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Muhammad Yunus: lecciones de la crisis

Para el Nobel indio, el capitalismo degeneró en un casino de mercados impulsados por la ambición y una especulación sin límites. "Se construyeron castillos en el cielo -dice- y de pronto la gente se dio cuenta de que esos castillos no existían".Por Hasnain Kazim

El Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus dice que la avaricia ha destruido el sistema financiero mundial. En un diálogo con la revista alemana Der Spiegel que apareció en la plataforma online de la publicación, el celebrado creador del sistema de créditos para los más pobres habló sobre la motivación de la ganancia, la conciencia social, y reflexionó sobre qué debería hacerse para terminar con la crisis financiera.
-Señor Yunus, durante años usted ha estado predicando una manera más socialmente consciente de hacer negocios y ha denunciado la concentración estrecha en la maximización de las ganancias como dañina. Ahora todo el sistema financiero tambalea…
-El giro actual de los acontecimientos me pone triste. El colapso ha afectado a tanta gente y de pronto ha vuelto inestable al mundo entero. Ahora deberíamos concentrarnos en asegurar que nunca vuelva a darse una crisis financiera de este tipo.
-¿Qué debería hacerse?
-Hay baches inmensos en el actual sistema financiero que hay que rellenar. El mercado, claramente, no es capaz de solucionar estos problemas por sí mismo y ahora la gente tiene que correr a los gobiernos en busca de ayuda de emergencia. No es buena señal porque muestra que la confianza en los mercados se ha evaporado. En este momento desgraciadamente no hay otra opción fuera de que el gobierno se haga cargo y dé apoyo. Es el método actualmente utilizado para combatir la crisis… método que se inició con el paquete de US$ 700.000 millones aprobado en EE.UU. En Alemania el gobierno también se ha metido en la refriega.
-¿Qué problema le ve a esa estrategia?
-La cuestión es que tenemos que volver lo antes posible a los mecanismos de mercado que pueden amenguar la crisis y resolver problemas. Las soluciones deben surgir de los mercados y no de los gobiernos.
-Pero usted mismo dijo que el mercado no es capaz de hacerlo.
-Eso es exactamente en lo que tenemos que trabajar. Por mucho tiempo las principales prioridades han sido la maximización de las ganancias y el crecimiento acelerado… pero eso ha conducido a la actual situación. Cada día tenemos que ver si hay un factor potencialmente dañino en crecimiento en alguna parte. Si percibimos que es así, entonces tenemos que reaccionar inmediatamente. Si algo crece tan aceleradamente que es antinatural, entonces tenemos que detenerlo. ¿Por qué las compañías no invierten todas en un fondo que compre activos que se han vuelto demasiado riesgosos? Incluso puedo imaginar un modelo de negocios para tal programa.
-Usted dice, por un lado, que el mercado tiene que resolver el problema por sí mismo, pero por el otro, critica el crecimiento demasiado acelerado. Eso suena como que usted piensa que el capitalismo orientado a las ganancias ha fracasado.
-No todo. El capitalismo, con sus mecanismos de mercado, tiene que sobrevivir… No hay duda de ello. Lo que rechazo es que hoy haya un solo incentivo para hacer negocios que es la maximización de ganancias. Pero el incentivo de hacer el bien social debe incluirse. Tiene que haber muchas más compañías cuyo objetivo primordial no sea obtener las mayores ganancias posibles, sino el de proveer el mayor beneficio posible para la humanidad.
-¿Y usted piensa que esos dos incentivos son mutuamente excluyentes? El banco que fundó, Grameen Bank, que llevó a que usted recibiera el Premio Nobel de la Paz en 2006, ayuda a la gente y obtiene buenas ganancias.
-Es una compañía que se centra en el bien social y que obtiene ganancias, pero no busca centralmente maximizar sus ganancias. No me interesa convertir compañías completamente orientadas a la ganancia en operaciones socialmente conscientes. Son dos categorías diferentes de compañías, siempre habrá empresas cuyo objetivo primordial sea ganar todo el dinero que puedan. Eso está bien. Pero ganar todo el dinero posible sólo puede ser un medio para un fin, no un fin en sí mismo. Hay que invertir dinero en algo significativo, y yo insisto en que tiene que ser algo que mejore la calidad de vida de toda la gente.
-¿Pero qué tiene que ver un aumento de la cantidad de compañías concentradas en lo social con la crisis financiera?
-Si hubiera más compañías concentradas en lo social, la gente tendría más oportunidades para definir sus propias vidas. Los mercados serían más equilibrados.
-Usted está hablando de salvar al mundo con altruismo…
-Hay muchos filántropos en este mundo, gente dispuesta a ayudar a otra gente dándoles casas, educación, etcétera. Pero eso es una calle de una sola vía. Se gasta el dinero y nunca vuelve. Si se invirtiera ese dinero en una compañía de orientación social, se quedaría en la economía y sería mucho más efectivo porque se usaría de acuerdo a los criterios del mercado y, por tanto, desarrollaría una cierta cantidad de apalancamiento del mercado.
-¿Quién considera qué es responsable del actual derrumbe financiero?
-El mercado mismo, con su falta de regulación adecuada. El capitalismo de hoy ha degenerado en un casino. Los mercados financieros se mueven por la avaricia. La especulación ha alcanzado proporciones catastróficas. Estas son todas cosas que tienen que terminar.
-La crisis financiera actual comenzó como crisis del crédito, los dueños de casas en los EE.UU. ya no podían pagar sus hipotecas. En el Grameen Bank, que ofrece microcréditos, la tasa de repago es cercana al 100 por ciento. ¿Piensa que su banco podría ser un modelo para todo el mundo financiero?
-La diferencia fundamental es que nuestro negocio está muy conectado con la economía real. Cuando damos un crédito de US$ 200, ese dinero irá a la compra de una vaca en alguna parte. Si prestamos US$ 100, la gente quizás compre unas gallinas. Dicho de otro modo, el dinero va a algo con valor concreto. Las finanzas y la economía real tienen que estar conectadas. En EE.UU. el sistema financiero se ha separado completamente de la economía real. Se hicieron castillos en el aire y de pronto la gente advirtió que esos castillos no existen en absoluto. Fue en ese punto donde colapsó el sistema financiero.
-¿Es hora de que los gobiernos intervengan en la economía de mercado y fortalezcan la regulación?
-Tiene que haber regulación, pero no se debe permitir que los gobiernos dirijan la economía. Por el otro lado, se ha demostrado que la «mano invisible» de Adam Smith, que supuestamente resuelve los problemas del mercado, no existe. Esta «mano invisible» ha desaparecido por completo en los últimos días. Lo que estamos viviendo es un fracaso dramático de los mercados.

Fuente: suplemento Enfoques, diario La Nación, Buenos Aires, 19 de octubre de 2008.

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