Por Alicia Riberi.- Qué decir, que no se haya ya dicho sobre el rol tan importante de la “mamá” en nuestras vidas. Cuando estamos en la panza de mamá, sentimos como nuestro corazón late junto al de ella, como si fuera un susurro compartido, pero que solo en esa intimidad tibia y dulce se pueden escuchar. Cuando abrimos lo ojos al mundo, necesitamos ese vínculo especial con mamá para poder ir entendiendo y adaptándonos a esto tan diferente a la tibieza del vientre materno. Por más que pase el tiempo, que se dibujen distancias en nuestras vidas, por ir creciendo, sabemos que siempre podemos contar con ese nido acogedor, que son los brazos de mamá.
El problema es cuando nosotros, incomprensiblemente, nos alejamos, dejamos de reconocer la huella al hogar, por cosas mundanas, sin reflexionar, sin descubrir el valor de los afectos que en la vida, son tan pasajeros, ya que no hay garantías de que cuando podamos advertir que nos equivocamos, que devaluamos el amor de nuestra madre, tal vez sea tarde para decírselo.
En algunos casos, otros quisieran poder disfrutarla, como es mi caso, pero dejó su perfume, sus enormes enseñanzas, su ternura en todos los rincones y la nostalgia me embarga, pero agradezco haberla tenido tantos años, pero cuando no tuviste la oportunidad de disfrutarla, porque la vida te la arrebató muy pronto, seguramente el sentimiento debe ser diferente y se añorará esa fuerte ausencia. Pero hay quiénes no tuvieron la oportunidad de una mamá biológica por distintas causas y encontraron alguien que decidió solo por amor ocupar su lugar y criar como propio a un niñito cualquiera, que solo reclama amor.
Finalmente hay gente que se cargó de odio y decidió herir, lastimar sin piedad a su propia madre, haciéndola responsable de múltiples frustraciones y sin medir la enorme destrucción que ocasiona en su corazón y lo más triste es que tal vez se irá a la tumba sin saber si ese hijo la quiso alguna vez o solo fue objeto de su odio.
Dice un escritor: …«El corazón de una madre es un abismo profundo en cuyo fondo siempre encontrarás el perdón»…Otros dijeron:- –«El amor de una madre es como la paz. No necesita ser adquirido, no necesita ser merecido»…«El amor de una madre es paciente y perdona cuando todos los demás abandonan, no falla o flaquea, incluso cuando el corazón está roto»…«La fuerza de una madre es más grande que las leyes de la naturaleza». Benedetti, nos llena de nostalgia diciendo en su poema:
Doce años atrás cuando tuve que irme, dejé a mi madre junto a la ventana mirando la avenida, ahora la recobro solo con un bastón de diferencia…después de doce años mi madre sigue en su ventana mirando la avenida, o acaso no la mira, solo repasa sus adentros, no sé si de reojo o de hito en hito sin pestañar siquiera.
A una madre le quedan chicas las palabras, a una madre no le importan las palabras, solo pequeños gestos que le permitan advertir que sus hijos están bien y están ahí.
A todos les digo, no destruyan a una madre, es como intentar voltear a Dios, no se puede, no la olviden, no la hieran y no por que no pueda reponerse, sino que ella las soporta sin importar el dolor, pero no por eso no surca en su rostro una lágrima.
El que tiene madre disfrútela, abrácela y díganle cuanto la quieren, puede ser el último día. Feliz día a todas la madres del mundo y a todas las que ya no están, María las abraza desde el cielo esbozando una sonrisa, porque ya están observándonos con una gran ternura en una platea privilegiada.