Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela (FM 90,9) que conduce Emilio Grande (h.).- A los hechos de corrupción conocidos durante los 12 años de los Kirchner en el poder, fundamentalmente con las denuncias de Elisa Carrió en los tribunales y de los periodistas de los medios de comunicación no oficialistas, especialmente Jorge Lanata, en los últimos tiempos aparecieron el video de la Rosadita contando dinero, las suntuosas estancias de Lázaro Báez y la evasión de Cristóbal López.
La novedad escandalosa y patética de esta enfermedad por el dinero inescrupuloso se profundizó con la detención de José López, ex secretario de Obras Públicas, segundo del ex ministro Julio De Vido, quien llevaba 8,7 millones de dólares, siendo detenido en un convento de General Rodríguez cuando arrojaba en su interior bolsos y valijas con dólares, euros, yenes y billetes de Qatar, y una pistola ametralladora con un cargador de 25 balas.
La primera reacción de López fue intentar coimear a la policía que no logró con su cometido por la ejemplaridad de los agentes policiales. La segunda fue mentir, al decir que llevaba ese dinero para donar a la Iglesia. La espectacularidad de la caída de López viene teniendo un efecto político decisivo para el kirchnerismo: es la primera vez que un ex funcionario vinculado a la obra pública es encontrado en momentos en que intenta ocultar dinero de origen sospechoso.
En este contexto, al ex funcionario de los Kirchner se lo investiga por los millones entregados a las Madres de Plaza de Mayo por Sueños Compartidos, por el caso Skanska y por beneficiar a la empresa Rovella & Carranza, que fue adquirida por Gotti Hermanos, la constructora de Lázaro Báez.
Lo llamativo es la actitud de los dirigentes del Frente para la Victoria, queriendo despegar a López de De Vido y de Cristina Fernández, como si no tuvieran nada ver. La Justicia debe determinar ¿dónde estaba ese dinero termo sellado en varios bultos y si todo corresponde a López o también a otros ex funcionarios del kirchnerismo?
¿Dónde quedó el famoso relato de la revolución inconclusa desplegado por los fanáticos del cristinismo y La Cámpora? ¿Cuáles eran las vinculaciones de estos fantoches funcionarios del poder con el ex obispo Rubén Di Monte, quien vivía en ese monasterio hasta su muerte producida el 18 de abril?
La corrupción es una enfermedad que será difícil desterrar en la medida en la que haya interesados de ambas partes: el que corrompe y el que es corrompido. Todo dinero que se destina a corrupción, nunca llegará a los servicios esenciales del Estado como educación, salud, seguridad, obras públicas.
Hay una esperanza que no debemos olvidar: “no hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido”, como dice Jesús en el evangelio (Lc. 12, 2).