BARCELONA, domingo 7de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Hipotizar el encuentro de 15 mujeres del Evangelio con Cristo es lo que ha hecho la escritora y periodista Marta Nin en el libro “Mujeres en camino”
(http://www.ciudadnueva.com/new/catalogo/otras04.asp?id=19655).
Nin, que es corresponsal de varios medios de comunicación españoles en Roma, destaca en esta entrevista que cuando Jesús se encuentra con las mujeres las trata con amor, y no las juzga.
-¿Por qué relatar el encuentro de 15 mujeres del Evangelio con Jesús?
Marta Nin: En un primer momento quería escribir un libro sobre Marta, porque yo también me llamo así. Cuando era joven mi nombre me parecía bastante banal, porque además mi generación estaba llena de Martas. Yo era Marta Nin, nunca fui Marta.
Un día, un amigo mío, que no sabía nada de todo esto, me dijo que el Evangelio de Juan decía: “Jesús amaba a Marta”. Eso me llegó al alma, porque pensé que no había ninguna cita del Evangelio en la que se diga que Jesús quiere a alguien, con el verbo amar. Es un verbo que utiliza sólo para Marta, y para sus hermanos, pero a Marta la pone en primer lugar.
A partir de ese momento me reconcilié con mi nombre y me acerqué a Marta de Betania. Es una figura de la que la tradición exegética ha hecho un estereotipo, junto con María: Marta la acción y María la contemplación. Pero a mí me parecía una figura mucho más rica. Así que pensé en escribir un libro que fuera sobre Jesús visto con los ojos de Marta.
La inspiración inicial fue esa, pero luego me vinieron a buscar las otras mujeres: primero llamó Marta a mi puerta, le abrí, y luego llamaron las demás mujeres. Las dejé entrar y, a partir de ahí, fueron saliendo los 15 relatos.
-En el libro hace varias veces referencia a la gratuidad con la que Cristo trata a las mujeres, ¿es el punto que hacía que éstas se pusiesen “en camino”?
Marta Nin: Sí, seguramente la diferencia de Jesús, la novedad del cristianismo, es la gratuidad del amor. Es un amor que no discrimina. Jesús, contrariamente a lo que ocurría en su época, no discrimina, nos ama a todos igual, seamos mujeres, prostitutas, leprosos, pecadores… Incluso parece que tiene una predilección por los que están más alejados.
Jesús nos invita a esta gratuidad. En eso Jesús se hace Maestro. Precisamente lo que Él predica es lo que luego vive, pues se entrega por todos.
Esto es lo que cautiva: un amor así te cambia la vida. Y es lo que les pasa también a estas mujeres: que cuando hacen experiencia de ese amor no pueden seguir igual.
-Además de la gratuidad, ¿hay algún otro patrón que se repita cuándo las mujeres se encuentran con Jesús?
Marta Nin: Su mirada hacia ellas, el no juzgarlas. Esto es muy difícil también, porque humanamente todos tenemos esa tendencia a juzgar al otro, incluso a condenarlo, aunque sea sólo mentalmente.
Jesús lo que hace es no poner nombres ni etiquetas. Hay que pedirle que nos ayude a no juzgar. Pero esto no significa no tener espíritu crítico. Aunque alguien cometa una acción mala, tienes que acercarte a esa persona, acompañarla y amarla, sin esperar nada a cambio.
Es ese amor el que desarma, y si no lo hace llegará un momento en el que lo hará, pero no somos nosotros los que tenemos que recoger los frutos. Y a lo mejor no le va a desarmar nunca, pero ya habremos contribuido al Reino.
-Al leer el libro uno se puede sentir identificado con alguna de las mujeres, o con todas en cierta manera, ¿hay alguna a la que se sienta más cercana?
Marta Nin: Todas estas mujeres tienen algo de mí. Pero no sólo estas mujeres, sino todos los personajes del Evangelio, precisamente porque es Palabra viva. Todas son situaciones por las que hemos pasado. Igual no de manera concreta, como la prostitución, aunque habrá mujeres que sí. Cuando escribí el relato de la prostituta intenté ponerme en su piel, sobre todo en el deseo de ser amada, que es el deseo de todos. Al final te das cuenta de que sólo hay un amor que te llena y es para siempre: el amor de Jesús.
-¿Cuál fue el relato que más le costó escribir?
Marta Nin: El de María, porque me costaba ponerme en su piel, ya que temía desfigurarla o equivocarme, porque en el libro todo son hipótesis, pero hipotizar sobre María me daba mucho respeto.
Me inspiré en una frase de Benedicto XVI que habla de que María es la casa de la Palabra de Dios. En el relato de María no hay prácticamente ninguna frase mía, igual dos o tres, las demás son del Antiguo Testamento entrelazadas y el resultado es ésta oración de María al Señor durante el Calvario.
-Por el título y el contenido se puede pensar que el libro tiene una intención feminista, ¿es así?
Marta Nin: No. Quería dar un nombre a esas mujeres, porque yo soy mujer y creo que la mujer al principio del cristianismo tenía un rol importante, pues Jesús las rescató de la marginación en la que se encontraban en su época, pero eso luego se fue perdiendo.
Como la Palabra de Dios ha sido escrita por hombres y transmitida en su mayoría por eruditos varones, la persona de la mujer ha quedado un poco diluida, y eso sí que me interesaba, pero he intentado no hacer una hermenéutica teológica, pues mi aproximación es del todo literaria y narrativa.
Por Nerea Rodríguez del Cuerpo