Por Emilio J. Grande.- Cuando acá llevarse la comida de un comedor público era vergonzante, en un comedor de cocina italiana en Nueva York (allá por el año 1980) al pagar la consumición, el mozo nos trajo una caja con la comida sobrante de nuestros platos. Entre sorprendidos y agradecidos nos fuimos con lo que ahorraríamos en la cena que completamos con bebidas y postre adquiridos en la esquina del hotel.
Al volver a casa comentamos la anécdota con amigos y no lo podían creer. Este recuerdo viene a cuento, porque en una columna editorial de reciente edición del diario La Nación se aplaude una iniciativa de la Secretaría de Medio Ambiente y Espacio Público de la Municipalidad de Rosario junto con la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de esa ciudad, iniciativa que con el lema “Los alimentos no se tiran” consiste en que el personal que atiende comedores y restaurantes sugiere a los clientes que se lleven los alimentos que no consumieron, al igual que lo relatado vivido hace 37 años atrás en Nueva York.
Se estima (cita el editorial del colega de la CABA) que actualmente se tiran 16 millones de toneladas de alimentos por año. Fácil es deducir qué formidable manera de reducir el hambre de tantos argentinos, como ya se practica en muchos países del mundo. Como imitar lo bueno no es copiar, sino una virtud, es de esperar que lo de Rosario tenga rápida aplicación y difusión.
Es una forma de sumarse para atacar la pobreza, que desde hace pocos años tiene actos de solidaridad que se practican en Buenos Aires y otros centros urbanos del país (no muchos) donde se instalan aparadores y heladeras en locales cerrados y en las veredas, ofreciendo alimentos sin cargo que retiran personas necesitadas.
También existen organizaciones privadas con gente al frente de buen corazón que diariamente recogen sobrantes de restaurantes y hoteles, y trasladan a comedores escolares y privados, como también es muy reconocida Margarita Barrientos (fundadora del comedor Los Piletones) que en Buenos Aires sacia el apetito de centenares de comensales y regentea muchos locales similares del interior del país.
Afortunadamente, también existen en Rafaela varios comedores y copas de leche a cargo de diferentes instituciones sociales y cocinas comunitarias (donde van a cocinar y se llevan la comida a sus casas), que diariamente ofrecen a cientos de personas de escasos recursos. Conviene recordar que en el 2011 había 10.317 rafaelinos que asistían a 42 lugares entre copas de leche, comedores y viandas, según información publicada por el diario La Opinión.
Esta acción del sector privado viene a cubrir lo que deberían encarar los políticos (salvo excepciones) cuya obsesión por conseguir votos los obtendrían con creces si se lanzaran a la acción solidaria en lugar de discursos con que nos tienen tan aburridos.
Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 8/10/2017.