Por Eduardo Reina.- Al igual que la pandemia del COVID-19, la de la Argentina actual se trata de una crisis sin precedentes, con una considerable incertidumbre acerca de su impacto en la calidad y los medios de vida de las personas.
Por ahora la moneda está girando en el aire y el que explote o no la delicada situación que nos dejó la campaña de Sergio Massa ,apadrinado por Cristina Kirchner y Alberto Fernández, que llevó al límite años de desmanejos económicos de todos los signos políticos, depende de las medidas de contención que se contemplen. Estas medidas son cruciales dentro de la confección de un plan económico serio para una situación delicada, porque de estas depende el éxito o el fracaso de todo el paquete de medidas. Inclusive es fundamental saber comunicar cada uno de los movimientos que hagan los funcionarios y de las decisiones que quieran dar a conocer a la sociedad.
La clave de una buena comunicación no es solamente la forma clara, sencilla y directa del mensaje, sino también la empatía que permita llegar a todos los sectores. Pero para esto es necesario ponerse del lado de la gente y no de “los amigos del country”. A veces es muy difícil para los funcionarios salir de su propia burbuja y puede parecerles que todos tienen alguna cuentita en dólares en el exterior, como he llegado a escuchar decir a un funcionario de un gobierno durante uno de tantos blanqueos.
Al igual que el infinitamente prorrogado confinamiento, el período que se abre está lleno de considerables dudas y desconfianzas acerca del panorama que surgirá una vez que salgamos del encierro económico. Pero por ahora nos surge la misma gran duda que sonaba a comienzos del fallido albertismo con cada anuncio de una extensión del ASPO ¿Cuánto durará? ¿6 meses? ¿2 años? ¿o incluso serán los 4 del mandato?
Por ahora lo que se puede ver tanto en los pronósticos como en las promesas del flamante gobierno, es un contexto de fuerte recesión económica y sus efectos asociados de desempleo, cierre de empresas por el descenso del consumo y de la inversión. En este contexto, es muy importante la actuación del Gobierno que puede facilitar este ajuste bajando los impuestos y flexibilizando los mercados para propiciar que el ahorro se fortalezca y se vuelque a la inversión para que, con esta, se puedan reactivar
Hoy vemos mucha gente enojada, y con razón. La clase media y los jubilados sobre quienes parecen caer de plano el ¨massazo ¨ las primeras decisiones y a quien se le pide de nuevo que ponga el hombro, ya que viene muy golpeada tras la lenta degradación económica que hemos llegado hasta hoy . Esta es la primera gran crisis de una generación que no está acostumbrada a cimbronazos de este calibre. Los que vivimos otras crisis no podemos evitar pensar que estas ya son una expresión de la argentinidad y que, seguramente, se seguirán repitiendo aunque siempre guardamos la esperanza de que no sean tan terribles como las anteriores, nos cuesta creer que no vendrán otras.
Objetivamente, este sinceramiento debía hacerse y por eso mejor que enojarse es entender con mucha calma a qué nos enfrentamos. El gobierno recién comienza, estas son sus primeras señales y nosotros empezamos a entender de a poco de qué va la cosa. La primera imagen que da es de descontrol y de mucha dificultad para comunicar. Tanto sea con voceros formales o informales, en este periodo de gobierno todavía no hay ninguno comunicando de manera clara y concisa.
Por ahora parece que seguiremos con la polenta y aunque venimos muy golpeados recordemos s esa frase que decía “No lloren, crezcan” y que algunos atribuían a Gardel, otros a Perón, otros a Eva Perón y algunos incluso a Miguel Abuelo; pero que ahora forma parte del acervo popular.
Esta es una semana de «comodidad» del gobierno en la que todavía juega un poco de oposición y está mirando el panorama. Todavía no mandó un grupo de leyes para ver cómo responde el poder legislativo que es una de las más duras batallas que parece que va a tener que enfrentar el gobierno actual.
Por ahora, la promesa es seguir un tiempo con este panorama de recesión, constricción de la economía y creciente inflación.
Controlar la protesta social parece que será un desafío, con una calle descontrolada que nos resultan a algunos de los no tan jóvenes un camino conocido al estallido, la Asamblea Legislativa y aún más doloroso para lograr el resurgimiento.
Las únicas certezas para muchos son que resultará imposible emprender proyectos como cambiar el auto, ir de vacaciones, arreglar la casa hasta privarnos otra vez del asado y de usar el auto. Concentrarnos en agarrarse bien fuerte para aminorar lo más posible la caída.
En las crisis es fácil angustiarse o entrar en pánico por lo que está ocurriendo y con esto empeorar toda la situación. Por eso debemos intentar al máximo mantener la mente fría antes de tomar cualquier decisión y no desesperarnos para no cometer errores por decisiones repentinas o emocionales porque el sueldo no nos rinde como antes. Debemos empezar por reformular los gastos de manera inteligente y mesurada para quitar los más superfluos e innecesarios como los servicios de streaming, comer afuera o pedir delivery.
Mejor que enojarse es entender y para esto nos hace falta mucha calma. Aquel que obtiene una victoria sobre otro hombre, es fuerte; pero quien obtiene una victoria sobre sí mismo, es poderoso.Nuestro mayor rival en la vida siempre seremos nosotros mismos, somos nuestro mayor detractor.
«Mi pecado principal es la duda. Dudo de todo, y estoy en duda la mayor parte del tiempo». Lev Nikoláievich Tolstoy
Fuente: https://www.perfil.com/