Por Ignacio Miri.- Un Javier Milei que se cuidó de los desbordes, sonriendo cada tanto y dedicado a responder una suerte de entrevista pública que le planteó su adversario y un Sergio Massa esquivando cualquier alusión al mal presente y al conflictivo pasado y hablando de sus propuestas para el futuro. Esa fue la situación que se planteó desde el principio en el último debate de candidatos presidenciales antes del balotaje.
Los dos, Massa y Milei, sabían muy bien que no tendrán otra oportunidad para dirigirse a una audiencia masiva antes de la elección del próximo domingo. También sabían que esa oportunidad podía convertirse en pesadilla irremontable en una pelea electoral que, según marcan las encuestas y los resultados de las PASO y la elección general, está muy pareja.
Milei obtuvo poco más que dos millones de votos más que Massa en las PASO y el ministro de Economía consiguió casi dos millones de votos más que el libertario en las elecciones generales. Con esa paridad llegarán hasta el domingo próximo y es muy probable que esa incertidumbre los haya hecho firmar una suerte de empate en los primeros minutos de la discusión en la Facultad de Derecho.
En esos primeros cruces, ninguno de los dos quiso arriesgarse a que su rival se escape por los errores propios.
Desde el arranque, Massa intentó involucrar a Milei en una discusión sobre lo que el propio libertario había dicho durante la campaña. Milei cayó en el juego, y Massa terminó el bloque sin hablar de su gestión como ministro de Economía, sobre la inflación y sobre el aumento de la pobreza. El nombre de Alberto Fernández ni siquiera fue mencionado.
Luego, con el avance de la discusión, Milei dejó ver su falta de preparación para el debate y su desconocimiento de amplios sectores de la agenda de la política y del funcionamiento del Estado. Otra vez quedó flotando la pregunta que se hicieron muchos políticos durante toda la campaña, entre ellos sus aliados del PRO: ¿Quiere de verdad ser presidente Javier Milei?
Sabedor de esa ventaja que los votantes podían ver desde sus casas, Massa abandonó el gesto serio con que había llegado a la Facultad de Derecho de la UBA y, sonriendo, ensayó varias chicanas que Milei no consiguió sortear con gracia.
Claramente, Massa fue el que sacó ventaja en el debate y podrá decir que consiguió aprovechar mejor las dos horas de máxima audiencia televisiva.
Lo más extraño de eso es la paradoja que genera esa situación.
Massa es hoy a todas luces un político profesional que aprendió en dos décadas de ocupar cargos públicos de diferentes instancias y jurisdicciones a manejarse con solvencia en el Estado y en el debate público. Milei, en cambio, es un hombre al que le cuesta hablar con frases largas y articuladas y que, con mucha frecuencia, repite eslóganes y frases hechas para llenar los espacios vacíos de su discurso.
Para los cánones tradicionales con los que se percibe la polémica política, Massa fue mucho mejor, sobre todo en la segunda mitad de la discusión. Sin embargo, existe la obligación de preguntarse si en la Argentina de 2023 -con varias décadas de crisis económica y social acumuladas- esos cánones siguen siendo válidos para calcular el impacto no ya en la opinión pública sino en las percepciones de los votantes que definirán al próximo presidente.
Las preguntas son estas. ¿Cuál de esas dos personalidades es más atractiva hoy para los votantes? ¿Es más fácil llegar a la presidencia en este momento con el traje de político profesional o la denuncia contra la casta terminó convirtiendo eso en una carga?
Fuente: https://www.clarin.com/