nunca habían sido representados en ese ámbito vaticano. Su objetivo es que los últimos, los desplazados, los abandonados y los invisibles tengan presencia más universal. Indicó que el mensaje evangélico tiene que ser universal, no debe estar vinculado ni a un ámbito geográfico ni a un tiempo determinado.
Por su parte, Rubin opinó que viniendo de América latina, del tercer mundo, tiene una visión periférica y que desde allí mira al centro. Desde la periferia las cosas se miran de otra manera, dijo. Visión periférica no sólo en términos geográficos o económicos, “sino en un sentido amplio, porque existen periferias espirituales, afectivas”.
Finalmente, se les preguntó si va a venir a la Argentina. Rubin estimó que pasadas las tensiones de un año electoral -aunque perduren otras por aliviar- puede verse la posibilidad de que venga el año que viene, quizá en marzo, abril o mayo, si está bien de salud. Dio su opinión de que él quiere coronar algún tipo de acuerdo básico en la sociedad argentina. “Creo que sería muy bueno que en este tiempo nuestra dirigencia pensara en cómo tender puentes”. Recordó que Bergoglio en Buenos Aires hablaba con todo el mundo, recibía en la Curia a políticos, empresarios, sindicalistas, etc. “El Papa está ayudando desde allá, hablando con todos, pero nosotros también tenemos que prepararnos”.
Asimismo estimó bueno que la Iglesia argentina prepare a sus fieles para recibir al vicario de Cristo en la Tierra. Lamentó que a veces se pierda la dimensión religiosa que tiene el Papa. “Ojalá se concrete su visita -concluyó-, que sea fructífera y tengamos el corazón preparado para que así sea”.
Ambrogetti señaló que él tiene muchas ganas de venir. Pero apuntó que quien no entiende al Papa no conoce a Bergoglio. Él tiende a postergar lo que más le interesa y prioriza estar donde cree que más se lo necesita. “Cuando era un simple sacerdote, jamás pasaba las fiestas con su familia, aunque la quería, porque sabía que lo necesitaban en otro lado. Hoy lo necesitan en Roma y por eso posterga lo quemás quiere hacer. Pero lo que más quiere es volver, por eso lo deja para el final”.
Concluida la presentación, los autores firmaron ejemplares en el stand de Penguin Random House, editora del libro, que tiene 346 páginas y cuenta con un prólogo del mismo papa Francisco.
Fuente: https://aica.org/