¿Podría ocurrir lo que en Polonia desde 1978?

Los argentinos hoy como en aquel pasado los polacos, también estamos firmemente esperanzados en un futuro mejor. Cristina dio el puntapié inicial y en el “partido” del lunes Bergoglio le ganó 1 a 0.Por Emilio J. Grande

Por Emilio J. Grande.- El 20 de julio de 2012 a las 9:05 saludaba en Buenos Aires al entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio sin imaginar en aquel momento, ni remotamente, que menos de un año después el miércoles 13 de marzo de 2013 el cónclave de cardenales en el Vaticano lo elegía Papa.
Aquel día había acompañado a mi hijo sacerdote Antonio Mario que de regreso en vacaciones puso en manos del cardenal un informe escrito de su primer año de gestión como rector del Colegio de la Iglesia Argentina en Roma.
Después de la entrevista, mi hijo celebró misa en la capilla privada de monseñor Bergoglio que residía frente a la Plaza de Mayo pared medianera con la Catedral.
Concluido el oficio el ex arzobispo nos sorprendió invitándonos a compartir un desayuno. En el transcurso de la amena charla se dio la oportunidad para que le contara que todas las mañanas compartía una mesa de café con amigos que a él lo ponderaban cada vez que se pronunciaba en contra de decisiones, posturas y gestos del gobierno nacional y que lo mismo comprobaba en la mayoría de la gente. Fue entonces que Bergoglio con una expresión de ironía fina mezclada con humor expresó textualmente: “che, entonces podría postularme como candidato con buenas chances”…
Aquel día había visto en persona a quien sólo conocía por su aparición en TV y fotos en medios gráficos.
La impresión que me llevé de ese breve y feliz encuentro fue que además de todos los adjetivos que en estos días definen su personalidad, es que a minutos de estar con él es tal la simpatía y sencillez que crea súbitamente la sensación de estar charlando con un amigo de años.

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El lunes pasado el papa Francisco recibió en audiencia y almorzó con la presidenta Cristina, ésta que después en conferencia de prensa -llegó dos horas y media tarde y no contestó preguntas- lució contenta y nerviosa, tan distinta y “buenita” ante quien había ofendido con destrato durante varios años, negándole 18 pedidos de audiencia, por no haber asistido a ningún Tedeum patrio y de haberlo calificado de “jefe de la oposición”. Ahora Cristina se congratula por el trato sencillo y afectivo recibido, animándose a preguntarle a Su Santidad: “¿lo puedo tocar?” y expresar feliz: “es el primer Papa que me besa”.
Debo enmendar el error en el título de esta crónica. Me equivoqué al preguntar si podría ocurrir lo mismo en Argentina que en Polonia en 1978, ¡un cambio colosal! El 16 de octubre de aquel año había sido elegido Papa a los 58 años de edad el cardenal Karol Wojtyla prohibido para ingresar a su Polonia natal de gobierno comunista, país que sufría grave crisis política y económica, situación que aunque no tan extrema sufrimos hoy los argentinos.
Fue evidente que en la entrevista con el papa Francisco, Cristina mostró un atisbo de cambio y que a su virtud de gran oradora sumó la de excelentes condiciones de histrionista.
Sólo un año después de haber asumido Juan Pablo II, en 1979, fue autorizado a pisar el suelo polaco y luego su país en pocos años experimentó un gran cambio a igual que el resto de los estados sometidos por el comunismo, éste que desaparecía bajo la presión de aquel Papa histórico.
Los argentinos hoy como en aquel pasado los polacos, también estamos firmemente esperanzados en un futuro mejor. Cristina dio el puntapié inicial y en el “partido” del lunes Bergoglio le ganó 1 a 0. Lo que da lugar a que se haga realidad el anhelo expresado por monseñor Casaretto: “Francisco está representando el deseo de todos los argentinos”.

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