Por Adan Costa.- Yo prefiero seguir tus pasos. Cómo el niño pescador de redes de la Bahía de Todos los Santos, con sus enormes ojos negros bien abiertos y cabellos cuidadosamente ensortijados. De día rastreaba cada una de las huellas que su amada, de escasos once años, encallaba con sus nimios pies en la Praia do Farol en ese torrencial verano de enero del noventa y cuatro. Cada noche la pleamar los borraba sin empacho, casi con desprecio. Sin embargo, el espíritu de nuestro joven permanecía intacto, impertérrito, expectante, alegre, candoroso, con cierto desparpajo. Dueño de esa inocencia única que sólo nos proporciona la percepción de que la vida entera está por delante nuestro. Y seguía aguardando con ardiente paciencia conocer el rostro de su entrañable amiga, amante, amada, a quien sólo la sabía por sus pasos. Y la esperaba, como esperamos todos, aún quienes tenemos mucha vida aún sin eximir, encontrar el amor que nos regalará la vida.
En día martes para «El Taller de los lunes» en la ciudad de Santa Fe (Gracias Gabriela Villada, por obsequiarnos la palabra musical y viva de Gustavo. Perdón por atreverme al intertexto de Antonio Skármeta, ya que todos y cada uno de nosotros y nosotras está al menos una vez recibir con ardiente paciencia una carta, un mensaje, una palabra de quien añoramos).
Quien firma esta poesía y Emilio Grande (h.) estuvimos de vacaciones en Salvador (Bahía) en el mes de enero de 1994.