Comenzaré esta editorial reseñando una pequeña historia ocurrida hace unos años en la ciudad donde vivo -Sunchales, provincia de Santa Fe-, que de hecho cuenta con características comunes a otras localidades.
Sunchales, es reconocida en el ámbito nacional e internacional por su profundo vínculo con la actividad lechera, y también por ser la ciudad donde se desarrolló y se fabricó la primera cosechadora autopropulsada del mundo, nacida en 1926 de las hábiles manos de don Alfredo Rotania y su gente.
En el año 1982, la Municipalidad consigue recuperar una de las primeras cinco máquinas y la expone en uno de los accesos a la ciudad, como patrimonio de esta comunidad santafesina y verdadero monumento a la creatividad e ingenio de nuestra gente. Lamentablemente, con el paso de los años, la Rotania experimentó el deterioro propio de su exposición a las inclemencias del tiempo y al juego de los más chicos, que tomaban al lugar como centro de sus pasatiempos.
Por iniciativa de Danilo Gallay (director y conductor del programa televisivo Dinámica Rural), en 1998 el mismísimo Helmut Claas –titular del Claas Gruppe, con sede en Alemania- visita Sunchales, y toma contacto con la mítica Rotania, por entonces en un estado deplorable. Fiel a su estilo, inmediatamente se ofrece como “padrino” de la restauración. Claas Argentina, por su parte, asumió los costos de la tarea.
Los exhaustivos trabajos de restauración pieza por pieza y la fabricación artesanal de las faltantes demandaron muchos meses, tras lo cual la “vieja” Rotania fue puesta nuevamente en marcha.
Antes de ubicarla en su morada actual (protegida por un cobertizo con vidrios laterales), se desarrollaron en el país algunos eventos demostrativos a campo. Tuve la suerte de participar del último de ellos, allá por diciembre de 2001, en un lote de trigo perteneciente a la jurisdicción de esta ciudad.
En dicha oportunidad, me maravilló apreciar en funcionamiento a la “primera cosechadora autopropulsada del mundo”, operada por personal vestido de época. La demostración contó con un importante marco de gente, que contempló con un nudo en la garganta la evolución sobre el terreno de esta hija pródiga de nuestra ciudad. Claro, los familiares de don Alfredo no pudieron contener las lágrimas.
Ese mismo día, fue presentada la cosechadora Claas Lexion 480 (la más grande entonces). Fue una sensación indescriptible ver el contraste de las dos máquinas en acción: la tecnología de base, por un lado y, por el otro, la más avanzada expresión tecnológica en materia de cosechadoras.
Superado el asombro inicial, me invadió una mezcla de orgullo, tristeza e impotencia, un regusto agridulce que dejó sus marcas. Interpreté ese estado de ánimo como un genuino pero nostálgico orgullo. Pensé: “Estamos mostrando con orgullo aquello en lo que fuimos pioneros, pero otros nos muestran lo que podríamos ser y no somos”.-
El lector se preguntará ¿que tiene que ver todo esto con la lechería? Mucho, aunque no lo parezca.
Todos hablamos del potencial que tiene el país para producir leche. Y no solo para satisfacer las necesidades del mercado interno, sino también para aprovechar una demanda mundial creciente. Nos pusimos contentos con la tantas veces reclamada caída de los subsidios a las exportaciones en la Unión Europea –incluso algunos pensaron que nunca ocurriría-, lo que nos posiciona con mejores posibilidades aún.
El punto es que las proyecciones de crecimiento del consumo internacional son significativas. Contamos con precios internacionales nunca imaginados, ni siquiera en sueños. ¿Qué más podemos pedir?
El mundo admira el potencial que tiene nuestro país para la producción de leche, pero parece que la Argentina todavía “no puso primera”. Pasamos días debatiendo cuestiones como los distintos intereses industriales -mercado interno vs. mercado externo-, el impacto de los precios en el IPC, las necesidades electorales del Gobierno y otros temas por el estilo.
Me resisto a la idea de un futuro escenario en el que al mostrar la zona a visitantes extranjeros, deba decirles: “Señores, estos que ven eran tambos y aquellas más allá eran industrias; es una lástima porque podíamos haber sido…” ¿Volveremos a repetir la historia? ¿O seremos capaces de mantener posiciones de liderazgo?
Desde esta editorial, invito al resto de las partes para que, al mismo tiempo que ejercen la defensa de los intereses particulares de corto plazo, permitan discutir e implementar herramientas que hagan al conjunto de la cadena y que, a su vez, trasciendan la gestión de un gobierno.
Hoy es necesario ajustar el precio de equilibrio del mercado externo a los valores convalidados por el mercado interno y poner en marcha los acuerdos firmados en diciembre/06 y enero/07 –en este mismo número se publica en detalle lo acordado con la industria y las notas elevadas-. Dichas acciones darán al sector certidumbre, previsibilidad y credibilidad, reclamadas por la producción desde hace varios años. Es imprescindible para que dentro de unos años no nos invada la nostalgia de haber dejado pasar la oportunidad.
Estamos a pocos días para que se tomen las decisiones que definiría como “la refundación de la lechería argentina” y deseo que las medidas estén orientadas a consolidar un futuro promisorio.
Roberto Enrique Socin
Presidente de MEPROLSAFE
Asociación Civil -Mesa de Productores de Leche de la Provincia de Santa Fe