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“No hay duda que hoy no podemos hablar de la democracia consolidada”

Es la opinión de José Ignacio López (ex vocero presidencial de Alfonsín) en una entrevista radial en el programa "Sábado 100". “Con esta división no podemos salir de ninguna crisis”, aclaró. Admitió que todas las dirigencias están en una profunda crisis moral. Sobre los cánticos en las dos misas recientes en Buenos Aires, remarcó que tiene relación con el clericalismo existente en la Iglesia.

Por Emilio Grande (h.).- Recientemente, el periodista José Ignacio López (ex vocero presidencial de Raúl Alfonsín) fue distinguido por la Legislatura porteña como personalidad destacada de la cultura, la comunicación social y los derechos humanos, que se sumó a la distinción del Congreso Nacional en 2022.

“Es un orgullo recibir estas demostraciones de reconocimiento, que yo agradezco profundamente como lo hice en cada uno de esos actos; no solo a los que me asignaron esas distinciones, en este caso la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires. Primero porque soy porteño, en esta ciudad nací en el mismo año que el Obelisco (1936), nací en la Maternidad Sardá (1934) que se había inaugurado un par de años antes, que creo fue la primera en su tipo en su momento. Después agradezco a todos los que pudieron estar en el acto, a los que quisieron estar, pero no pudieron porque por una cosa por otra y a muchos los que se fueron, pero como soy creyente también los sentí conmigo como mis viejos, mis hermanos y siguiendo por tantos colegas de redacciones, porque yo soy de Gutenberg, que estamos en franca desaparición (risas)”, testimonió en el programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela: https://www.facebook.com/100004699150350/videos/1168985390969131

-¿Por qué cuesta tanto acordar consensos con políticas de Estado en el país después de 40 años de democracia?

-Yo creo que nos cuesta porque nos ha costado históricamente; a pesar de que en estos 40 años hay un consenso, que parece que se nos hubiera pasado inadvertido, que fue en 1994 con la reforma de la Constitución, a partir de 1853-60, la única reforma que se hizo con consenso, que perduró y fue de alguna manera en estos años convalidada por la ciudadanía. Es un consenso que se logró en la democracia, pero no hay ninguna duda que hoy no podemos hablar de la democracia consolidada. Me gusta recordar que Alfonsín fue el presidente de la recuperación de la democracia, con quien tuve el orgullo de haber trabajado; en 2008 cuando inauguraron su busto en la Casa de Gobierno, la última vez que entró y dijo un discurso en ese lugar, invitándonos a que con la cabeza y el corazón podíamos llegar a un gran acuerdo, no solamente entre los grandes partidos políticos sino con la sociedad civil, las organizaciones sociales, los sindicatos, recordando la recuperación de la democracia nos decía que no estaba completa y no podíamos estar conformes. Hoy estamos mucho más disconformes que en aquel momento. Con una división, una disparidad y esta situación social en la que más de la mitad de los argentinos son pobres no se puede hablar de una democracia absolutamente coja, como él dijo alguna vez. Hay que completarla, enriqueciendo el consenso que nos llevó a la democracia en 1983; aquel sí fue una fiesta del acuerdo, porque estábamos recuperando la libertad y nos alegramos todos juntos porque vivimos esa experiencia ciertamente inolvidable, con un compromiso porque tuvimos la experiencia de poder saltar juntos con cualquiera que tuvimos al lado, sin preguntarle a quien había votado o si era de este color político o de otro. Nos alegramos juntos y durante un buen largo trecho de tiempo vivimos en la unidad nacional. Alfonsín no fue en vano en su campaña recitando el Preámbulo de la Constitución; hoy tenemos que ver cómo lo ponemos en alto y en acción porque con esta división no podemos salir de ninguna crisis.

-En esta división hay enfrentamientos verbales y violencia virulenta como ocurrió cuando se trató la ley Bases en el Senado. No se respeta al que piensa distinto, hay agresiones, quema de autos y rotura de bienes públicos.

-Por ese camino no vamos a llegar, tenemos que recuperar la posibilidad de debatir, porque solo discutiendo y dialogando podemos hacer un consenso fuerte, firme, decisivo, mientras hoy estamos descalificándonos. Con ese lenguaje que en la mayoría es verbal, no podemos olvidar de dónde venimos. A lo largo de nuestra historia, vayamos a la reciente, la que protagonizamos, ya vivimos demasiada violencia política para varias generaciones; vayamos a la de 1930, cuando empezamos a tener la costumbre del “partido militar” y pasamos a tener como si fuera parte de nuestro estilo a “tirar” gobiernos que habíamos elegido democráticamente. Todo eso fue lo que le pusimos fin en 1983 entre todos; en esa elección la ganó uno de los candidatos, pero la celebración fue de todos. Nos podemos sentirnos frustrados porque todas las dirigencias, no solamente la política, que carga con la mochila de la mayor responsabilidad, están en una profundísima crisis moral, incluyendo a los periodistas porque tenemos que revisar nuestras actitudes, nuestra manera de participar en el juego colectivo de la sociedad; si cada uno no tiene algo para revisar no vamos a poder arreglarlo porque quién de nosotros puede estar contento con esto que conseguimos, quién puede estar contento con este índice de pobreza y con los muchachos que se van afuera porque no quieren al país que no les enseñó a querer su tierra. Desde mi condición de periodista, asumamos nuestra cuota parte en esa crisis, contribuyendo con nuestra manera de actuar en nuestra sociedad, de ejercer el trabajo, reinstalando el diálogo entre los argentinos y la conversación social, mostrando que se puede hacer periodismo, respetando al otro, cumpliendo con las normas de la ética de nuestro oficio, contando la verdad, separando la información de la opinión, que lo podemos hacer mejor que antes. Para mí, esa debe ser la contribución del periodismo en esta profundísima crisis que tenemos.

-¿Qué análisis hace de las dos misas recientes en Buenos Aires con los cánticos “la patria no se vende”?

-Lo dijo el Arzobispo de Buenos Aires (Jorge García Cuerva). Más allá de la fe, con la misa no se juega. Es una cosa demasiado importante para los católicos y esto tiene derivaciones. Hay un problema en la Iglesia que el papa Francisco, y algunos de sus predecesores nos enseñaron como Pablo VI, que el evangelio no deriva en una formulación política de las que el hombre ha construido para vivir en una sociedad y no se puede encerrar en una fórmula política. No se puede pensar o actuar como si se creyera que la única manera de ser católica en Argentina es ser peronista. Creo que el clericalismo juega un papel decisivo y fundamental; hoy se habla de la sinodalidad, que es caminar juntos, concebir como lo hizo el Concilio Vaticano (1962-65), el pueblo de Dios somos todos, no se es más parte de la Iglesia teniendo sotanas como se usaba antes o los atributos solamente del clero, de los clericales sobre los religiosos. El clericalismo ha ahogado a los laicos y hay demasiado laicos clericalizados, que se sienten muy cómodos tratando su responsabilidad sobre los hombros de los que son obispos. Desde el punto de vista de la fe, comenzar a hacer y aplicar una maravilla que nos enseñó Pablo VI, cuando se cumplieron 80 años de la Rerum novarum (encíclica del papa León XIII de 1891), que la fe cristiana no se podía encerrar en una forma de reacción política. Eso es lo que nos lleva a estas cosas, nosotros también somos católicos y no vamos a ir al templo a cantar cuando celebramos la misa. No cometamos más esos errores, que se han cometido muchas veces porque el clericalismo sigue teniendo un papel y una fuerza, y la forma de ser Iglesia es clerical. Santa Fe es una provincia que tuvo un obispo y un arzobispo que no tenía nada de clerical; cuánto nos enseñó Zazpe a los laicos, quienes nos formamos cercanos a él podemos sentir hoy esto porque nos hizo ver el papel que teníamos en la Iglesia.

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