Por Emilio Grande (h.).- Luego de padecer una enfermedad terminal de más de siete años, en la tarde de este sábado falleció el sacerdote diocesano José María Stucky a la edad de 64 años, causando hondo pesar entre sus familiares, las comunidades en las que brindó sus servicios pastorales y en el presbiterio de la diócesis de Rafaela.
Era una persona sencilla, campechana, disponible y supo cargar la cruz de la enfermedad de una manera silenciosa y entregada a Dios, en medio de sus actividades parroquiales en Humberto I, hasta hace poco tiempo, pero debido a su fragilidad volvió a su pueblo natal de Ambrosetti para ser atendido de una manera especial por sus familiares.
A decir verdad, tuvo que atravesar un cáncer primero en el riñón y luego en el colon, realizando tratamientos en Córdoba y Rafaela, teniendo que afrontar el financiamiento de los costosos medicamentos, que en parte le cubrió la obra social, su familia y la solidaridad infinita de la gente con donaciones y una cena a beneficio 17 de febrero de 2024 en el Club Argentino de Humberto I.
“Desde un principio estoy viviendo la enfermedad con mucha paz, serenidad y alegría. Estoy absolutamente convencido de que no me va a pasar nada de que Dios no quiera que me pase, puede ser de que me sane y ahí siento un compromiso muy grande porque si me curo y me sano es para seguir sirviendo no como yo quiero sino como Dios quiere; entonces me tengo que convertir y es una exigencia para mí. De lo contrario, tengo que estar a la altura de las circunstancias si es que Dios me llama; por eso creo que en la serenidad y en la paz es donde uno va experimentando también la cercanía de Dios”, había testimoniado Stucky el 30 de diciembre de 2023, en el programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1), conducido por quien firma esta necrológica.
Sobre su larga enfermedad, había contado que “estoy con un tratamiento de quimioterapia y han ido apareciendo metástasis en el hígado. Ahora la medicación es para tratar de ir manteniendo el cáncer controlado para que sea crónico. Es con mucho esfuerzo y sacrificio el tratamiento de quimio, que te termina afectando con el tiempo en algunas funciones concretas, por ejemplo, el cansancio, muchos dolores en las articulaciones; en fin, alteraciones
Y agregó: “hay muchísima gente que está colaborando por cariño, se están identificando con la ayuda al mismo Cristo, a pesar de que me diferencia mucho de él (risas). Se va gestando un amor en serio y comprometido. Tengo 63 años, recibir esto cuando uno fue educado para trabajar y vivir con el sudor de la frente; que de pronto tenga que estar en esta situación es avergonzante, pero también es sumamente satisfactorio. Quiero decirle a la gente muchísimas gracias porque sin la ayuda de todos los que han colaborado no hubiéramos podido enfrentar tanto esfuerzo”.
Había nacido en pequeña localidad de Ambrosetti, departamento San Cristóbal. Estudió filosofía en el seminario de Azul (provincia de Buenos Aires) y teología en el de Córdoba, siendo ordenado sacerdote por el entonces obispo Héctor Romero.
Fue vicario parroquial de Ceres, San Cristóbal y Soledad, luego párroco de San Cristóbal, San Guillermo y en los últimos años de Humberto I, Ataliva, Moisés Ville y colonias vecinas. Además, fue encargado diocesano de las misiones, acompañó los «Hogares nuevos» y «Verdad y misericordia».
Sus restos son velados en la capilla de Ambrosetti hasta mañana a las 11:30 hora con una misa exequial, que será presidida por el obispo Pedro Torres y concelebrada por sacerdotes diocesanos. Luego partirá el cortejo hacia el cementerio sacerdotal, que se encuentra en la Abadía Benedictina “Nuestra Señora de la Esperanza” sobre la ruta 34, previendo llegar entre 14:30 y 15:00 horas donde sus restos serán sepultados con una ceremonia final.
