Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela (FM 90,9) que conduce Emilio Grande (h.).- El tercer paro nacional organizado por el sindicalismo opositor desde que Cristina Kirchner llegó al poder tuvo un alto nivel de acatamiento, aunque mostró más disparidades respecto de la última medida de fuerza realizada el 10 de abril pasado.
La decisión de la Unión de Transporte Automotor (UTA) de no sumarse al paro le restó algo de fuerza a la protesta que organizaron las CGT de Hugo Moyano y de Luis Barrionuevo, con el acompañamiento de la CTA de Pablo Micheli y agrupaciones de izquierda, quienes estuvieron a cargo del armado de piquetes en lugares neurálgicos de las principales ciudades.
Al menos en visibilidad, la presencia de los colectivos atenuó el impacto de la medida en la Capital, mientras que el acatamiento fue dispar en el interior del país.
En ese contexto, el Gobierno y Moyano quedaron entreverados en un arduo debate respecto del impacto del paro. Mientras que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, aseguraron que «la gran mayoría de los argentinos fue a trabajar», Moyano destacó que «el acatamiento al paro fue del 80%» y la izquierda dijo que la huelga fue «masiva».
Los gremios reclamaron la preservación de los puestos de trabajo, la reapertura de las paritarias, la modificación del impuesto a las ganancias y mayores condiciones de seguridad. Pero Tomada anunció que «no hay condiciones que ameriten un clima de reapertura de paritarias». Además, recaló en que «la mayoría de los trabajadores no tiene nada que ver con el impuesto a las ganancias» y destacó que un cambio en ese gravamen hoy «no es una prioridad» para la Casa Rosada.
A diferencia de la lectura oficial de la huelga, Moyano y Luis Barrionuevo informaron que el acatamiento a la medida en el país fue de «un 80 a 85%», con picos de 90%, por ejemplo en el Sur o en las grandes ciudades, como Rosario, Córdoba y Mendoza.
Si el funcionamiento de los colectivos que dispuso la UTA fue un atenuante importante para evitar una adhesión masiva al paro, la presencia de piquetes en los principales accesos a la Capital y en rutas clave del país sirvió para disuadir a los trabajadores que no avalaron la huelga.
La huelga del jueves fue sólo el comienzo de una era más caótica en el ámbito laboral y social. Tenemos una economía en recesión sin solución a la vista, una inflación estimada en un 40% que afecta especialmente a los trabajadores y desocupados, inestabilidad de las empresas y del empleo. Por este motivo, estamos frente a un escenario complejo y con incertidumbres en varios frentes, que serán una pesada carga para el próximo Gobierno…