Por Emilio Grande (h.).- Expresa Luis Fernández en una entrevista. Sin ocultar la realidad violenta que se vive en el país, el obispo diocesano tiene un mensaje de esperanza para esta Navidad: «luchar todos por la educación, la salud y una cultura del respeto».
«Vengo de una zona difícil y «roja» de Buenos Aires como es Flores, acá en Rafaela me encontré con gente más serena y en paz y también al recorrer el interior de la Diócesis descubrí alegría y afecto con que reciben la llegada del obispo, esperándome la gente en la calle. En algunos lugares se ha llenado el templo y no había misa; eso muestra lo que en Buenos Aires por lo secular y el individualismo no hay tanto acercamiento y es algo que me conmueve. Hay más humanidad y acercamiento», confiesa el obispo Luis Alberto Fernández en una entrevista con este cronista, quien estuvo acompañado de su papá don Emilio J.
Y agregó: «También en el norte de la Diócesis hay situaciones sociales difíciles en la educación, la salud y las vías de acceso. A veces la gente tiene que recurrir a Rosario, Santa Fe o Rafaela porque en sus hospitales no hay tantas camas y los servicios de tanta atención como hay en las grandes ciudades. Los chicos no tienen todas las posibilidades que pueden tener aquí para estudiar, ya que hay 300 km desde el norte como Gato Colorado, Villa Minetti y Tostado».
-¿Cuáles son los ejes pastorales para esta Diócesis tan diversa, extensa y compleja?
-El Documento de Aparecida que trabajaron los obispos latinoamericanos en el 2007 mostraron el camino para Latinoamérica. Aquí ya venían trabajando líneas pastorales y este año con ausencia del obispo las comunidades han ido avanzando en lo pastoral, los sacramentos, la caridad, la juventud. Este trabajo me lo presentaron los sacerdotes del Consejo de Pastoral y los laicos, apuntando más a la familia, la juventud, potenciar la solidaridad y el problema de la droga y adicciones. Sumado al documento del Papa «Evangelii Gaudium», que es extraordinario, sobre cómo transmitir el evangelio a la cultura de hoy. Aparecida decía de revisar las estructuras caducas que no responden al hombre de hoy hay que cambiarlo y actualizarlo, el mundo está en un cambio excepcional y grandioso, al cual la Iglesia tiene que responder, por ejemplo, a los jóvenes de hoy con sus maneras de ser, sus aritos, sus redes sociales.
-Usted ya conocía a Bergoglio en la arquidiócesis de Buenos Aires, ¿mantiene el mismo estilo ahora como Papa ante la mirada del mundo y con otros actores sociales?
-La manera de ser es exactamente la misma: sencilla, de apertura, diálogo, saber escuchar, dar participación; son todas maneras que él hoy lo lleva a cabo en la Iglesia, como enseguida quiere constituir un grupo de cardenales para afrontar los temas centrales, escuchar, dar participación, no tantos discursos y libros sino también a través de los gestos como besar a una criatura porque también evangeliza y puede llegar al mundo, ayudar y dar una mano a la gente. Habla de la misma manera como lo hacía aquí, para que todos lo puedan entender: el intelectual, el capaz, la gente del barrio, el político, el economista, el no creyente, el de otra fe, el que piensa distinto, buscando siempre la manera de crear vínculos y acercarse.
-¿Qué mensaje puede dar para esta Navidad en un contexto de egoísmo, materialismo y secularismo?
-Para el hombre secular y consumista decirle que no crea que la felicidad total está en el tener o en el consumo, estamos llamados a tesoros muchos más grandes, a herencias mucho más infinitas. Si uno se cierra solamente a esta realidad o a este mundo va a perder, por eso Francisco decía que aquel que quiere tener todo y encerrarse lo va a terminar perdiendo, en cambio aquel que en la vida quiera perder todo, quiera siempre entregar y dar es aquel que cada vez va a tener más. Para aquel que vive en el relativismo, que da lo mismo que venga la Navidad al final de cuentas todo va a seguir como está, creo que el hombre está llamado a tener siempre esperanza, a saber que cada día puede descubrir, cuanto más avanza nuestra vida uno cada día se acerca a algo totalmente nuevo. El hombre está llamado a la capacidad de asombrarse y una actitud de siempre descubrir algo nuevo, todavía es tan finito lo que tenemos por descubrir y el futuro es tan grande. Hay que saber pensar desde el futuro, la sonrisa de los niños y esto es lo que nos trae la Navidad: es un Niño que nace, es alguien tan frágil, pero al mismo tiempo viene con tanta fuerza y posibilidades que eso es el Niño de Belén. Frente a este individualismo, egoísmo y secularismo nos demos cuenta que es tan lindo el compartir, el ser solidarios, cómo hacer para que en este país no sea la cultura del desencuentro, la muerte, la violencia, de unos contra otros sino por el contrario la cultura de crear vínculos, el encuentro, la alegría, de llenar de entusiasmo. Encima estos calores que nos aplastan un poco, qué mejor que tener la frescura de este niño que nace, buscar la solidaridad, un país donde haya más trabajo para todos, nos demos posibilidad y no un país para unos pocos y multitudes que tengan que seguir creyendo que no tienen posibilidades. Sea un país que porque viene la Navidad todos tengamos cabida, nos encontremos en algo más fraterno, donde la esperanza y el saber compartir sea un poco de todos los días y no esto que a veces nos tengamos que despertar a la noche con tiros, robos y tener que cuidar el comercio porque en cualquier momento pueden venir a saquearlo; qué triste que esto sea el futuro. Tenemos que luchar todos por la educación, la salud, una cultura del respeto, de cuidar a nuestros ancianos y de que los niños, como decía Francisco, también tengan posibilidad, que no cerremos la vida porque no hay futuro, al contrario seamos felices, cantemos, que el baile sea algo cotidiano porque nace desde una cultura del trabajo, seria, con esfuerzo, pero que también sabe sonreír, compartir, bailar y estar atento a la diversión sana, al deporte que es tan importante.
Bergoglio
Antes de empezar la entrevista grabada, Fernández contó algunas intimidades que vivió con el cardenal Bergoglio, mencionando que cada 15 días había reuniones de tres horas con los seis obispos auxiliares, entre ellos el actual obispo diocesano, destacando la sencillez, la escucha y la participación. «Hace un año Jorge estaba esperando que Benedicto XVI aceptara su renuncia y ya había elegido el lugar donde iba a vivir», contó, pero por el devenir de la historia y el obrar del Espíritu Santo actualmente es el papa Francisco…
Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 24 de diciembre de 2013.