Invitada por la curadora de las salas de exposición del Palacio Sarmiento, sede del Ministerio de Educación de la Nación, la artista visual local Ester López expondrá en el histórico edificio un conjunto de 28 obras, óleos y dibujos amalgamados a través del sugestivo título “El lugar existe. El paisaje es otro”.
La inauguración está prevista para el 11 de marzo, a las 18:00 horas, en Pasaje Pizzurno 935, CABA, sede del Palacio Sarmiento.

En esa oportunidad, la licenciada Ángeles Ascúa se referirá al libro de arte de López titulado “La luz en el paisaje”, en el que se reproducen 10 dibujos y un óleo de la autora, acompañados por un prólogo de la artista Silvana Lacarra; expresiones sobre su obra de uno de sus maestros, el rosarino Julián Usandizaga; y la visión personal y comprometida de la autora al referirse a su obra.
Sobre la artista
“Estudié dibujo con Julián Usandizaga y pintura con Emilio Ghilioni. Asistí a cursos con Alberto Delmonte, Juan López Taetzel, Manuela Pintos Tezano y Guillermo Fantoni. Analicé obras de Morandi, De Chirico, Juan Grela y Joaquín Torres García. Participé en muestras individuales, grupales y colectivas, en Rafaela, Rosario, Santa Fe, Necochea, Buenos Aires y Dinamarca. Fui seleccionada en salones oficiales, en algunos de los cuales obtuve premios y menciones. Fui delegada del Centro de Artistas Plásticos Profesor Ricardo Merlo ante la Comisión Municipal para la Promoción de la Cultura.
Trabajé durante 40 años, construyendo un estilo propio, íntimo y poético. Compongo mis obras, teniendo en cuenta el ritmo que crea la repetición de formas, direcciones, contrastes, color. Dípticos y polípticos enfatizan la idea de jugar con la mirada entre el todo y las partes. Construir una estructura nueva me permite develar parte del misterio que me cautiva de una imagen. Comparto esta experiencia con alumnos. Pinto aun cuando no pinto”, destacó López a esta web.
Por su parte, el artista Usandizaga expresó que “es un viejo oficio el de pintar o dibujar, que a veces hasta pasa por un cuadro. Ester lo sabe y conoce su sentido. Desde hace 40.000 años, como de costumbre, hay que tomar un material, después contornear o rellenar, y transformarlo. Luego hay que configurar el tema imaginado, y con un pie en la realidad y el otro en la ficción mirar, poder ver, y llegar a habitarlo. En esa casa imaginaria, sin sosiego, discrepan o acuerdan y deciden, lo convencional acordado, con lo espontáneo y deseado. Es en esta vieja puja de las emociones, donde toma su sentido casual, y así su autenticidad, el contenido de lo expresado. Entre la anomia de la certeza técnica computarizada y la incertidumbre se mueve la íntima necesidad de apropiarse de sí mismo, para llegar a ser con y para los demás. La identidad sólo se resuelve en relación y esta deriva de la comunicación. Mostrar lo que se hace no es el objetivo, es sólo un medio. El primer observador curioso de lo suyo es el autor, que queda al fin solo frente a su producto. El otro autor posible, si coincide y se detiene, es el contemplador, quién allí se apropia, re-construye y se re-crea en la expresión de su propia historia. Ester no tiene apuro, muestra el producto macerado de su lenta formación y de su auténtica vocación”.
Finalmente, Lacarra señaló que “Rafaela es sinónimo de Ester López para mí. Su estudio taller, sus obras. Conversamos de su trabajo nunca más de hora y media. Me entrega una carpeta con nueve dibujos. Hay árboles, troncos, flores, montañas, enredaderas. Precisos e implacables, geometrizados, de trazos suaves en el interior y firmes en lo externo, como relato que por algún motivo son las plantas que dieron un paso decisivo en este libro para transformar en bosque una simple arbolada. Darle este espacio. Presencia”.